El mundo una vez más se enfrenta a un escenario bélico. La crisis desatada en Irán y Estados Unidos ha alcanzado cotas de violencia que amenazan con desembocar en un conflicto de impredecibles resultados. Un nuevo episodio de violencia en Oriente Medio que pone a la Unión Europea ante el espejo de su capacidad de influencia internacional. Su apuesta por la diplomacia multilateral y el concepto de seguridad integral basado en la cooperación al desarrollo y la defensa de los Derechos Humanos deben demostrar en situaciones como la que estamos viviendo su eficacia. De nada valen ya, en plena lucha supremacista de las potencias mundiales, que los europeos nos limitemos a las llamadas al diálogo desde posiciones meramente buenistas. Una auténtica prueba de fuego también para las renovadas instituciones europeas, en las que la presidenta Von der Leyen y el Alto Representante de Exteriores, Josep Borrell que se estrenan con la gestión de una crisis de gran magnitud.

UNA EUROPA FUERTE EN EL MUNDO Hace escasamente dos meses, cuando Von der Leyen presentó su agenda para Europa como candidata a presidenta de la Comisión Europea el punto 4 se enunciaba de manera grandilocuente: “Una Europa más fuerte en el mundo”. “Quiero que Europa se esfuerce más en el refuerzo de una marca única de liderazgo mundial responsable”, aseveraba. Casi sin tiempo para acomodarse en su despacho del Berlaymont, la crisis desatada entre Irán y Estados Unidos, le obliga a predicar con hechos y nos solo con palabras. Puesto que la paz, la seguridad y el desarrollo son interdependientes, necesitamos un enfoque integrado y general de nuestra seguridad. Por ello, Europa debe desempeñar un papel como actor de pleno derecho y activo a nivel mundial. Los retos en materia de seguridad se están tornando diversos e imprevisibles y sus consecuencias influyen en la situación de nuestras economías y en el bienestar de nuestros ciudadanos. Ni somos una isla, ni un territorio que pueda bunkerizarse, vivimos en un mundo interrelacionado con todas sus consecuencias.

LAS REGLAS INTERNACIONALES VULNERADAS El terrible recuerdo de las dos guerras del Golfo ha revuelto nuestras memorias y nuestras conciencias tras el asesinato del general y héroe nacional iraní Souleimaní, por parte de drones estadounidenses. En la madrugada de este miércoles se producía la Operación Mártir Souleimaní con la que Irán respondía y se saldaba con una veintena de misiles lanzados contra tropas norteamericanas. Un escenario de acción-reacción que ha puesto de manifiesto la vulneración de todas las reglas internacionales. Eso significa que los ataques preventivos reemplazarán cada vez más la lógica de la disuasión, que proporcionó un cierto grado de estabilidad en el pasado. El arbitraje del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha saltado también por los aires. El resto de potencias internacionales se han limitado a dar la razón a sus aliados tradicionales. En medio, como siempre, la Unión Europea cuyos principales Estados miembros tampoco han actuado de forma coordinada. Ni Alemania, ni España, por ejemplo, condenaron el último ataque.

UNA ESTRATEGIA DE PREVENCIÓN DE CONFLICTOS Si la Unión Europea quiere ser creíble en el mundo, debe aportar soluciones a las crisis que se generan interna y externamente. La puesta en marcha de una estrategia preventiva eficaz requiere, en primer lugar, el desarrollo de sistemas de alerta temprana de conflictos, es decir, de mecanismos de recogida y análisis de datos que permitan identificar conflictos potenciales e incidir, una vez transmitida la información a los centros de decisión política, en la adopción de una respuesta o acción temprana para su prevención. Desarrollar la capacidad de diplomacia preventiva europea, que pueden llegar a tener el apoyo de las sanciones económicas y, por supuesto, si se quiere ser alguien en el mundo, la capacidad de intervención militar con una fuerza de mediación en misión de paz. Todo ello requiere perder los complejos a ser potencia mundial y tener voz propia, dado que los aliados históricos ya no cuentan con nosotros. Y para ello, por supuesto, tendríamos que superar los escollos de la unanimidad que mina la operatividad real de la UE.