Hay un donostiarra a quien las huelgas francesas contra la reforma de las pensiones han afectado con particular amargura: se llama Xabier Anduaga y a sus 24 años es una de las promesas de la ópera. Hace una semana que el joven tenor guipuzcoano debía debutar en la Ópera de París, pero la espera se prolonga y la resignación también: “Qué le vamos a hacer”, dice. Ya son tres los estrenos frustrados de la obra El Barbero de Sevilla, cuya adaptación de Damiano Michieletto lleva a Anduaga en el papel del Conde de Almaviva, uno de los protagonistas.

Las protestas de los trabajadores de la institución, que reclaman el mantenimiento de su régimen especial que permite a los bailarines jubilarse a los 42 años, han obligado a cancelar ya todas las actuaciones desde el pasado 5 de diciembre en una huelga sin precedentes. Y a Anduaga, ganador en 2019 del concurso Operalia que apadrina Plácido Domingo, el parón le ha pillado de lleno. “Hemos trabajado mucho para llegar al estreno, yo más que casi todos los demás porque debuto en París”, dice pesaroso en los pasillos del imponente edificio de la Ópera en la plaza de la Bastilla. “Todos veíamos que podía pasar porque ya estábamos avisados. Fue una tensión muy grande. El segundo día también estuvimos esperando porque nosotros conocemos la noticia a la vez que el público”, explica. Esto es, apenas cuatro horas antes de comenzar el espectáculo.

En cuestión de cinco años, Anduaga se ha metido los teatros de medio mundo en el bolsillo, con actuaciones en España, Alemania, Italia, Argentina y pronto en EEUU y Francia. París, de hecho, está tardando un poco más de lo previsto aunque todavía conserva la esperanza de que el conflicto se resuelva antes de la última actuación prevista el 12 de febrero y pueda al menos cantar un día. “No es que lo sepamos el día de antes y podamos dormir tranquilos. Hay que despertarse, preparar la función y luego toman la decisión de cancelar, que la puedo entender y la entiendo. Pero a nosotros nos genera una tensión un poco rara”, admite.

Junto a él hay otras víctimas colaterales, cuentan Anduaga y su profesora, la soprano Elena Barbe -que además es su pareja-, como un grupo de 30 donostiarras que habían viajado a la capital francesa para el estreno del sábado 11 de enero y se quedaron con las ganas. “Tenían el billete comprado por agencia desde hace un año. Algunos con 18 años era la primera que se iban a poner un traje y al final se lo pusieron, pero para ir al restaurante. Ellos y otros muchos amigos que están viniendo y vendrán para las funciones siguientes. Eso es lo que más me duele a mí”, dice. Pese a todo, Anduaga tira de estoicismo para tomarse la incómoda vivencia como parte de una experiencia que sin duda nunca olvidará.

La Ópera de París Bastilla cuenta con el dispositivo escénico más grande del mundo: 5.000 metros cuadrados y 26 metros de profundidad en un juego de escenarios gigantescos que se van moviendo mediante un ascensor de 400 metros cuadrados. No es de extrañar que se perdieran por los pasillos en los primeros días de ensayos. “No sabíamos dónde estábamos, pero hay un montón de gente y se trabaja muy bien. La Ópera de París es un sueño para todos los que estudiamos esto”, admite el tenor. En la piel del Conde de Almaviva ya se ha metido otras cinco veces y dice sentirse cómodo con el personaje, que es “español y muy divertido”. “Digamos que no tengo que actuar demasiado, algunas cosas me salen del alma”, señala.

Salvo por la huelga, todo parecía salir rodado desde que fue seleccionado en la audición para el papel. La adaptación de Michieletto se inspira de los escenarios de Pedro Almodóvar con una estética llena de clichés. Modesto y algo tímido, Anduaga agradece que el Operalia reconociera el trabajo que venía haciendo y que haya dado cierto impulso a su nombre, abriéndole nuevas puertas.