onvertido en el principal escenario de las grabaciones de la serie Patria que se llevaron a cabo el pasado año en diferentes localidades de Gipuzkoa como Elgoibar o Donostia (la plataforma HBO empezará a emitirla en septiembre), el entramado urbano de Soraluze volverá a transformarse próximamente en un inmenso plató de cine.

No en vano, el director arrasatearra Manu Gómez ha elegido al pequeño municipio de Debabarrena para llevar a cabo el rodaje de Érase una vez... Euskadi; una película que, en palabras del propio Gómez, “habla de los que tuvieron que huir, de los que se quedaron y, sobre todo, de los que aprendieron a convivir luchando por la integración y por la normalización de la convivencia en la Euskadi de los años 80”.

Según el plan de necesidades remitido por la Productora La Canica Films al Consistorio de Soraluze (el proyecto también cuenta con la participación de RTVE y EITB), el rodaje del largometraje comenzará “el próximo día 24 de agosto y se prolongará durante ocho semanas” en las que, inevitablemente, la pequeña localidad verá alterada su tranquila rutina diaria.

De hecho, el equipo de producción prevé llevar a cabo grabaciones en el interior de viviendas, locales y fabricas, pero también en diferentes calles del pueblo que, “al tratarse de una película de época ambientada en el año 1985, deberán estar limpias de coches y de mobiliario urbano”. Ello implicará la necesidad de llevar a cabo cortes “intermitentes y puntualmente totales” de las calles.

En cualquier caso, el teatro ubicado en el polideportivo de Soraluze acogerá el próximo miércoles (a las 19.00 horas) una reunión (abierta a todas las personas interesadas) en la que los responsables del proyecto audiovisual darán a conocer tanto las particularidades del rodaje como sus necesidades para llevarlo a cabo. Y es que, además de numerosos figurantes, la productora de Érase una vez... Euskadi necesitará contratar personal para labores de cocina, limpieza o enfermería; además de alquilar casas, apartamentos, hoteles o casas rurales de la zona para alojar al equipo técnico y artístico.

Ambientado “en la Euskadi antigua, luchadora y convulsa de 1985”, el largometraje Érase una vez... Euskadi está protagonizado por cuatro niños de doce años que, finalizado el curso escolar, reciben expectantes la llegada de un verano prometedor.

Hijos de andaluces que “nunca entenderán qué les hace tan diferentes como para parecer invisibles” en la sociedad vasca de los años 80, los pequeños pasarán las horas “en un laberinto de paredes gratiferas, donde rebotan las pelotas de goma y los sueños de libertad; cubierto de un cielo gris prefabricado en cooperativas, donde la muerte y la vida ya no mantienen relaciones formales”.

Con ese argumento, no resulta difícil deducir que la película esconde una mirada personal al pasado de su propio director (se autodefine como hijo de inmigrantes granadinos y nieto de aquellos que perdieron la guerra civil) para quien, durante su infancia en Arrasate, “lo mejor eran las tardes de los viernes cuando, como era habitual, la llegada de la noche se iluminaba con contenedores de basura ardiendo, sucursales bancarias de las que solo salían llamas, gente corriendo para todos los lados, jóvenes encapuchados escondidos en portales y las sirenas de los coches de policía atravesando las calles a toda velocidad”.

En opinión del propio Manu Gómez, “esa violencia habitual para nosotros que éramos unos simples niños, significaba algo que celebrar”. Y es que era entonces, “cuando regresaba la calma y los bomberos apagaban los últimos restos de fuego de la batalla, cuando llegaba el momento más importante; el de buscar, nerviosos y emocionados, las pelotas de goma que los antidisturbios de la guardia civil habían disparado minutos antes a los manifestantes”.

En esas pelotas, Manu y sus amigos encontraban su juguete más preciado: “El reto consistía en tener el mayor número de ellas posible... esos eran nuestros galones cuando teníamos doce años y esa es la mejor de las metáforas que pueden definir Érase una vez... Euskadi”, sentencia el director del largometraje, que con su primer corto Hilarri se proclamó vencedor del gran premio del cine vasco en el festival de cine documental y cortometrajes de Bilbao (Zinebi) y que con su último corto Das Kind, ya ha cosechado más de cincuenta premios internacionales.