n este proceloso mundo donde todo está contaminado por el amenazante y monotemático asunto del virus de marras, se manifiestan como ante cualquier circunstancia humana ciudadanos cívicos, solidarios y fraternales frente a tipejos que derraman comportamientos despreciables, rechazables y denunciables.

Es curioso que en un mundo tan comunicativo, tan articulado y plural, la verdad y la información empiecen a contaminarse de mentira, engaño y falsedad. Es el fenómeno de las fake news, que suponen un ataque a la libertad de información en las sociedades democráticas. Cuanto mayor es la capacidad de informar con rigor y profesionalidad, más crecen las malas hierbas de estas falsedades crecientes, manejadas por no se sabe quién, y que pululan por las redes con una facilidad impresionante.

La comunicación humana, según enseñan los expertos, se basa en factores de credibilidad y confianza, sin las cuales es imposible la comunicación empática y fiable. El personal se fía de lo que le ofrecen los diarios, escucha en las emisoras, ve en la tele; no así en el caso de las redes sociales, donde la invasión de falsas noticias ahoga la credibilidad del nuevo campo de acción social.

Lo de falsas noticias es una contradicción en los términos, ya que es imposible que sean noticias y falsas a la vez. En estos tiempos atribulados flaco favor hacen a la sociedad necesitada de información y cercanía afectiva los que expanden el virus de contenidos falsos en las redes sociales, que incrementan el miedo, el pánico y la desmoralización ciudadana. Alguien debe velar por la persecución y control de semejante tribu de falsarios, como lo hace VOST, Voluntarios Digitales De Euskadi. No se olviden, YO ME QUEDO EN CASA.