Si alguien pregunta por su trayectoria profesional a Shua Ibáñez, no se va a encontrar con una historia común. Y es que cuando la ahora segunda sumiller del restaurante Arzak se sumerge en el mundo de la restauración, a los 16 años, comienza su andadura precisamente en este establecimiento de tres estrellas Michelin, sirviendo en sala. "Lo único que tenía a mi favor era que hablo inglés igual de bien que castellano", afirma. Eso, y "que tenía ganas de aprender todo lo que se pusiese por delante".

Esta donostiarra, de padres madrileños y criada en diversos países del mundo, decide inicialmente dedicarse a la cocina, ya que es "muy fan de todos los programas tipo Masterchef". Sin embargo, después de tres años y medio en esta privilegiada escuela práctica que es el Arzak, descubre que lo suyo "era estar de cara al público", no detrás de los fogones.

Así, a finales de 2017, sale de la ciudad que le vio nacer y tiene estancias en un restaurante familiar en Baqueira Beret y en un agroturismo de lujo en Ibiza, en ambos lugares con responsabilidades en la gestión de sala. Ahí es cuando es consciente "de la importancia que tiene el mundo de la sumillería" dentro del sector y decide especializarse en esta rama.

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Un máster de Sumillería y Enomarketing en el Basque Culinary Center y varios cursos después, Ibáñez está de vuelta en Arzak, donde se encarga de aconsejar los caldos que mejor se fusionan con los platos a degustar. Eso sí, siempre intentando "satisfacer al cliente", insiste. "Intentamos adaptarnos al gusto del cliente y que se sienta cómodo, que se sienta en casa", explica. Ella les puede proponer un vino, pero quien va siempre tiene la opción de escoger otro; entre 3.200 referencias y 70.000 botellas, hay donde elegir.

Acostumbrada a trabajar dentro del universo Michelin, confiesa que empezó "a ver lo que hay fuera de las estrellas" una vez acabó su primera experiencia en Arzak. Por tanto, sus dificultades en el sector no radican en moverse en un entorno exigente como el de la alta cocina, sino "más a nivel personal", en la parte formativa. "El vino es un mundo que va cambiando mucho", confirma, y es necesario seguir en constante aprendizaje y "en activo".

A sus 24 años, Ibáñez es consciente que forma parte de un sector todavía muy masculinizado, pero incide en que "las mujeres venimos pisando fuerte". Reflejo de ello es que, entre los "grandes profesionales" con "una trayectoria mucho más marcada que yo" a los que admira, además de nombres como Dani Robledo o Álex Pardo, también se encuentran los de Silvia García, Head Sumiller, o el de María José Huerta, que desarrolla su labor en el restaurante de Paco Roncero.

Para el futuro, el objetivo de Ibáñez es "seguir creciendo, seguir formándome", algo que aconseja también a quienes quieran dedicarse a su misma labor. Estudio y "que tenga paciencia sobre todo". Dice que "si te gusta lo que haces, te sale solo, no tienes que esforzarte mucho". Dan igual las horas transcurridas frente a los libros o de cara a la clientela: "Lo disfrutas", confirma. Es, al menos, lo que le pasa. "Tengo claro que me gusta mucho el sector en el que estoy, soy muy feliz trabajando en restauración", concluye.