- Nekane Uranga, al frente de Sagarmiña Txakolina de Mutriku, habla con entusiasmo de su trabajo y tiene claro que solo la alegría y el gusto por lo que se hace, con una buena dosis de profesionalidad, puede dar como resultado un producto como el que sale de sus bodegas que se vende, casi en su totalidad, en Euskal Herria. Este año, covid manda, no ha habido presentación oficial de la cosecha, pero Uranga ofrece a NOTICIAS DE GIPUZKOA algunas pistas de cómo va a ser el txakoli de 2022.

¿Cómo va a ser el txakoli de este año?

-Viene este año con mayor acidez, menos grados de alcohol y con aromas cítricos. Al haber sido este último un verano con poco sol, a la uva le ha costado madurar. Pero el txakoli está gustando mucho.

¿Qué se espera de una temporada que ya empieza rara debido al covid?

-Yo espero que sea una muy buena temporada. Confío en que no vaya a peor. No creo que se vayan a volver a cerrar las bodegas del todo. Lo que observo es que el txakoli se bebe cada vez más, que se pide en los bares también al mediodía. En mi caso, y así me lo han comunicado también otros bodegueros, estoy yendo para arriba. No voy a mentir: estamos vendiendo todo y tenemos pedidos. En invierno también hemos sacado mucho producto. Otros años para San Anton (17 de enero) embotellaba tan solo dos barricas y este año ya vamos por la cuarta o quinta. Las previsiones son buenas.

¿Qué tal ha ido la cosecha?

-A la uva le ha costado madurar, pero mirando todo el proceso en su totalidad ha ido bien. Empezamos la cosecha a finales de septiembre y nos ha hecho buen tiempo para vendimiar, con poca lluvia. Es cierto que se ha recogido un 10% menos que el pasado año en la mayor parte de los casos que conozco, pero la cosecha ha sido buena, con buena uva.

¿Todos los txakolis son iguales?

-No. Los hay más afrutados, menos afrutados, el clima también influye, si estás más al sur o más al norte... Hay distintos factores que afectan. En una misma bodega poco puede variar, porque se cosecha en las mismas condiciones, pero, por ejemplo, sí hay diferencias entre las vides que están a cierta en altura en la montaña y las que no lo están etc. Incluidas en la Denomínación de Origen Getariako Txakolina hay 36 bodegas y yo creo sí hay diferencia.

¿En qué?

-En distintos aspectos. Unos tienen más acidez que otros, un sabor más o menos afrutado... Y luego, a cada cual le gusta uno u otro. Hay a quien le gusta más bizi a otro más finos o suaves...

¿Y cómo es el txakoli de Sagarmiña de este año?

-Este año está muy aromático, muy fresco en la boca y con chispa. En mi opinión, no es igual que el del año pasado pero me gusta, es un buen vino.

En las bodegas históricamente se ha visto a más hombres que mujeres, pero la presencia de la mujer es cada vez mayor. ¿Cómo se inició usted en este mundo?

-Es una historia larga. Soy de Zestoa y me he criado en Arroa, en el caserío toda la vida. Los veranos íbamos a La Rioja con mis padres y con ocho o diez años ya iba a vendimiar, ayudando a un amigo que era bodeguero. Conocí a mi marido, que era de Mutriku, y me vine a vivir aquí. La familia de mi marido tenía una parcela pequeña de la que salía txakoli que se consumía en casa. Yo trabajaba en un taller pero cuando nacieron nuestras hijas me vi muy limitada viviendo en el caserío, trabajando en el taller y teniendo que llevarlas y traerlas de la ikastola, porque mi marido trabajaba en la construcción y no podía encargarse.

Y llegó el momento del cambio.

-Así es. Decidimos que dejaría el taller, plantar uva en todo el terreno que teníamos y entrar en la Denominación de Origen de Txakoli de Getaria en 2007. Trabajamos en cuatro hectáreas, realizamos las inversiones necesarias y nos lanzamos. De momento nos va bien. Pero tengo que decir que el mundo del vino siempre me ha gustado. Ahora tenemos ya casi seis hectáreas en parral, no es en espaldera.

¿Cuál ha sido la evolución del txakoli?

