espués de que pase el coronavirus, ¿a dónde quieres ir en primer lugar?”, le preguntó Ager Lasurtegui en pleno encierro a su hija Malen, de 3 años. “Al Aquarium”, le respondió ella. Ni un minuto tuvieron que esperar tras la reapertura del museo para hacer realidad el sueño de la pequeña. Malen, su hermano de 6 años Jon, su ama y su abuelo Jesús Ángel Gracias fueron las primeras personas en visitarlo este miércoles invitados por la propia instalación.

Había ganas de ver a los tiburones, a los peces y a la demás fauna marina que durante meses ha nadado a su libre albedrío ajenos a los ojos de los visitantes. La entrada en el Aquarium de Jon así lo demostró; corriendo para ver los animales con todo el museo para él solo.

La familia al completo, ataviada con las mascarillas de rigor, recorrió las instalaciones con completa libertad, pudiendo disfrutar así de una oportunidad única. De este modo, el grupo fue el primero en conocer los nuevos nacimientos que se han producido durante estos 70 días de cierre, entre los que están caballitos de mar recién nacidos, tiburones, rayas y medusas, y a los nuevos inquilinos del Aquarium: los peces y corales trasladados poco antes de la cuarentena desde el Acuario de Getxo.

Esta familia también tuvo el honor de ser la primera en visitar la nueva exposición del artista multidisciplinar Álvaro Ledesma, quien ha creado un mundo imaginario de los fondos abisales en la Sala T del museo.

Tras descubrir la pasión de Malen en pleno confinamiento a través de un vídeo, el Aquarium quiso invitar a la pequeña a acudir con sus padres a las instalaciones y recorrerlas de una manera única, sin más gente. Algo que pudieron hacer el primer día de la reapertura.

Con esta entrada simbólica, el Aquarium donostiarra vuelve a la normalidad y, al igual que hacen prácticamente todos los museos de Gipuzkoa desde este lunes, recibe de nuevo a visitantes.

Para ello, el museo ha tenido que adaptarse a las nuevas medidas de seguridad y ha incluido un nuevo horario, de martes a domingo de 11.00 a 19.00 horas.

El aforo general será del 50%, esto es, de un máximo de 470 personas. Por medio de unas cámaras con inteligencia artificial se calcula automáticamente el límite de visitantes, mostrándose en el exterior el aforo disponible en todo momento mediante una pantalla.

Además, las mascarillas son de uso obligatorio, se debe respetar la distancia de dos metros entre personas, se ha reforzado la señalítica de la instalación y es obligatoria la limpieza de manos antes del inicio del recorrido en el dispensador habilitado para ello.

Algunos espacios como la consigna, el auditorio, la tienda y el acuario táctil continuarán, por el momento, cerrados, mientras que otros han sido limpiados y renovados aprovechando el cierre. Es el caso de uno de los símbolos del museo como es el esqueleto de la ballena franca, que se ha limpiado para ofrecer sus mejores galas.