- Pregunta obligada en estos casos. ¿Qué consejos le ha dado su antecesor en el puesto, Jon Bagüés?

-Bastantes, pero sobre todo me ha mostrado su apoyo. Nos conocemos desde hace muchos años y se ha puesto a mi absoluta disposición para lo que sea. Él es un investigador de raza y sé que andará por aquí investigando o haciendo inventarios (ríe); siempre lo voy a tener cerca. Vienen tiempos complicados, asusta un poco, pero con trabajo, voluntad y esfuerzo todo irá para adelante.

Lleva casi tres décadas siendo técnico del Archivo de Eresbil, quizá, no necesitase tanto consejo.

-Uno va viendo los desarrollos, la manera de trabajar y, claro, cada uno también tiene sus ideas propias sobre lo que puede llegar a ser otro tipo de gestión. Eresbil es un centro patrimonial que ha vivido una auténtica revolución, sobre todo técnica. La informática ha sido una revolución y ha permitido difundir todo nuestro catálogo, nuestros fondos. El valor de un archivo es su colección y ahora mediante webs, bases de datos y otros recursos podemos difundir toda esa información.

Precisamente, usted impulsó ese proceso de informatización en Eresbil.

-Me tocó hacerlo. Trabajábamos con José Luis Ansorena, fundador de Eresbil, antes de que Jon Bagüés fuese director. Llegó el primer ordenador y ahí estuve yo metiendo datos y me miraban como diciendo "¿Qué hace este?" (Ríe). Luego José Luis también entró en la informática, no se quedó atrás. Fue un cambio radical. He vivido toda esa trayectoria y los retos que quedan ahora son grandes y continuos.

El proceso para suceder a Bagüés se hizo por concurso público. Viendo su bagaje, la suya es una opción lógica.

-Era una opción lógica, pero la transparencia es un factor importante. Además, me ha obligado a pensar en un plan estratégico y de plantear nuevas metas, retos y maneras de hacer.

Le ha tocado acceder a la dirección en un momento que nadie imaginaba, con el COVID-19.

-Ha sido y va a ser un terremoto cultural y, sobre todo, musical. La música ha sido la gran presente también en esta crisis. Nos dimos cuenta y estuvimos haciendo una labor de recopilación de esa creación que se hizo durante el COVID-19, ya sean vídeos colectivos como los del Orfeón Donostiarra, la Euskadiko Orkestra, de algunos grupos... Ha sido maravilloso, pero también es verdad que eso nos tiene que hacer que seamos conscientes del valor de la cultura y lo frágil que es la música. Solo hay que ver el parón de conciertos; un hecho que deja desprotegido a un grupo de gente que vive de la música. Esperemos que esto mueva las conciencias políticas y sociales y se ponga a un montón de disciplinas artísticas en el sitio que se merecen, pero eso va a exigir un esfuerzo muy grande. El público no asiste a los conciertos: en ocasiones no puede asistir y en otros casos se produce un fenómeno de miedo. También es cierto que las condiciones de escucha no son las mismas. Eso va a tener repercusiones también en el presupuesto de Eresbil.

¿Cómo han trabajado durante el confinamiento?

-En dos o tres días ya estábamos teletrabajando. Tenemos acceso a un servidor propio y hemos estado alimentando las bases de datos. Es verdad que la coordinación de trabajo ha sido algo distinta. Hemos estado cogiendo material y llevándolo a casa para seguir trabajando. También hemos atendido online a los usuarios. No ha habido mayor problema.

¿Con cuántos trabajadores cuenta Eresbil?

-Con diez.

¿A lo largo del año muchos investigadores hacen uso de las instalaciones de Eresbil?

-Sí vienen, aunque ojalá viniesen unos poquitos más (ríe). También es verdad que con las nuevas tecnologías, los investigadores tienen mucho mayor acceso a las bases de datos que colgamos y a las referencias que damos, y cada vez se pide más por Internet. Es verdad que los investigadores que están haciendo una tesis o un trabajo en profundidad suelen venir y estar varios días; algunos que viven fuera suelen aprovechar el verano; también vienen algunos intérpretes... Pero, cada vez más, la respuesta es online.

