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El drama del Tour

El drama del Tourefe

Lisieux

El miércoles, tras la batalla, Euskaltel-Euskadi buscó refugió en Saint-Malo, ciudad arrasada en la guerra pero, también, cobijo de Chateaubriand y su torrente de ternura. Iván Velasco no estaba para novelas románticas. Lo suyo, como lo de un puñado de ciclistas tras un día esquizofrénico, era una historia más bien dramática.

En Cap Frehél ganó Cavendish pero la etapa no acabó ahí. Siguió hasta la puerta de los hospitales de la zona. A Velasco, que se cayó a veinte kilómetros de meta y había cubierto esa distancia con el hombro colgando, los médicos del Tour no le pudieron evacuar a ningún centro. Tuvo que buscarse la vida. Le dijeron que no daban abasto -fue un día de mil caídas- y que le llevase el equipo, así que se fue con Gorka Gerrikagoitia en el coche de Euskaltel al hospital de Saint-Malo. Se pasaron allí la tarde y parte de la noche. Cuatro horas para hacer una radiografía y un ocho, el nudo que le sujetaba su hombro partido. Cuatro horas y un desmayo, porque el chaval vio asomarse el hueso roto rasgando su piel y se desvaneció. Cuatro horas y una noticia no por esperada menos desoladora: tenía la clavícula derecha rota. Salieron del hospital de noche, a las 23.00 horas, y Gerri no acabó de cenar hasta pasada la medianoche. Iván se fue directo a la cama. A no dormir. "No ha pegado ojo". A las 7.15 estaba en el comedor del hotel buscando un vaso de zumo. Poco después emprendía en coche y acompañado por un auxiliar el camino de regreso a Euskadi, donde será operado cuanto antes.

"Iván estaba desolado", rescata Gerrikagoitia por la mañana, "porque había llegado muy bien y todo se le había torcido en un instante". En ese segundo crucial se dejó todo el sacrificio del año Janez Brajkovic, evacuado de urgencia al hospital con un traumatismo craneal. Boonen también cayó, pero acabó la etapa y nada más cruzar la meta enfiló hacia el hospital. No llegó al hotel hasta pasadas las 19.00 horas. Sonreía. No tenía nada roto. A toda prisa pasó por la sala de masaje, cenó y durmió lo que pudo. En el Tour no se le puede perder la rueda al día.

Fisura en el hombro derecho

Garate, al límite

En todo el tiempo que Iván y los demás ciclistas doloridos pasaron en el hospital, sus compañeros merendaron, se dieron masaje, descansaron, cenaron y se fueron a dormir. Solo así se sobrevive a la carrera. "El problema de las caídas, aparte de las roturas, que no tienen ya remedio y mandan directamente al ciclista para casa, es que un corredor se pasa la tarde en el hospital y pierde horas de descanso", cuentan en la salida de Dinan. "Iván Velasco no ha podido seguir", abunda Gerrikagoitia, "pero si no se llega a romper nada y hoy -por ayer- hubiese estado en disposición de salir habría sufrido porque ni pudo darse masaje ni cenó ni descansó por la noche. Eso es fatal en un Tour. Te marca y ya no recuperas. Lo arrastras hasta el final".

Juanma Garate tampoco fue directo al hotel. La etapa la acabó en el hospital y las radiografías de su hombro, el derecho, le contaron que tenía una fisura del troquíter. Dicho así, no parece gran cosa; viéndole al irundarra subirse a la bicicleta con un esfuerzo terrible y una postura circense, duele. Mucho. Más a él.

"Físicamente estoy mal, el hombro duele, casi no he podido dormir y no estoy seguro de que puede acabar la etapa; pero mentalmente estoy más afectado aún. Llevo todo el año pensando el Tour. He pasado más tiempo fuera de casa que nunca, me he preparado como nunca y he llegado como nunca. Y ahora… no sé". Se fue a la salida por el pavés de la vieja ciudad de Dinan, sintiendo en cada golpe como si se le clavara una aguja en su hombro maltrecho y mirando al cielo, que empezaba a llorar, con preocupación.

Garate, milagrosamente, sigue en el Tour para llevar hasta el podio a Gesink, el holandés delgaducho y nervioso al que sigue todo un país que no ve a uno de los suyos en la foto de París desde Rooks en 1988. Gesink se cayó junto a Garate camino de Cap Frehel. "Cuando llegó al autobús se metió en la ducha y había que verle. Estaba hecho un cromo, con golpes y rasponazos por todos lados. Pero no se quejaba. Ahí donde le ves, delgadito y poca cosa, Gesink es muy duro. Una roca. Hay que romperle las piernas y los brazos para que no siga en carrera", cuentan en el Rabobank.

El holandés no fue al hospital, le bastó con los cuidados del médico del equipo, pero durmió incómodo. Una de esas noches eternas en las que sudan y pican las heridas, las sábanas se pegan y no hay postura posible sobre el colchón.

se recupera del golpe

Intxausti, muy mejorado

De ese drama que vivieron tantos en la tarde-noche del miércoles sabe algo Beñat Intxausti, que desde la primera etapa convive con un golpe brutal en el codo que le ha tenido unos días pedaleando en el filo, pensando incluso en arrojar la toalla. "Pero ya estoy mejor, ahora incluso puedo levantar el tenedor para comer", dice el ciclista vizcaino. Los médicos del Movistar han descartado ya cualquier posible fisura y su recuperación, después de pasar lo peor, va por buen camino. Parece que podrá ir a más y dar muestras de su calidad en el Tour.