A lo largo de este mes celebraremos el aniversario de la actual invasión rusa en Ucrania (24/02/2022) como la batalla de Kiev (25/02/2022). Creo en la victoria de la libertad y en el fracaso de la invasión; creo en la carta de negociaciones y no en la carta de las armas. No es bueno humillar a ningún país y sí buscar el diálogo político entre los dos contendientes. Hay momentos en que siento vergüenza como ser humano. Uno hasta se pregunta si en verdad somos homo sapiens o qué somos. Se ganan competiciones deportivas pero no las guerras, como tampoco se puede ganar un terremoto. Al final las guerras se sufren y no se ganan. Siempre en una guerra pierden todos o por lo menos se padecen. El sufrimiento, las muertes y la crisis económica son consecuencias de las guerras en el que todos los contendientes salen malparados. Surge la estupidez y el orgullo en los vencedores y el derrotado se convierte en rencoroso. Y al final las guerras desencadenan más contiendas y se abre un espiral de violencia que resulta difícil de parar. El emperador Putin, por llamarle de alguna manera, se ve poseedor de la verdad, es cierto que en todas las guerras hay vencedores y vencidos, pero la cruda realidad es que ambos son perdedores. Las guerras, por tanto, son males que se deben evitar a toda costa. Pueda ser que caiga en el “buenismo”, pero cuando los problemas económico-sociales y políticos se quieren arreglar con las armas es señal de que el diálogo y la dignidad humana han fracasado. ¿No es la guerra de Ucrania el resultado de innumerables errores que desembocan siempre en un callejón sin salida que nos está llevando a la ruina? ¿Es posible que Rusia pueda ser parte de la Europa Atlántica que llega hasta los Urales?

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