espués de los rollos para el culo, la peña empezó a hacer acopio de cerveza. Es algo normal, es agua y alimento a la vez. Pero ahora lo que está pegando muy fuerte es la harina. Mis compañeros de piso no paran de hacer magdalenas que dicen que están buenas, pero no lo sé porque no me dejan probarlas. Eso sí, comentan que cada vez es más jodido pillar en el supermercado. Llamé ayer al periódico, siempre me han dicho que en un curro nuevo hay que ser proactivo. Le propuse al jefe de Cultura que lo del papel higiénico bien pero que hay que hacer algo más, ser menos millenial y más Tik Tok, petarla. “No puedes escribir sobre harina”. Como el de Cultura es muy sagaz, le propuse que con cada periódico regalásemos además una bolsita con unos pocos gramos y proponer a los lectores que, pasada una semana, nos enviasen fotos de lo que habían hecho con esas bolsitas. Joder, igual no tiene por qué ser repostería, igual puede ser la nueva moneda de cambio. A mí me vendría bien para que algún vecino me preparase la comida. Te deja un buen puchero de lentejas con chorizo en la puerta el lunes, y tú le vas soltando en el rellano las bolsitas hasta el domingo. Hasta puedes ir a hacer negocio a la salida del súper, sin necesidad de hacer cola. “Oye, ¿quieres un poco de harina?”. “¿A cuánto la tienes?”. “200 gramos por dos birras y cuatro turutos de papel higiénico”. “¿No será de almendra?”. “No, es de trigo. Para que te suba... luego ya la levadura”. A mi jefe se le ha debido estropear el móvil, la llamada se cortó y ahora no me coge.