donostia - Andoni se ha vuelto a poner el traje de Patxi, aunque en esta ocasión el guion le lleva a Benidorm, ciudad que da nombre a la serie. El personaje central de la historia, Xabi, va en busca de un amor juvenil desarrollado en verano ya lejano. Tiene una enfermedad terminal y quiere encontrarse con la chica que no ha podido olvidar. El personaje de Agirregomezkorta no quiere dejarle solo y baja hasta el Mediterráneo para evitar que su amigo cometa alguna locura.

El actor guipuzcoano está encantado con este trabajo, le ha permitido conocer una localidad que nunca había entrado en sus planes de vacaciones. Le gustaría que la historia que van a empezar a contar dentro de una semana tenga continuidad. Conocido sobre todo por ¡Vaya semanita!, piensa que la situación actual da para hacer un programa de similares características.

Sus vacaciones de verano ya han estado en ‘Benidorm’, ¿no?

—Ja, ja, ja… Eso ha sido trabajo en un ambiente veraniego. La verdad es que podríamos decir que han sido unas vacaciones trabajadas, pero muy agradables. Además, qué más podemos pedir ahora que trabajo.

¿Cómo es su personaje?

—Bastante típica y tópicamente vasco. Es un vasco de manual, el típico que trabaja y vive en su baserri con sus ovejas. Muy noblote, también muy brutote. Es muy amigo de sus amigos. Es bruto, pero muy cariñoso. Es muy sencillo de describir.

¿Y cómo llega hasta ‘Benidorm’?

—Va buscando a su amigo Xabi. En unas circunstancias que no conocemos muy bien, de repente ha decidido ir a Benidorm y sus amigos vamos en su busca para ver qué pasa o para ver si necesita nuestra ayuda.

Va buscando a su amor de verano, suena bonito y romántico, ¿no cree?

—Y dicho así parece un poco, no sé cómo decirlo…

¿Noño?

—Más o menos. Él va a buscando a aquella novia de un verano juvenil y allí estamos nosotros, sus amigos vascos, para que no meta la pata, para que no se equivoque.

¿Entiende Patxi a su amigo y sus motivos?

—Bueno, sin desvelar mucho de lo que vamos a ver. Patxi no es precisamente un romántico. Así que no, no lo va a entender. Pero no pienso contarte nada más.

¿Conocía esta ciudad?

—No, nunca había estado y, de hecho, era el típico lugar de veraneo que no estaba entre mis preferencias, ni mucho menos. Había pasado de largo por la autopista cuando me he dirigido a algún lugar cercano, pero no había pisado esta ciudad hasta ahora. La verdad, las construcciones que veía desde lo lejos no me invitaban a acercarme. Este escenario ha sido una novedad para mí.

Es el destino vacacional de muchos vascos...

—Soy consciente de ello y conozco a mucha gente que adora este lugar. Digamos que a mí me gustan otras zonas, pero no voy a decir que Benidorm esté mal, aunque todo es cuestión de gustos, ¿no? Es una gran ciudad que nunca había estado entre mis objetivos.

¿Se ha reconciliado con Benidorm?

—En cierto modo sí. Hemos estado rodando cuatro meses y me ha dado tiempo a conocer la ciudad, hay sitios que me gustan. Pero sobre todo son muy atractivos los alrededores, tiene un espacio natural impresionante y recomendable. Me he sentido mucho más a gusto de lo que pensaba que me iba a sentir.

Se vuelve a llamar Patxi, no se libra de ese nombre.

—Una vez más soy Patxi. Casi que me estoy acostumbrado y la gente también. No me libro tan fácil de ese nombre, es muy típico en Euskadi, hay muchos Patxis circulando. Bueno, si tengo trabajo, llamarme Patxi no me importa nada, me va gustando. ¿Sabes una cosa?

Dígame...

—Que cuando me toca ejercer de vasco típico soy Patxi, alguna vez también me ha tocado Gorka.

¿Y no ha pensado en cambiarse de nombre?

—No. La mayoría me llama Andoni, mi nombre; pero sí que hay los que se han convencido de que soy Patxi y últimamente algunos se dirigen a mí como Gorka.

¿No se hace un lío?

—No. Lo importante es que la gente me siga reconociendo y se acerquen a mí. Cómo me llamen es lo de menos. Yo les contesto a todos.

¿Tiene algún proyecto entre manos?

—¡Pero mira cómo está el mundo! Ahora está todo muy parado..., salvo proyectos que tengo yo entre manos, no hay nada.

¿Y me va a contar alguno de esos proyectos personales?

