unque la fe haya ido perdiendo fuerza, la tradición sigue teniendo mucho peso en la localidad goierritarra de Segura. No hay más que ver la procesión de Semana Santa que se sigue celebrando en la localidad, los días de Jueves Santo y Viernes Santo. “La tradición se ha transmitido de generación en generación, de los abuelos a los padres, de los padres a los hijos”, dice orgulloso Laureano Telleria, uno de los organizadores de la procesión.

Laureano Telleria es un organizador, de esos de toda la vida, dedicado e ilusionado. A pocos meses de cumplir 87 años, sigue trabajando en la procesión como si de la primera vez se tratase. Lleva, nada más y nada menos que 40 años dedicado a las labores de organización de la misma.

Ganas, desde luego, no le faltan a Telleria, y menos cuando la procesión está a punto de volver a celebrarse después de dos años de parón por la pandemia del coronavirus. “Ha costado, nos ha costado alejar el virus. Este año nos hemos animado al conocer que se van a celebrar procesiones en otros municipios. La gente está con ganas, ha respondido muy bien al regreso”, dice.

Laureano Telleria participó por primera vez en la procesión con tan solo tres años. “Al principio me vistieron de ángel, luego fui nazareno hasta los diez años, después San Miguel, y también fui penitente”. Sin embargo, de soldado romano nunca ha colaborado: “Para eso hace falta gente con altura”, dice entre carcajadas. Este año, alrededor de 400 personas formaran parte de la tradición, tanto hoy, como mañana. Seguratarras de todas las edades atravesarán las calles del municipio goierritarra para continuar siendo fieles a las tradiciones de sus antepasados.

En esta entrevista concedida a NOTICIAS DE GIPUZKOA, Laureano está acompañado por Paco Muñoa y Ceferino Agirre, de 77 y 82 años respectivamente. Muñoa y Agirre también han participado en la procesión desde pequeños, y en los últimos años, como organizadores. Tantos años colaborando juntos que únicamente con la mirada se entienden estos tres amigos. Y es que, todos coinciden y responden a la primera, de la misma manera: “La procesión de Segura es una de las más especiales, y al mismo tiempo, de las más antiguas, además de ser de las más grandes del País Vasco”. Aunque no se sabe con exactitud la edad de la procesión, existen registros que demuestran que tiene superados los 300 años.

Dentro de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Segura, Agirre trabaja limpiando y dando brillo a los accesorios que vestirán los participantes en la procesión. Tellería y Muñoa recalcan la importancia de este trabajo, que es casi invisible, pero que resulta de gran valor para poder llevar a cabo el tradicional pase. “Hay miles de piezas que hay que poner a punto para que todo salga bien”, cuenta Muñoa. “El trabajo más duro llega minutos antes de que inicie la procesión, cuando hay que adecuar, ajustar y arreglar a cada persona las sandalias, las placas, los trajes...”, añade Telleria.

Una procesión con tanta historia no es algo que se prepare a pocos días de su celebración: “Cuando se termina la Semana Santa hacemos un recuento de las piezas, para saber cuáles faltan, cuáles están rotas... lo dejamos todo contabilizado y preparado para que, cuatro meses antes de su nueva celebración, podamos prepararlo todo sin problemas”, explica Ceferino Agirre.

Aunque Semana Santa es una época del año en que las familias, parejas y amigos aprovechan para viajar o disfrutar de una escapada, en Segura la gran mayoría prefiere quedarse en el municipio para ser parte y vivir la procesión, así como los demás acontecimientos relacionados con dicha festividad. Asimismo, muchas personas también deciden acerarse a Segura para vivir de cerca la tradición centenaria.

Laureano Telleria se alegra de la cantidad de turistas que recibe el pueblo el Jueves Santo y Viernes Santo, y los distingue en tres grupos: “Los que vienen por la fe, los que se acercan por la tradición, y los que vienen en busca de juerga, que son los que más abundan en los últimos años”, se ríe.

Sea cual sea la razón por la que se visite Segura, este Jueves y Viernes Santo la localidad celebrará su procesión tras dos años de ausencia, desde las 18.30 horas.