donostia - Eva Hache está emocionada con la película que estrena mañana, La gallina Turuleca. Le gusta la animación y está encantada con poner la voz al personaje protagonista. “La verdad es que disfruto con todo. Me hace ilusión mi trabajo. Me lo he pasado de cine siendo La paisana. Ahora estoy muy centrada con mi banda de música, en fin, hago de todo”. En su día decidió licenciarse en Filología Inglesa, tenía muy claro que lo suyo era ser titiritera.

La voz de la gallina.

-Eso es. Dicho así suena un poco raro, ¿no te parece?

Sí. ¿Cómo es su personaje difiere con el que imaginaba cuando escuchaba la canción de ‘La gallina Turuleca’?

-Me la imaginaba tan bien que pienso que la he visto antes de esta película. Lo que ha hecho el director es desarrollar la vida de Turuleca.

¿Era usted seguidora de ‘Los payasos de la tele’?

-Partiendo de que nací en el 71 y. que cuando era niña, solo teníamos un canal de televisión, no me quedaba más remedio que ver Un globo, dos globos, tres globos y Los payasos de la tele.

¿Cómo es la gallina con la que nos vamos a encontrar a partir de mañana en los cines?

-Turuleca es una gallina que, como dice la canción, nadie la quiere. No es una gallina esplendorosa ni frondosa. Ya se sabe que tiene las patas de alambre porque pasa mucha hambre. El señor que vende las gallinas en la película la tiene ahí, como en un rincón. Sus compañeras tampoco la tratan nada bien. Una vecina la compra, le parece mona y a partir de ahí mejora mucho. Aprende a hablar y a cantar. Emprende un viaje vital y real. No quiero hacer spoiler, pero vive una aventura tremenda hasta que se da cuenta de que ser diferente es lo mejor que le puede pasar en la vida, que no es malo.

¿Canta usted en la película?

-No. Yo solo hablo, soy la que habla.

Una película de animación para estrenar el año.

-No está nada mal. El día 1 de enero es un buen día para ir al cine con los niños. Te levantas un poco más tarde para recuperarte de la fiesta de Nochevieja, comes, echas un poco de siesta y después al cine. Es un buen plan.

¿Es la primera vez que hace doblaje de voz?

-Es la tercera. Hice una villana en Madagascar 3 y una pitufa en La aldea perdida. Es la primera vez que hago una protagonista. La verdad es que el doblaje me gusta mucho, estoy aprendiendo a doblar. Tengo que dar las gracias a la gente que pone en mí toda su confianza.

¿Qué otros proyectos tiene entre manos?

-Hay programas por emitir de La paisana y tengo una banda de música electrónica. Acabamos de dar el viernes pasado un concierto. No tengo más entre manos que mirar al horizonte y a ver qué se me ocurre.

¿Cómo se ha sentido haciendo ‘La paisana’?

-Muy bien. Es un trabajo muy bonito ir de pueblo en pueblo sin otro quehacer que pegar la hebra.

Veo que le gusta hablar.

-Por supuesto, soy muy cotilla, muy curiosa y enseguida pego la hebra para enterarme de todo lo que pasa. He aprendido a hacer muchas cosas, he visitado lugares increíbles y he conocido a gente fascinante. Estoy muy contenta con la autenticidad de los pueblos.

¿Cree que va a volver a convertirse de nuevo en ‘La paisana’?

-De momento no está en los planes. Es algo que no depende de mí, es Televisión Española la que toma una decisión de ese tipo.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido en ese programa?

-La generosidad de la gente. El hecho es que cuando la televisión llega a un pueblo, todos sacan sus mejores plumas. Todos se prestan a enseñarte lo que hacen, pierden el pudor y cuentan las cosas que les han pasado a lo largo de su vida. Me he dado cuenta de que es en los pueblos donde está la gente más de verdad, más auténtica.

Supongo que en las ciudades hay también gente auténtica.

-Pero mucha menos. En las ciudades estamos todos más anonimizados. En un pueblo se conoce todo el mundo y cuando llega alguien de fuera lo ven como a un forastero, pero lo acogen con una hospitalidad muy grande.

Usted parece muy urbana.