¿Cuál es el proceso de catalogación que siguen en Eresbil?

-El origen de los documentos está cambiando mucho, nos llegan por Internet. Ahora el compositor de una obra nos la envía o nos envía un enlace a una web. Cuando ese trabajo llega al Archivo, hacemos un proceso de catalogación e inventariado. Luego renombramos ese fichero y pasa a un contenedor de almacenamiento; en la base de datos, además, quedan una serie de enlaces que nos conectan con él. Es cierto que el volumen de documentos a los que estamos teniendo acceso es mucho mayor. A veces, andamos desbordados en el buen sentido: está muy bien porque tenemos acceso a muchas más cosas.

Habla de composiciones recientes. ¿Es habitual que aparezcan obras antiguas?

-El acceso de las obras antiguas al Archivo viene de mano de fondos de un autor, un compositor o una institución. A veces suelen aparecer obras nuevas dependiendo de la antigüedad del fondo. Es verdad, que para nosotros, el fondo más interesante a nivel de antigüedad es el de Arantzazu. En realidad, no tenemos una historia musical muy antigua.

¿Por qué?

-Los músicos vascos en la Edad Media tenían que emigrar a centros catedralicios o a colegiatas para poder desarrollar su labor. En cuanto a nuestra capacidad, dependíamos tanto de Baiona como de Pamplona y eso delimitaba mucho. La tradición oral también ha sido algo muy importante en nuestra tradición musical y cultural; es verdad, que en los siglos XVII, XVIII y XIX, sobre todo en este último con la industrialización y la irrupción de editoriales, se empezó a editar y a tener compositores en nuestras iglesias y catedrales.

Entiendo que el fondo está compuesto por música sacra.

-Sí. Ahora mismo acabamos de enviar los registros a un repertorio internacional en el cual se cotejan, a veces, las fuentes y los orígenes de las obras, y se reconocen. A veces, existen una serie de obras que siendo manuscritas, no teníamos claro el autor. Por ejemplo, se descubrió una misa de Dominico Scarlatti que es importantísima. Al enviar los registros a este repertorio internacional también pones en valor el fondo, que es uno de mis objetivos. También fue el de Jon, pero yo quiero volver a poner en valor la colección.

¿Cómo?

-Un trabajo que ya hacemos es de desarrollar las bases de datos, las webs y el acceso a los documentos digitalizados. Uno de los grandes retos que tenemos delante, que no es nuevo para nosotros y que ya empezamos con él, es la digitalización.

Hace un par de años se descubrieron seis zortzikos donostiarras que se creían perdidos en México. Supongo que el cruce de datos también favorecerá que este tipo de apariciones sean cada vez más habituales.

-Esta globalización, bien entendida, nos permite relacionar a autores de la diáspora. Como he comentado, muchos emigraron a Latinoamérica. Una de las ventajas que siempre hemos tenido en el Archivo desde su fundación es el de los apellidos. Nuestro idioma es el que es y nuestros apellidos, esté donde esté uno, son reconocibles. Con los zortzikos de México, hubo una relación con el investigador y nuestra respuesta fue rápida. Los cruces de datos cada vez son mayores. Es cierto que nuestra atención es especializada. A veces tenemos que hacer una labor de investigación y documentación para dar una respuesta.

Eresbil es una institución reconocida por los investigadores, ¿también por el público general?

-Los archivos, bibliotecas y centros de documentación cada vez se van pareciendo más; la irrupción de la informática nos va unificando en procesos y en tratamientos. Un reto que tenemos, y en el que ya trabajamos también desde hace tiempo, es el de buscar nuevos públicos. No podemos dedicarnos solo a un sector profesional investigador; es importante y un punto positivo para nosotros, pero también tenemos que dedicarnos al público general. Es un gran reto que ya hemos abordado, pero tenemos que volver a él. Otro reto es el pedagógico.

¿A qué se refiere?

-Debemos realizar un esfuerzo pedagógico grande de enseñar el Archivo de otra manera; abrirlo a otros públicos. Ya está abierto pero, a veces, la gente no es consciente de que no solo guardamos música clásica o antigua, sino que también otros tipos de música como el pop, punk, jazz...