—No. Soy muy celoso de lo mío y no me gusta hablar demasiado. Lo demás está todo muy parado. A corto plazo no hay muchas cosas previstas, ni para mí ni para otros muchos. Siempre hay actores que trabajan más. Empezarán a retomarse los proyectos parados por la crisis y ya veremos por dónde van los tiros. De momento, mi apuesta es el estreno de Benidorm y ya veremos cómo viene el futuro.

¿Tiene posibilidades esta serie de tener más temporadas?

—Siempre existe esa posibilidad, a todos los que hemos trabajado en la serie nos gustaría poder seguir adelante con más temporadas. Pienso que lo que se va a ver en junio es muy bonito, tiene un final bastante emocionante y que crea bastantes expectativas. Esperamos que tenga continuidad.

¿Cuál es el último trabajo que había hecho en televisión antes de meterse en ‘Benidorm’?

—Una serie que se titulaba Ella es tu padre, estuve también presentando un concurso en ETB. Fuera de la tele, lo último que hice fue el musical Billy Elliot en Madrid.

Sí, antes de la pandemia...

—La profesión estaba mal, imagínate ahora, supongo que es lo que quieres decir. Pero la profesión de actor siempre ha estado en una crisis permanente. La vocación para que resistas esto tiene que ser muy potente y las oportunidades de trabajo no son iguales para todos. La pandemia no ha hecho más agravar la situación en un sector en el que hay que pelar mucho para salir adelante. También es difícil para los profesionales que no son actores, pero que trabajan a nuestro lado.

Entre sus aficiones está el coger la piragua e irse a pescar.

—Uy. Eso era antes. Llevo un tiempo que entre trabajo y confinamiento no la toco. No sé lo que hacer con la piragua, avanzas en edad y salir al mar con la piragua no es lo que más me llama.

¡Vaya! ¿Se hace mayor? Yo le veo estupendo.

—Gracias, gracias. Pero según cumples años te vas aficionando a otras cosas. Quizá también los gustos van cambiando o vas descubriendo otras actividades. Para mí, una actividad importante es el monte, siempre ha estado ahí. Mientras he estado en Benidorm he aprovechado los fines de semana para darme mis vueltas por la montaña. De hecho, me he dejado alguna cota por allí pendiente de subirla. A lo mejor vuelvo a acabar con las rutas que no me ha dado tiempo a hacer.

Hace tiempo que acabó ¡Vaya semanita! ¿Cree que podría tener un pase ahora?

—Sí, creo que así es. La situación actual da para hacer ¡Vaya semanita! Hay material de sobra y se puede hablar de muchos temas. Salen ideas para hacer sketches por doquier. Sería factible, pero otra cosa es que haya presupuesto y voluntad para hacerla.

¿Echa de menos el programa?

—Bueno, no es algo que me quite el sueño. Está ahí, en el lugar que le corresponde. Hacer el vídeo que hemos hecho algunos de los que trabajamos en su día en ¡Vaya semanita! sobre el coronavirus ha sido bonito y emocionante. Es un programa al que le debo mucho y le tengo un gran cariño, pero soy una persona que mira hacia delante, no me puedo permitir el lujo de quedarme en la nostalgia. No me quedo a la espera de que el pasado vuelva a mí.

El humor político no cotiza al alza entre los propios políticos.

—Es lo mismo, la situación da para hablar de muchos temas y un programa como ¡Vaya semanita! nos vendría muy bien para todo esto que nos está pasando. Pero no hay que dar demasiadas vueltas al pasado.

Quizás nos vendría bien reírnos un poco a todos y todas...

—No solo ahora, siempre es bueno tener una sonrisa puesta. No hay que estar de un mal humor continuo y amargarse. Hay que divertirse.

La clase política parece hecha para amargarse los unos a los otros.

—Allá ellos. Si se divierten así. Lo malo es que ahora hay muchas cosas que hacer y rehacer. No estamos para bromas políticas.

¿Cuántos años en esta profesión?

—No soy de los que echan cuentas, pero creo que andaré rondando casi el cuarto de siglo, una vida.

¿Ha estado alguna vez cerca de tirar la toalla?

—No, la verdad es que nunca. Y eso que he tenido temporadas duras, de muy poco trabajo, temporadas muy difíciles. Pero tengo claro que de esto seguiré viviendo mientras pueda, cada vez sé menos hacer otras cosas.

Así que no recuerda su vida anterior...

—No. Mi vida anterior se ha quedado muy lejos.

¿Optimista o pesimista?

—No sé qué decir. Yo soy de los que siempre me quedo con la opción más pesimista para no desilusionarme luego.