- Este jurista vasco, columnista del Grupo Noticias, es uno de los 18 expertos independientes que conforman el Comité de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas, lleva trabajando décadas a favor del derecho internacional.

El jurado le resalta "como el vasco de más relevante influencia en el desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos después de René Cassin".

-Que me unan a René Cassin en una misma frase ya es un premio, fue una persona a la que he admirado muchísimo, un vasco universal, uno de los padres de la Declaración de los Derechos Humanos. Que me hayan dado este premio es un gigantesco honor, no hace falta más que mirar el listado de los galardonados anteriores para darse cuenta del prestigio que tiene. Me llena de orgullo, a la vez que abruma un poco.

Entre la larga lista de razones por el que se lo han otorgado destacan dos aspectos: su aportación en los ámbitos del derecho humano al agua y a la ciencia.

-Han sido dos procesos importantes en los que he tenido la oportunidad de participar en el ámbito de las Naciones Unidas. El primero de ellos, además desde una organización vasca, Unesco Etxea, cuando nos comprometimos a participar en el proceso internacional para hacer del acceso al agua un derecho humano. Fue un trabajo importante, en los organismos internacionales, empezando por la Unesco, el consejo de derechos humanos, hasta que se llegó a lo que podríamos denominar el Parlamento de la Humanidad, que es la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde finalmente tras diez años de trabajo fue reconocido. Ha tenido consecuencias importantísimas para millones de personas.

El logro cobra especial significado en el contexto de las actuales crisis mundiales como el COVID-19.

-Precisamente, de lo que habla el derecho a la ciencia no es solo de acceder a las aplicaciones materiales. Estamos en el momento en que la vacuna de la COVID-19 se desarrolle; pero va mucho más allá, habla de la relación entre la ciencia y la transparencia, la participación y la responsabilidad ciudadana, la cooperación internacional... Aspectos que antes de esta crisis nos podían sonar un poco extraños, pero ahora estamos en las mejores condiciones para entender que son claves. En ocasiones, tan importante como el acceso a los medicamentos es el acceso a la información, la capacidad de participar, la necesidad de que la información sea transparente, la necesidad de cooperación internacional en materia de conocimiento científico... Tenemos un nuevo instrumento sobre el cual los estados tendrán que rendir cuentas a su ciudadanía e internacionalmente en los espacios de Nacionales Unidas, en los comités y en los consejos sobre el cumplimiento de estas obligaciones.

¿Qué retos se plantean de cara a un futuro próximo?

-Estos días estaba leyendo a Hannah Arendt, que mencionaba que había momentos históricos en los que la población percibe que está en un momento especial y que atesora, lo que Arendt llamaba un tesoro, uno que muchas veces se disuelve y nos deja con cierta sensación de añoranza. En otras ocasiones se consolida en avances de la humanidad. Ahora, tenemos elementos de un tesoro y otros de lo que podríamos llamar antitesoro. Ha habido un proceso de aprendizaje al darnos cuenta de la importancia del espacio público, lo cual no significa únicamente en el sentido estatalizado, puede ser compartido entre lo público y lo privado. En este aprendizaje, se incluye conocer la importancia de lo global, comprender que lo que pasa en China o en un campamento de refugiados libio termina afectando a tu empleo, a tu portal y a tus vacaciones. Vivimos en un mundo en el que compartimos riesgos y deberíamos compartir corresponsabilidad y no mirar solo a los retos locales, sino también globales. Lo bueno es que el futuro no está escrito, tenemos una oportunidad de aprender, está en nuestras manos.

"Que me unan en una misma frase al jurista de Baiona, René Cassin, es ya de por si un premio"

"Conocer lo que pasa en China o en un campamento libio termina afectando a tus actividades vitales"