-Hace años, cuando de joven me empecé a interesar por el mundo del vino, veía que el txakoli era muy ácido, muy verde. Era muy diferente. Hoy en día la mejora ha sido grandísima, ha mejorado todo. Ha evolucionado muchísimo y eso se ve en los bares y en los restaurantes, donde se pide ya mucho txakoli.

Se aprecia.

-Sí, la gente está aprendiendo a apreciar que aquí hay vinos buenísimos, que se está trabajando por tener vinos de calidad y que se está logrando sacar un producto excelente. En esta zona se observa claramente que ha aumentado el consumo de txakoli. Llama la atención lo de la gente joven. Tienen dudas, les invito a probar y les gusta. Por eso cada vez viene más gente joven.

¿Cuántas botellas se producen en Sagarmiña y dónde se comercializan?

-Sumando las tres variedades que hacemos producimos 75.000 botellas aproximadamente. Trabajamos tres variedades: el txakoli del año, el que llamamos berezi y el rosado. Nosotros vendemos aquí, en nuestro entorno, en Euskal Herria, como muy lejos en una hora en coche. Solo un 10% lo vendemos a nivel del Estado. Yo no exporto nada y es que, además, no tengo suficiente producción para ello porque tengo tanta demanda aquí que no podría llegar. La veintena de distribuidores con los que trabajo son de esta zona. Se puede decir que no he tenido ni que salir de casa para ir a vender.

Una satisfacción

-Sí, muy grande. Trabajamos mucho, pero con esa respuesta te dan ganas de trabajar más. Estamos muy contentos. Esto te da alegría para seguir adelante.

¿Sagarmiña es una bodega abierta a las visitas?

-Antes del covid organizábamos visitas guiadas previa reserva. Se hacía un recorrido por el viñedo y la bodega y después, una pequeña degustación. Pero en la situación actual no tengo ganas de abrir. De forma muy puntual, si algún cliente que quiere comprar cajas de txakoli le doy a probar de las barricas, pero no estamos abiertos. Tenía intención de abrir en febrero o marzo, porque hay mucha gente que me está llamando, pero igual espero a primavera para ver si esto va pasando. La gente está esperando, hay clientes que me compran mucho y me da pena no ofrecer estas visitas y hacer txotx. Marzo, abril y mayo suele ser la mejor época y espero poder recuperar la degustación aunque sea con unas pocas mesas. Porque, además, así recojo las opiniones de primera mano y es algo que me gusta mucho, escuchar lo que dicen mis clientes.

Getaria da nombre a la Denominación de Origen y Mutriku no es tan conocida como tierra de txakoli. ¿Se está haciendo un hueco?

-En verano sobre todo, pero también en invierno, la gente tira mucho para la costa. Cuando se viene de fuera también se pregunta por los productos típicos de aquí. En verano se vende mucho txakoli y, en mi caso, el no tener bodegas cerca me ayuda, no tengo tanta competencia. Lo que está claro es que tienes que hacer buen producto, ser un profesional en lo tuyo. Yo estoy todos los días encima. Voy todos los días a la bodega, ahora pendiente de la poda... Es un trabajo que no se termina. Pero yo lo hago con ganas porque si no vas con ganas, mejor no ir a trabajar.

Getariako Txakolina: Denominación de Origen de Gipuzkoa. Hectáreas de viñedo: 443. Número de bodegas inscritas: 36. Incorporaciones: Murgialdai en Oñati y Aitaren en Zestoa.

Uva: El 80% de la producción debe ser de las variedades Hondarrabi Zuri y Hondarrabi Beltza. El 20% restante debe corresponder a las variedades indicadas en el reglamento.

Producción 2021. La cosecha del pasado año sumó 3.974.000 kilos, un 10% menos que en 2020. Grados: Una media de 11º. Características: Acidez marcada y equilibrada vendimiada en septiembre.

Cifras de en variedades. Se trabajan tres tipos. Txakoli blanco: 2.461.000 litros. Txakoli rosado: 230.600 litros. Txakoli tinto: 6.540 litros. La uva ha sido sana y de calidad.

Comercialización. Los datos de 2021 han sido buenos, similares a los de 2019. Exportación: Aumento del 30%. Destino: El principal mercado es EEUU (65%).