scalar se ha convertido en una de las modalidades de ocio y deportivas que un mayor crecimiento está experimentando en los últimos meses. La pandemia del covid hizo que a la gente le apeteciera probar cosas nuevas. Los cierres perimetrales, las dificultades para hacer deporte en grupo... dieron pie a que hayan experimentado un repunte otras actividades que antes parecían destinadas a un público más especializado pero que ahora se han generalizado. Y en este escenario ha crecido la escalada, acompañado en su caso por el hecho de que este pasado verano se estrenara como disciplina olímpica, lo que le otorgó una gran visibilidad entre el público. Entre una cosa y otra, cada vez más gente quiere probar qué es eso de escalar paredes verticales. Sin ese punto competitivo del deporte, simplemente como alternativa de ocio. Y como empezar en roca, sin tener conocimientos previos, resulta complicado, son muchos los que están acudiendo a rocódromos, que reconocen que han notado "un auge exagerado" y que tienen incluso dificultades para absorber "tanta demanda".

Polideportivo Pío Baroja

El rocódromo pionero ha triplicado sus socios

Tres son los principales rocódromos en Gipuzkoa: el del Polideportivo Pío Baroja de Donostia, el Área 51 Boulder, situado en Irun, y el Factory Boulder, en el Polígono 27 de Donostia. El pionero es el del Pío Baroja, gestionado por el Club Deportivo Fortuna. "Fue el primer rocódromo de Gipuzkoa a nivel profesional, se podría decir. Abrió en 1997", comenta Joshka Natke, que lleva trabajando como monitor en el polideportivo desde 2007 y que actualmente es uno de los responsables de mantenimiento del rocódromo. Confirma la "transformación" que ha vivido esta modalidad de ocio o deporte en los últimos años: "Se nota desde 2016, pero sobre todo a raíz de la pandemia. En estos años hemos pasado de tener 130 abonados o así a estar en casi 400". Es decir, se ha triplicado la cifra de usuarios del rocódromo, lo que obligó al polideportivo a "ampliar las instalaciones": "Incluso así a veces no damos abasto, es una pasada la de gente que viene. En verano baja un poco la cantidad porque la gente igual se va al monte a hacer roca, pero en otoño vuelve a subir".

Joshka considera que la pandemia hizo que la gente buscara "deportes distintos", y la escalada se ha convertido en una "alternativa para hacer ejercicio de forma más divertida que ir al gimnasio", impulsada por su estreno este pasado verano en los Juegos Olímpicos. "El público es variado", comenta este monitor del Pío Baroja: "Hay perfiles muy diferentes. Hay gente montañera que sube montes en los Pirineos y quiere aprender a escalar en roca, y para eso viene aquí, y luego hay otro perfil de gente que viene sin conocer nada de la escalada más que lo que ha visto en la tele y quiere iniciarse. Nos adaptamos a lo que viene, hay gente que hace indoor, viene a pasárselo bien y ya está, y otra gente que quiere aprender bien el manejo para ir luego al monte".

El interés entre los niños y niñas ha crecido también de forma notable: "Desde las cuatro de la tarde hasta las diez de la noche tenemos prácticamente cubiertas todas las plazas en los cursillos para chavales desde los cinco años hasta los 16", comenta Joshka, que considera que hay margen para que la escalada indoor siga creciendo en el territorio: "The Factory Boulder ha ampliado sus instalaciones, y no es de extrañar. Ahora mismo los rocódromos no somos capaces ni de absorber el número de gente que quiere escalar. Podríamos ser el doble de grandes y seguiríamos llenando, hay mucha demanda. Seguro que hay alguna empresa grande -en Barcelona o Madrid hay instalaciones capaces de acoger a un millar de usuarios- que ha puesto sus ojos en Gipuzkoa". Joshka cree que las instituciones podrían implicarse en ofrecer un espacio a los escaladores: "Hay un montón de campos de fútbol y de frontones, pero rocódromos no. Nos gustaría que el Ayuntamiento se diera cuenta".

