Los legazpiarras llevan cientos de años trabajando con el hierro. Todo este trabajo recibió ayer un reconocimiento internacional: el de la Sociedad Americana del Metal (ASM). Esta asociación centenaria otorgó el premio Historical Landmark (punto de referencia) a la ferrería de Mirandaola, por haber dado sustento económico a Legazpi y alrededores durante más de 500 años. En el acto tomaron parte el lehendakari, Iñigo Urkullu; el diputado general, Markel Olano; el consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria; y la alcaldesa de Legazpi, Koldobike Olabide.

La representación institucional fue de alto nivel, pues la ocasión lo merecía. ASM solo ha otorgado 50 reconocimientos y en la lista están monumentos mundialmente conocidos como la Torre Eiffel y la Estatua de la Libertad.

A estos se les une ahora Mirandaola. Esta ferrería es la única que se conserva de las siete que existían en Legazpi en el siglo XV. Se cerró en el siglo XIX, pero fue restaurada en 1952 gracias al mecenazgo del empresario Patricio Echeverría y de su esposa, Teresa Agirre.

La personas que participaron en el acto de ayer tuvieron la oportunidad de ver la ferrería en funcionamiento. El ferrón mayor explicó a los presentes que el uniforme que visten los ferrones de Mirandaola tiene siglos de historia: "Está hecho con lino, porque es ignífugo".

También dio a conocer las razones por las que las ferrerías fueron tan importantes en Legazpi: "Fuimos una de las grandes potencias del sector porque en esta zona hay mucho mineral de hierro, árboles con los que hacer carbón vegetal y agua con la que generar energía hidráulica. El hierro de Legazpi se exportaba a todo el mundo, pero las condiciones de trabajo eran muy duras. De lunes a sábado apenas salían de la ferrería, pues el horno tenía que estar continuamente encendido. Los ferrones morían con unos 35 años, sobre todo por silicosis".

La siguiente en tomar la palabra fue Olabide. Comentó que este reconocimiento es para todos los legazpiarras y recordó a sus padres. No en vano, ella nació en el caserío situado junto a Mirandaola y sus padres cuidaron la capilla y la propia ferrería durante muchos años: "Un pedacito de este reconocimiento es también para ellos".

Otro que conoce bien Mirandaola es Juan Echeverría, nieto de Patricio y Teresa. "La ferrería transmite el tesón de las gentes que han habitado aquí durante muchos siglos. Un carácter marcado por tres principios básicos: trabajo, trabajo y trabajo. El primero es el trabajo bien hecho, el segundo es el trabajo motivado y el tercero es el trabajo compartido", afirmó.

Echeverría también dio las gracias a todos los que han hecho posible este reconocimiento. Mencionó a los ciudadanos de Legazpi, a la alcaldesa, a los padres de esta, a los ferrones, a la asociación Burdinola, a la fundación Lenbur, al Gobierno Vasco, a la Diputación Foral de Gipuzkoa, a la Unión Europea, a Tecnalia, a Rafael Colás (miembro de ASM que propuso presentar la candidatura), a Luis Chillida (presidente de Lenbur), a los trabajadores de Lenbur y al Olentzero que atrae a miles de visitantes a Mirandaola todos los otoños.

Pierre Dupont, expresidente de ASM y presidente del comité de premios, dijo que era "un orgullo" estar en Legazpi y habló sobre la gran aportación de los legazpiarras a la historia de la siderurgia.

El último en tomar la palabra fue el lehendakari: "Hoy, a la vez que recibimos este reconocimiento, reconocemos la importancia del hierro. Nuestra identidad está unida al hierro. Es uno de los elementos que ha moldeado nuestro país. Nos ha enseñado a producir e innovar. Nos ha obligado a viajar y comerciar".

"Legazpi y la familia Echeverría merecen este premio por su visión de futuro. Fueron pioneros. Supieron anticipar la importancia de mantener vivo y difundir nuestro patrimonio. Dieron continuidad a la cultura del hierro y, gracias a su compromiso, contamos con un ejemplo vivo de la importancia que han tenido las ferrerías en el devenir histórico de Euskadi", añadió Urkullu.