¿Cuánto ha subido la demanda de trabajo de un entrenador de perros?

-En los últimos tres años, de tener una media de trabajo de quince clases a la semana, han subido el doble, y todo es por lo mismo. Desde antes de la pandemia ya estaba ocurriendo, pero con la pandemia se ha acentuado. Para mí tiene que ver mucho, primero, con las modas, y, segundo, por el tema de redes sociales. Todo el que tiene perro lo expone, es una nueva forma de vivir con un compañero que va a estar contigo siempre, que va a hacer planes contigo, pero no se reconoce la responsabilidad que tiene detrás. El hecho de que por la pandemia mucha gente se ha visto sola, o necesita un impulso más para salir a la calle o incluso para socializar, el perro es un medio muy bueno. Lo que pasa es que por detrás hay mucho trabajo.

¿Cuánto trabajo hay detrás de un perro?

-El mismo trabajo que habría con un bebé o con un hijo tuyo. Lo que pasa es que las formas de enseñarle y de comunicarse con él es diferente, que es lo que cada persona responsable de un perro debería saber. No solamente con amor o con ganas se consiguen cosas, sino también con conocimiento. Y en caso de no tener el conocimiento suficiente, ponerte en manos de un profesional que ayude. Y luego saber qué individuo como perro estás cogiendo. No es lo mismo una raza que otra, y dentro de una raza, no es lo mismo un individuo que otro. Y eso hay que saber y aceptar cómo es el perro para educarle o trabajar con él. El trabajo es algo diario y constante. No vale con hacer un poquito hoy. No, es todos los días. Yo lo matizo mucho en las clases, que aunque hagamos ejercicios de obediencia, que son cosas muy sencillas y que el perro va aprendiendo poco a poco, pero si no se mantiene un trabajo, eso se olvida.

¿Qué es lo más difícil para educar a un perro?

-No tener conocimiento suficiente y no conocer al perro que tienes. Te pueden dar muchos métodos, ideas, pero si tú no entiendes las necesidades del individuo en concreto que tienes, nunca vas a saber ni educarlo ni vas a lograr cosas.

¿Cuántas horas de entrenamiento exige?

-Depende. La convivencia es de 24 horas. La comunicación que tengas con tu perro es súper importante. Eso es a todas horas. Luego, con cosas específicas no necesitas mucho tiempo al día. Con un poquito es suficiente, pero eso se debe hacer todos los días. Le enseñas, por ejemplo, algo de obediencia y no porque estemos una hora trabajando el mismo ejercicio va a aprender más, sino que se hace un tiempo más corto y más efectivo, y con eso te va a ir mucho mejor que si estás mucho tiempo. Al perro le pedimos cosas que muchas veces no son naturales para ellos. Al final se aburren e incluso no les gusta realizar este tipo de actividades.

En su opinión, ¿cuánta importancia tienen los filtros que deben realizar los criadores o las protectoras a la hora de entregar un perro?

-Hace años estuve ayudando en una protectora en Toledo y lo que me gustaba, por ejemplo, eran los filtros que se hacían a la hora de la adopción. Se hacían entrevistas con las personas y las preguntas iban relacionadas con el estilo de vida o con los ingresos. Porque no hay que olvidar que un perro es caro. No solo es quererle, sino que hay que pagarle muchas cosas. Los filtros me parecen importantes para saber si la persona es adecuada para ese perro y no tanto al revés. Si no se hace este tipo de filtros... Trabajando en una protectora, lo que tú no quieres es que un perro que se va, vuelva. Para el perro es un sufrimiento impresionante y para la persona que está trabajando día a día es frustrante. Es muy importante que esos filtros se lleven a cabo de forma seria. En los últimos años lo que más me ha aumentado son casos de perros con genéticas o con impulsos genéticos muy desarrollados, que los han adoptado familias que por el estilo de vida, por la forma de ser, incluso por el desconocimiento, ese perro les viene muy grande. Todo son problemas para ellos cuando el perro en sí está siendo él mismo. Esas conductas que para nosotros son problemáticas, con el factor estrés, se acentúan y es un verdadero problema. Y, en muchos caso, se devuelven a la protectora y el que sufre es el perro.

¿Cuántos años lleva trabajando?

-En este trabajo, cinco años. Yo me formé en Madrid y estuve de prácticas allí. Y luego ya decidí venirme a Donostia. Pero yo sigo formándome porque pienso que cada día se descubren cosas nuevas y hay que seguir formándose. No solo basarse en un método de entreno o educación. Cada vez hay más propuestas y es lo que necesitamos. Cada caso es diferente, hay muchas variables detrás (la situación familiar, el entorno donde vives...) Esto último para mí es fundamental. Ahora están muy de moda los Border Collie. Son perros muy sensibles, que tienen unos impulsos genéticos muy altos y se están introduciendo en la ciudad, donde los estímulos son muy fuertes, hay mucho movimiento. Es algo que de normal ya estresa al perro. Si a eso le juntas más variables, es un problema el salir a la calle todos los días. Hay que buscar un poco el ambiente adecuado para cada perro. Estar todos los días viendo coches pasar no ayuda. Todo hace que el perro no esté tranquilo.

¿Lo suyo es vocacional?

-Se puede decir que sí. Bueno, en sí estudié empresariales, pero trabajando en Madrid me metí como ocio en este tema. Llevo con perros toda la vida. Me empezó a gustar demasiado y vi que podía ser una posibilidad de trabajo, de vivir de esto. Ahora hay mucha demanda. Todo el mundo está viendo esta profesión como una posibilidad. Pero esto no es solo estudiar algo. Esto exige constancia. Todavía me falta mucho por aprender y por formarme. En esta ocupación se trabaja más con las personas que con los perros. Igual debería haberme sacado la carrera de psicología.