donostia - El Dock of the Bay ocupa esta año las dos salas del Trueba. ¿Significa esto que el festival ha crecido?

-Sí, ha habido un aumento de películas. Siempre hemos estado entre las 19 y 20 películas y este año llegamos a 26. No supone un salto cuantitativo enorme, pero lo importante para nosotros es que año a año se vaya manteniendo la oferta y crezca poco a poco.

¿El público ha crecido?

-Todo va unido. Es la propia dinámica del festival. Como te decía, el Dock of the Bay se asienta y crece. Lo que es cierto es que hemos percibido que durante los últimos años ha habido un incremento de producciones de documentales musicales que, incluso, llegan a grandes festivales como Cannes, Sundance, en Venecia o el Zinemaldia. Nos hemos encontrado con un montón de películas que nos apetece proyectar y que son susceptibles de pasar a ser parte de nuestro festival; además el Dock of the Bay también es más maduro y podemos aceptar nuevos retos. Es una suma de factores que permiten que crezcamos de forma sostenida.

El Dock of the Bay es un encuentro que aúna a melómanos con cinéfilos. ¿Perciben flujo de público de otros festivales de la ciudad?

-Todo suma. Que haya una actividad cultural interesante en la ciudad hace que el público esté predispuesto a asistir a festivales como el nuestro. Para mí, lo interesante del documental musical es que atrae a la gente que le gusta el cine, pero también a un público melómano que va a conciertos y que, en este caso, viene a una sala. En ocasiones, las salas de cine parecen salas de conciertos: hay ocasiones en la que una película sobre el hardcore reúne a un público hardcore o una sesión sobre el punk se llena de gente con esa estética. Es increíble ver cómo cambia el público de sesión a sesión.

Comentaba que cada vez se producen más documentales musicales. ¿Cuál es la tendencia?

-Hay producción, es estable. Nos llegan muchas películas que nos interesan y encontramos otras muchas que nos gustan, y hay otras que nos gustaría programar pero que no lo hacemos porque no nos entran más cosas. ¿Las tendencias? Sí que veo una línea cada vez más difuminada entre la ficción y la no ficción. Hay todo un debate abierto sobre ello. De hecho, programamos obras con las que dudas estar viendo un documental; pero no sé si las buscamos o las encontramos (ríe). Quizás hay que dejar de hablar de documentales y hablar de películas, porque a mí lo que me interesan son las buenas películas. También programamos documental clásico que es algo que nuestro público también demanda, aunque hay público para todo.

¿Los proyectos miran más al pasado o al presente?

-Hay de todo. Los grandes documentales que recogen la historia de la música, como los que se dedican a Iggy Pop, David Bowie, The Rolling Stones, Queen, son películas que solo por la atracción que generan esos grupos funcionan muy bien de público.

De hecho, este año han programado uno sobre el fallecimiento de Brian Jones.

-Son obras que nosotros también intentamos tener porque todo el mundo disfruta con estas historias. Si tú proyectas un documental sobre los Stones, aunque todos los años programes uno, siempre tienes gente. Siempre hay una manera diferente de mirar al pasado, de la misma manera que siempre hay una historia que rescatar. Hay tantos documentales que miran al pasado, como los hay que miran al presente.

¿Por ejemplo?

-Tenemos en Sección Oficial VVV (Trippin’ you) sobre gente muy joven, un grupo millenial, que está narrando su historia. También exhibimos Outdeh, la ópera prima de Louis Amon Josek. Todos tenemos en el imaginario la música jamaicana, el sound system. Lo que hizo Louis es irse a Jamaica, donde encontró una juventud con muy pocos recursos que está haciendo música, que recupera el sound system después de 40 años y lo reinterpreta. Claro que suena a sound system, pero es gente que está haciendo música ahora. Lil Pip murió el año pasado, PJ Harvey está haciendo música actual? Nosotros no programamos en función de a qué periodo mire el documental; tiene que haber una tensión entre la línea editorial del festival, lo que te interese programar, dónde estás, para quién programas y qué público tienes; si no piensas en todo ello, no funciona.

Ha citado algunos ejemplos de la Sección Oficial. También está la cinta sobre Karen Dalton, sobre el rock radical vasco? Un programa a gusto de todos.

-Cuando estamos en el proceso de selección de películas, el pensamiento no es que resulte algo variado. Ha habido años con mucha música electrónica y en otras ocasiones ha habido mucho soul. Este año es variado pero, como te decía, nuestro interés es que sean buenas películas.

Este año cuentan con segundas obras de directores que ya han sido premiados en el Dock of the Bay.

-Es bonito. Danny García presenta la película de Brian Jones; Kikol Grau también vuelve, como Javi Senz que en su día presentó Manchester keeps on dancing. Que estos autores vuelvan con sus segundas películas nos hace pensar que los festivales no sirven solo para que se exhiban las cintas, sino para que los autores continúen creando.

Han reformulado los diálogos de la programación paralela.

-Programamos este tivo de actividades desde hace cuatro o cinco ediciones. Era interesante poner en diálogo a gente que venía del mundo de la música como teóricos, críticos y directores, escucharles y reflexionar sobre qué es el documental musical, la diferencia entre la ficción y la no ficción, cómo se cuenta una historia, cómo los músicos se relacionan con el audiovisual... Esto funcionó, pero queríamos que fuese algo de más fácil acceso para el público.

¿En qué sentido?

-Antes, estas actividades duraban como cuatro horas porque eran diferentes intervenciones una detrás de otra. Hemos cambiado el formato porque lo que nos interesa es que sea un punto de encuentro entre profesionales que están ahora mismo trabajando, tanto músicos como cineastas. También hemos entrado en colaboración con Musikene y con la Escivi, porque también nos interesan los profesionales del futuro. La entrada será gratuita y es un formato de una hora u hora y media; es algo enriquecedor y accesible. Vamos a ver cómo funciona este año.

¿El Dock Live! comenzó ayer con Sara Zozaya y Ro con Arnau Padilla?

-Empezamos el año pasado con esta mezcla de música en vivo y piezas audiovisuales que se crean para el festival, ojalá se puedan ver también en otros lugares. Por ejemplo, Joseba B. Lenoir y Larraitz Zuazo están preparando un montaje especial para el Dock of the Bay, al igual que Koldo Almandoz y Elena Setién...

También hay presentaciones de libros y radio en directo.

-Hemos recuperado las presentaciones y hemos llegado a un acuerdo con Deusto Irratia. Lo importante de un festival es que haya proyecciones, pero todas las actividades que se van sumando generan la sensación de que es una semana especial.

El festival surgió en 2007 cuando la crisis económica comenzaba a asomar. ¿Trece años después sigue siendo complicado organizarlo?

-Es complicado. Estamos asentados, aunque nunca sabes. Somos una empresa privada, vivimos de patrocinadores y de entidades públicas. La cultura es un sector endémico. No somos nosotros, cualquier iniciativa privada tiene que luchar mucho para sacar sus proyectos adelante; somos conscientes de la fragilidad del sector. Ahora estamos tranquilos, pero nadie nos asegura que dentro de dos años el festival no desaparezca porque haya otra crisis, porque se recorten las ayudas, porque desciendan los patrocinadores... Somos conscientes de dónde estamos, nuestra voluntad es seguir, aunque también somos conscientes que lo haremos hasta que el proyecto deje de interesar.