"Pasamos muy mal rato. En ese momento no sabía qué hacer. Nunca me había visto en esta situación. Me puse a llorar de la impotencia. Conociendo la situación de ellos, nacidos en campamentos de refugiados saharauis, que han tenido una vida que no es la mejor y, simplemente, que se les prejuzgue así por sus rasgos, no me lo podía ni creer". Son las palabras de Sofía Fernández, que este pasado sábado, en compañía de cuatro amigos, dos de ellos de origen saharaui, vivieron un episodio de racismo con el bar Iguana de la Parte Vieja como escenario.

Todo comenzó cuando esta cántabra de 21 años, que ha venido a pasar unos días a Donostia con motivo del Festival de Cine y Derechos Humanos que tiene lugar en la capital guipuzcoana, y sus cuatro amigos decidieron entrar a tomar algo en el conocido local donostiarra. El portero del bar negó la entrada de los dos chicos de origen saharaui. "No van a pasar porque le conozco", fue el motivo que esgrimió el portero refiriéndose a uno de los chicos. "Eso es imposible porque no somos de aquí", le respondió Sofía, que no daba crédito a lo que estaba pasando. "Nos dijo que nosotras, las chicas, podíamos pasar, pero ellos no", continúa explicando Sofía, que siguió preguntando por los motivos reales: "No van a pasar porque son moros", les espetó finalmente.

"No entendía nada. Es la primera vez que me encuentro en esta situación y decidimos llamar a la policía", relata Sofía. Fue entonces cuando entró en escena uno de los socios del bar Iguana, Juan Manuel Aguinaga, que, en opinión de Sofía, no se comportó de la mejor manera. "Nos dijo que no éramos nadie para decidir quién entra y quién no en el local. Así las cosas esperamos a que llegara la policía para contarles lo que había pasado", rememora Sofía, tampoco muy conforme con la actitud policial. "Después de explicarles, nos empezaron a animar a olvidar el asunto y a no denunciar porque ya nos habían pedido perdón", declara Sofía. "Para que esto se quede aquí, os invitamos a las copas y lo olvidamos". Esa fue la disculpa del socio del local. Excusas que no aceptaron los afectados pese a la explicación, por parte de los agentes, de la situación que está viviendo la Parte Vieja de un tiempo a esta parte en lo que a robos se refiere por parte de grupos de jóvenes magrebís. “Nos han dicho que ha habido robos y problemas de seguridad, pero eso no justifica meter a todos en el mismo saco. Es que a nosotros también nos pueden robar”, lamenta.

Los chicos saharauis querían seguir adelante con la denuncia. "La policía nos tomó los datos, nos dijeron a la comisaría a la que ir. Nos dijeron que ya estaba todo notificado y que tenían nuestros dato. Más tarde fuimos a la comisaria y, ante nuestra sorpresa, nos dijeron que no tenían notificado nada. Yo creo que pensaban que no íbamos a seguir adelante con la denuncia", se sincera Sofía. "Y aunque nuestra intención era esa, finalmente hemos decidido no denunciar y dejarlo estar. Mis amigos no son de aquí -son de Málaga- y todo iba a ser muy complicado, tema de abogados, papeleo...", explica una Sofía que ha vivido, como ella misma reconoce, "una de las situaciones más surrealista" de su corta vida.

El Bar Iguana pide perdón

Este periódico también se ha puesto en contacto con el bar Iguana para conocer su versión de los hechos. Reconocen los acontecimientos y vuelven a pedir perdón. "Nos confundimos de persona", reconocen. La situación que vive la Parte Vieja en lo que a robos se refiere ha hecho que sean muchos los locales que han decidido protegerse. "El portero tiene esa consigna, evitar que entre gente de ese perfil. Casi siempre que nos ha sucedido algo así son con este tipo de gente que suele estar en la Plaza Sarriegi. Nos confundimos de personas y mi socio ya pidió perdón", esgrimen desde el Iguana. "Llevamos 33 años y es la primera vez que en el bar pasa una cosa de este tipo. Me da mucha pena porque este va a repercutir en nuestro local", lamentan.