- La explosiva situación en Irlanda del Norte se ha convertido en la gran piedra en el zapato del brexit, con Londres y los unionistas empeñados en revisar un protocolo con la Unión Europea (UE) que trata de preservar la frágil paz en la isla. La tensión vivida esta pasada emana por la adopción de medidas unilaterales a cargo del Gobierno británico y el anuncio por grupos paramilitares unionistas de que se retiran del acuerdo de paz evidencia que Irlanda del Norte es una de las piezas más complicadas del gran puzle del brexit.

En el ojo del huracán está el Protocolo para Irlanda del Norte, el mecanismo que aspiraba a evitar la violencia de los disidentes del IRA, pero que, irónicamente, ha llevado a los paramilitares protestantes -en tregua desde hace años- a retirar su apoyo al proceso de paz y plantear, según algunos observadores, amenazas veladas. “No hay vuelta atrás, al pasado. No hay amenazas de violencia”, aseguró Billy Hutchinson, líder del Partido Progresista Unionista (PUP) y exdirigente de su antiguo brazo armado, la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF), una de las bandas terroristas más sangrientas del conflicto.

La UVF, el Comando de la Mano Roja y la Asociación de Defensa del Ulster (UDA) enviaron esta pasada semana una carta a los Gobiernos británico e irlandés para comunicar que retiraban “temporalmente” su apoyo al acuerdo de Viernes Santo, firmado en 1998.

Los paramilitares “lealistas” (fieles a la corona británica) indicaron que su oposición al protocolo seguirá siendo “pacífica y democrática”.

No obstante, ese anuncio ha alarmado a Londres, Dublín y Bruselas porque la buena salud de los acuerdos de paz garantiza la estabilidad del Ejecutivo de Belfast, de poder compartido entre protestantes y católicos, y de la Asamblea norirlandesa. “Hay grupos ahí fuera que quieren destruir la Asamblea y el Acuerdo del Viernes Santo y lo que me preocupa es que cuando los políticos no hacen política se crea un vacío que será ocupado por los pistoleros”, sostiene Hutchinson, concejal en el Ayuntamiento de Belfast.

Después de pasar por la cárcel por el asesinato de dos hermanastros católicos en 1974, crímenes de los que nunca se ha arrepentido, este histórico paramilitar protestante respaldó la estrategia de su partido para lograr la adhesión de la UVF al proceso de paz y su posterior desarme, si bien algunas facciones siguen implicadas en actividades de crimen organizado. Aunque insiste en que “no hay amenazas de violencia”, pide a Londres y Dublín “que se tomen este asunto seriamente”, tal y como hicieron, dice, “cuando sí hubo amenazas del IRA”.

Hutchinson se refería a las primeras etapas de la negociación del brexit, cuando el Sinn Féin, brazo político del IRA durante el conflicto, y el Gobierno irlandés ya advirtieron que una infraestructura fronteriza entre las dos Irlandas se convertiría en objetivo de atentados para los disidentes del IRA.

El dilema, sostiene, es que la solución a ese problema (el protocolo) ha creado otro. Ahora es la comunidad unionista la que se siente desplazada: se sienten, dice, “como ciudadanos de segunda clase”. “Toda acción tiene su reacción. Yo digo que, claramente, hay un problema político que debe de ser resuelto por un proceso político. Si los políticos hacen su trabajo, no habrá necesidad de recurrir a la violencia”, concluye.

Las dificultades de suministro que sufre Irlanda del Norte por la entrada en vigor del brexit, que hace que las mercancías que llegan desde la isla de Gran Bretaña deban ser sometidas a controles en los puertos, se han convertido en el ariete que Londres y los unionistas blanden contra el protocolo.

Esta pasada semana, coincidiendo con el inicio de su nueva misión como responsable del Gobierno para el brexit y la UE, el antiguo negociador británico David Frost se estrenó anunciando que su país alarga unilateralmente el periodo de gracia para exonerar a mercancías de ciertos controles aduaneros.

Eso provocó la ira de Bruselas, pero también del Gobierno irlandés y de los republicanos, que buscan la reunificación de la isla.

Misión cumplida. El político británico Nigel Farage, uno de los líderes de la campaña para la salida de Reino Unido de la Unión Europea, ha anunciado su retirada de la jefatura del Partido para la Reforma de Reino Unido y de la política en general, tras considerar que su función había terminado. “Ya no hay vuelta atrás. El brexit ha terminado”, comentó Farage a un podcast del diario The Telegraph. “No voy a dar marcha atrás. Sé que he regresado una o dos veces cuando la gente pensaba que me había ido, pero hasta aquí hemos llegado. Se acabó”, añadió. Ahora, Farage tiene intención de seguir “influyendo en el debate político”. Aseguró que su misión será ahora hacer campaña “contra la influencia de China en Reino Unido”.