DONOSTIA - Un hombre que está siendo juzgado en Donostia por abusos sexuales a una niña, sobrina de su compañera sentimental, se enfrenta a una petición de once años y medio de prisión por parte de la Fiscalía, que le imputa por un delito continuado por estos hechos.

El juicio por esta causa ha arrancado este lunes en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa con la declaración de la niña, que, por su corta edad, no ha tenido que estar presente en la sala, donde se ha proyectado a puerta cerrada su testimonio que había sido grabado con antelación como prueba preconstituida en la fase de instrucción.

Asimismo, en las cuestiones previas de la vista, el acusado ha solicitado que se le permita declarar en último lugar cuando concluya la práctica del resto de la prueba testifical, solicitud a la que el tribunal ha accedido con la única oposición de la acusación particular.

Según han relatado varios testigos durante el juicio, los hechos se habrían producido en varias ocasiones en los años 2015 y 2016, cuando el inculpado habría aprovechado que la víctima y su hermana menor se encontraban pernoctando en su casa para someter a la mayor de las niñas a distintos tocamientos.

Estos hechos se habrían producido tras la separación de los progenitores de las niñas, durante algunos de los fines de semana que por el acuerdo que regulaba la custodia de las menores les correspondía estar con su padre.

Éste en algunas oportunidades las dejaba al cuidado de su hermana y tía de las niñas, quienes pasaban la noche en su casa junto a sus tres primos.

Durante la sesión de la vista celebrada hoy ha declarado la madre de las niñas, quien ha explicado que tuvo conocimiento de lo sucedido en abril de 2017, cuando escuchó una discusión entre ambas hermanas y que la pequeña amenazaba a la mayor con "chivarse" de que el acusado se metía en su cama.

La testigo ha precisado que al pedir explicaciones sobre este asunto a la niña, ésta se puso "muy nerviosa" y no quería contarle nada, si bien posteriormente le dijo que el inculpado "se metía por la noche en su cuarto, le tocaba en sus partes, le intentaba besar" pero ella "no se dejaba" y que la hermana pequeña había sido testigo de ello.

Según el relato de esta mujer, el inculpado también habría intentado en alguna ocasión ir más allá de los meros tocamientos y también les había enseñado el pene a ambas hermanas.

La madre ha recordado que llamó al padre para contarle lo sucedido, quien le reconoció que sabía que "algo pasaba" porque la pequeña también le había contado parte de lo sucedido a su nueva compañera sentimental y le había dicho que no quería regresar a casa de su tía porque el procesado "era malo".

La progenitora ha comentado que, a raíz de lo sucedido, la menor estaba "rara" y "comenzó a ir muy mal en el colegio" porque estaba "como ida" y ha comentado que, aunque alguna vez vio que la niña tenía su zona genital "enrojecida" al regresar de casa de su tía, nunca pensó que podría ser fruto de unos abusos y creyó que tal vez la irritación sería resultado de una mala higiene.

Ha señalado que, finalmente, tras conocer lo ocurrido decidió denunciar los hechos, a raíz de los cuales su hija ha precisado de atención psicológica.

El relato del padre de las niñas ha sido coincidente en parte con el de la madre, ya que ha explicado cómo la mayor de las hermanas le contó lo ocurrido a su compañera sentimental, quien a su vez la convenció para que se lo relatara a él.

Ha recordado que, previamente, en diciembre de 2016 las niñas ya le habían dicho que no querían volver a casa de su tía porque el inculpado "era malo", si bien pasaron casi cuatro meses hasta que relataron lo sucedido, un relato que también ha sido corroborado por el testimonio de su nueva compañera sentimental.