- Francia vive un hecho inédito: un expresidente, Nicolas Sarkozy, en el banquillo de los acusados procesado por corrupción y tráfico de influencias, por lo que se enfrenta a una pena de hasta diez años de prisión si es declarado culpable.

Presidente entre 2007 y 2012, Sarkozy afronta además otros dos casos legales, con un juicio ya seguro que tendrá lugar el año próximo, lo que conforma una complicada situación judicial, aunque el expolítico conservador mantiene su inocencia e insiste en ser víctima de una amplia conspiración en su contra.

Sarkozy, de 65 años y retirado de la política desde 2016, comparecerá ante un juzgado penal por el presunto intento, junto con su abogado Thierry Herzog, de corromper a un magistrado que entonces era abogado general ante el Supremo, Gilbert Azibert.

La acusación mantiene que Sarkozy y Herzog ofrecieron a Azibert conseguirle un puesto en el Consejo de Estado de Mónaco a cambio de ayuda en otra investigación judicial contra él.

Los tres son acusados de los mismos delitos de corrupción (activa o pasiva) y tráfico en influencias, y en el caso de Herzog se le suma violación de secreto profesional. Afrontan hasta diez años de cárcel y un millón de euros de sanción.

El caso se basa en unas conversaciones telefónicas entre Sarkozy y Herzog, en las que ambos supuestamente hablaban de cómo habían ofrecido a Azibert el puesto si ayudaba al político a conocer el estado de una investigación por la presunta recepción de fondos de la multimillonaria Liliane Bettencourt (del grupo cosmético L’Oreal) para la financiación irregular de su campaña presidencial de 2007.

A fin de investigar ese caso, Sarkozy fue puesto a finales de 2013 bajo escucha telefónica por los investigadores tras recibir la autorización judicial.

Así se descubrió en 2014 que tenía otra línea telefónica, bajo el nombre supuesto de Paul Bismouth, desde la que mantuvo la posible conspiración con su abogado.

En Francia las comunicaciones entre cliente y abogado son secretas, pero hay una excepción cuando el letrado participa en la presunta comisión de un hecho criminal.

La acusación mantiene que alguien dentro del aparato de la Justicia les avisó de las escuchas, por lo que dieron marcha atrás y trataron de disimular en las últimas conversaciones en esa línea secreta. Una investigación separada para tratar de hallar al presunto topo terminó sin resultados.

En su documento de acusación, presentado en octubre de 2017, la Fiscalía Nacional Financiera consideró que los acusados actuaron como “delincuentes expertos”.

El juicio comienza hoy y está previsto que concluya el 10 de diciembre, pero las fechas podrían cambiar si prospera una demanda de aplazamiento de la defensa de Azibert, de 73 años, por motivos de salud.

Ver a un expresidente en el banquillo es algo totalmente nuevo en Francia. Cuando el fallecido Jacques Chirac (presidente entre 1995 y 2007) fue juzgado y condenado en 2011 por el caso de los empleos ficticios de la Alcaldía de París, evitó comparecer ante el tribunal alegando su frágil estado de salud.

Es el primero de tres juicios en su contra.Además del juicio por presuntamente tratar de corromper a un abogado, está muy avanzada la investigación por la presunta financiación del régimen libio de Muamar Gadafi de su campaña presidencial de 2007. Además, entre marzo y abril de 2021 se sentará en el banquillo por financiación ilegal de su campaña presidencial de 2012. El expresidente mantiene su inocencia y afirma ser víctima de “un complot político”.

Es el seudónimo utilizado por el expresidente, descubierto cuando los jueces decidieron pinchar su teléfono, destapando que tenía una línea telefónica secreta en la que utilizaba este seudónimo y desde la que mantuvo la posible conspiración con su abogado.