-Bueno. No necesariamente. No te creas, no me importaría vivir en un pueblo.

¿Aunque la conociera todo el mundo y toda su vida fuera pública? Tiene su parte buena y su parte mala.

-Sí. Es cierto. En un pueblo todo el mundo sabe dónde estás, por dónde te mueves y con quién.

No parece divertido ese control.

-Seguramente no lo es, pero también tienes la sensación de estar bien protegida.

¿Echa de menos los monólogos?

-No los hago desde hace bastante tiempo. Monólogos en el sentido teatral. Lo que ahora hago son monólogos a medida cuando me contratan para un evento. ¿Echarlos de menos? No sé. Con La paisana me he quitado la espina de ese tiempo que no los he hecho a modo de gira. Sé también que puedo hacerlos cuando quiera.

Ahora está muy centrada en banda de música, ¿siempre le ha gustado el mundo musical?

-Sí. La verdad es que soy muy cantarina desde pequeña. Ya llevamos con nuestra banda, con Vintache, dos años y la verdad es que es una delicia. Esta banda la creamos para acordarnos de los grandes éxitos del siglo XX y para poner a la gente a bailar, me parece un deporte mucho más gustoso que un gimnasio.

¿No le gustan los gimnasios?

-Nada. Absolutamente nada. La verdad es que no voy nunca.

Pues déjeme decirle que están muy de moda y que para muchos se han convertido casi en templos religiosos y hay gente que pasa muchas horas en ellos.

-Me parece muy bien. Tengo por norma respetar todos los gustos de los demás. Pero lo gimnasios no son para mí, me aburren mucho.

¿Qué ejercicio hacer?

-Ejercicios espirituales. Ja, ja, ja... ¿Qué te parece?

Que además de estimular el espíritu y el cerebro, dicen que es bueno tonificar los músculos.

-Ya. Me gusta mucho andar, pasear por el monte, la bici? Pero no hago ningún deporte de riesgo. A mí ir a un gimnasio a sudar en público, me parece un poco vulgar. Prefiero caminar y hacer ejercicios en casa, allí nadie me ve sudar.

Estudió Filología Inglesa, su camino era el de la enseñanza, ¿no?

-Pero esos estudios eran una tapadera, en realidad lo que quería hacer era interpretar. Empecé a hacer teatro con catorce años y no he dejado este mundo, bien como actriz, presentadora o cómica. Cuando yo empecé a ir a la universidad Arte Dramático ni siquiera estaba homologado, así que me decidí por una carrera que me gustara. Filología Inglesa tenía lingüística, me encantaba, y el idioma me atraía mucho y quería profundizar.

¿Una tapadera para calmar a sus padres?

-En parte sí, también para tener una profesión como Dios manda?

Perdone, ¿el humor y el teatro no le parecen profesiones como Dios manda?

-Ya nos entendemos. Dedicarse a lo que yo hago no es algo seguro. Antes se veían ciertas profesiones como seguras, aunque ahora da igual porque no hay ninguna empresa que te vaya a contratar para toda la vida o que vaya a durar hasta el infinito. Cuando yo estudié, una carrera parecía que era una garantía de seguridad y yo me quedé con este trabajo, es más incierto pero más gratificante.

Además de para hablar inglés perfectamente, ¿le ha servido de algo más la carrera?

-Sí, para dar clases particulares. Para muchas cosas, para ver cine en versión original, para leer libros sin que hayan sido traducidos.

¿Es de la que celebra el fin de año por todo lo alto?

-Creo que sí, por todo lo alto según mis posibilidades, como todo el mundo. A mí me gusta la Navidad, me gusta encontrarme con gente que solo veo en esas épocas del año y la Nochevieja siempre hago un poco de fiesta.

¿Uvas incluidas?

-Sí. Soy un poco supersticiosa con ese tema.

¿Qué le pide a 2020?

-Como no me ha tocado la lotería, le voy a pedir salud. Ja, ja, ja? ¿Te parece bien?

Claro. A la mayoría nos ha ocurrido lo mismo.

-Pido salud y proyectos que signifiquen un reto. En medio de tanta incertidumbre, me gusta pensar que van a venir cosas nuevas, que me van a hacer aprender.