Luz naranja
Aunque nunca conviene ceder tiempo si el objetivo es el podio, a Samuel le vino bien el minuto largo que entregó en la meta de la primera etapa. Sabedor de que los gallos no le iban a vigilar tan de cerca como a los más próximos en la general, el asturiano estuvo tácticamente perfecto: atacó de lejos, involucró en su guerra a Vanendert y al final dejó hacer al belga antes de arrancar. Por fortuna, el gregario de lujo de Gilbert en las Ardenas no llegó sobrado de fuerzas, y el asturiano pudo sacarse la espina que Andy Schleck le clavó en Morzine-Avoriaz y emocionarse en la meta. Sus lágrimas regaron de desbordante alegría a la afición que tiñó Luz Ardiden de naranja y seguro que soldó un poquito más las clavículas de Iván Velasco y Txurruka.
La primera etapa pirenaica barrió con saña una general que las caídas ya habían limpiado con esmero y ayer se cebaron con Klöden, el único mosquetero del RadioShack que seguía vivo -con permiso de Haimar-. Pese a la cantidad de ilustres con aspiraciones de podio que partieron del Paso de Gois, la primera etapa pirenaica ha dejado el Tour en familia: los hermanos Schleck, Evans, Basso, Contador, Samuel y, si apuramos, Cunego son los seis más firmes candidatos al cajón. Mientras no alcance una mayor ventaja, un férreo control a Andy puede dar un margen de maniobra a Frank, como ya demostró ayer. ¿Y Contador? Si él confía en ir a más, solo nos queda desearle que sea así, porque roza ya el límite de pérdida remontable.