Todo lo que se crea aquí.

-Intentamos recopilar todo lo que se crea con la complejidad que eso trae porque el disco, el CD, está desapareciendo como formato físico y ahora un grupo puede publicar sus creaciones en Bandcamp, en YouTube o en otras plataformas, y tenemos que estar rastreando.

¿Cómo se rastrean esos grupos o composiciones?

-El primer paso es el de documentación musical. Vaciamos las fuentes periodísticas: presentaciones de grupos, discos... A partir de ahí tenemos una pista, somos conocedores de que un grupo existe y de cómo ha publicado sus temas. Vamos haciendo una autoridad de grupo y vamos colgando los documentos que podemos localizar como enlaces a YouTube o Bandcamp. También intentamos etiquetar el estilo musical; tenemos un departamento dedicado a las grabaciones sonoras y se dedican a ello. Es un trabajo meticuloso, continuo. Lo hacemos de manera interna pero mi idea también es poder difundirlo a través de una base de datos o de acceso a recursos musicales, o de grupos o de personas para que haya constancia de lo que existió y el investigador pueda escribir la historia.

¿Cómo hacen para conservar composiciones que no tienen un respaldo físico y se publican en una nube o plataforma que tampoco controla el autor? Lo pregunto porque siempre existe la posibilidad de que esa creación desaparezca cuando lo haga la plataforma que la alberga.

-Hemos salido de un sistema mixto donde albergamos materiales físicos, como revistas, libros o partituras, que controlamos, adquirimos y conservamos en nuestros depósitos donde permanecen a una temperatura y humedad constante. Somos capaces de leer, digitalizar y procesar discos de pizarra, de vinilo, casetes u otro tipo de formatos. ¿Qué pasa con la nube? La nube es otro servidor, que puede estar deslocalizado. Sí nos ha ocurrido que haya partituras colgadas en una web que han desaparecido con la propia web. Lo digital tiene una ventaja, la difusión, pero la conservación es otro tema; lo digital puede desaparecer muy rápido. Nuestra labor suele ser la de descargar los ficheros, controlarlos, con toda la problemática que ello trae.

¿A qué se refiere?

-Al aumentar el volumen de entrada, tenemos que tener capacidad de respuesta para conservar. Para ello nos apoyamos en el Gobierno Vasco para que nos den cobertura para guardar esa información.

¿Qué pasará este año con Musikaste?

-Por la crisis del COVID-19 tuvimos que retrasar las fechas a octubre. Seguimos trabajando en el programa, en el que ha habido variaciones por cuestiones de presupuesto como de habilidad. Uno de los problemas es el de reunir una orquesta grande con un coro. Los conciertos corales se han resentido por motivos operativos. Los coros han sufrido mucho, también la Euskadiko Orkestra, aunque ha sido la primera en el Estado en reaccionar. Nosotros siempre hemos tenido una ventaja en Musikaste: hemos trabajado con intérpretes vascos y con repertorio de aquí. Por lo tanto, este repliegue que han tenido que hacer otros festivales hacia lo propio, nosotros ya lo teníamos trabajado.

¿Por qué formato apuestan?

-Formato pequeño, de cámara, pequeños grupos... Estamos trabajando para que Musikane continúe. De cara al año 2022 celebraremos el 50 aniversario y estamos pensando en ello. Musikaste tiene un planteamiento que funciona, pero hay que repensarlo en el sentido de buscar nuevos públicos y tener una afluencia mayor.

Todo el mundo se encuentra en busca de esos nuevos públicos.

-Es verdad que nuestro flanco está muy abierto. No solo nos centramos en un estilo.

"El valor de un archivo es su colección y ahora mediante webs, bases de datos y otros recursos podemos difundirlo"

"La música ha sido la gran presente en el confinamiento; hemos recopilado las creaciones de esos días"

"Lo ocurrido con el confinamiento tiene que hacer que seamos conscientes de lo frágil que es la música"

"El sector investigador es importante para nosotros, pero también tenemos que dedicarnos al público general"

"Debemos realizar un esfuerzo pedagógico grande de enseñar el Archivo

de otra manera"