Área 51 Boulder Aretoa

Un 30% más de usuarios en un año

Mikel Martiarena es el dueño de Área 51 Boulder Aretoa, situado en el barrio de Ventas (Irun), y coincide en el diagnóstico de Joshka Natke. "Después del confinamiento la gente salió con ganas de hacer deporte y de probar cosas distintas, y que la escalada entrara en los Juegos Olímpicos y encima ganara Alberto Ginés ha hecho que la ola se haya mantenido". Hasta el punto de que Área 51, que se inauguró en 2014, ha tenido "una subida de alrededor del 30%" en cuanto a usuarios en el último año, aumento que puede asumir ya que cuenta con "instalaciones suficientes: tenemos dos salas grandes para escalar y también dos gimnasios, así que la gente se puede repartir bastante bien".

Considera Mikel que antes la escalada se percibía como "un deporte muy específico, que requiere mucha fuerza", pero en realidad es un deporte abierto a todo el mundo: "Cualquier persona puede escalar. Se ha desmitificado eso de que hay que estar súper fuerte, la gente ha comprobado que puedes empezar de cero y aprender". El hecho de que haya instalaciones como la suya hace que la gente interesada tenga más facilidades para aprender: "Antes estaba solo el Pío Baroja. Cuando yo empecé no había rocódromos, íbamos los amigos de forma autodidacta al monte. Ahora te apuntas a un rocódromo, te enseñan y si quieres ir al monte a escalar ahí, estás preparado".

En Área 51 están "más enfocados a ser una escuela de escalada", con clases divididas por edades: "Tenemos chavales que empiezan, grupos de adaptación a partir de los trece años a los que se les mete un poco más de caña, un grupo especial de jóvenes que ya destacan y que se les enfoca a competiciones, y grupos de mayores que vienen a entrenar. Y aparte hay mensualidades para gente que quiere escalar por su cuenta".

Una vez adquiridas las nociones básicas, Mikel Martiarena cree que la escalada "puede aportar mucho": "Es un deporte entretenido, al aire libre, en lugares a los que la gente no está acostumbrada". Por ello, Área 51 organiza también "quedadas para ir al monte a escalar, hacer cuerda o boulder. Para hacer esto necesitas un grupo de gente, e instalaciones como la nuestra facilitan que haya una continuidad y que se puedan formar grupos que luego salgan al monte".

The Factory Boulder

Un local nuevo para acoger más escaladores

The Factory Boulder ha sido el último gran rocódromo de Gipuzkoa en abrir. Su inauguración tuvo lugar en 2018, pero sus instalaciones pronto se quedaron pequeñas y hace apenas tres semanas abrieron la puertas de un centro más grande en un pabellón del Polígono 27 (Donostia). "Nos quedamos sin sitio para la gente que teníamos y las actividades que queríamos organizar. El local de ahora tiene 1.000 metros cuadrados de superficie y 1.600 metros cuadrados escalables. No es del gran tamaño de los de Madrid y Barcelona, pero es un tamaño correcto para nosotros", explica María Epelde, una de las socias de este nuevo local cuyo estreno confirma el indudable crecimiento que está experimentando la escalada.

"Desde 2018 siempre ha ido en aumento el número de usuarios y ha crecido más estos últimos meses. Después del confinamiento estricto abrimos con aforo reducido, pero como había otras cosas que no se podían hacer, para muchas personas venir aquí a escalar era el plan. Y ahora, con las nuevas instalaciones, hemos arrastrado a los socios de antes y está viniendo un montón de gente nueva que quiere conocer este deporte". The Boulder Factory cuenta con alrededor de 400 socios, cifra que prevén "aumentar" a lo largo del mes de noviembre "con el inicio de los cursillos para adultos". Pero sobre todo destaca una cifra, ya que acuden a su local "200 niños en actividades extraescolares por la tarde". "Una pasada", reconoce María.

Ante esta demanda, sorprende que locales como Área 51 o The Factory Boulder no hayan surgido antes para acompañar a las instalaciones del Pío Baroja. "La escalada siempre ha estado ahí, y en Euskadi hay una tradición importante de montaña, pero los locales y rocódromos en nuestra zona se limitaban a asociaciones pequeñas que en salas privadas montaban su propio rocódromo de una manera muy artesanal. Nosotros hemos vivido ese mundillo hasta que ha entrado esta ola de rocódromos más comerciales, abiertos a todo el mundo. Es un deporte que se ha urbanizado. Antes era una manera de entrenar para ir luego a roca, y ahora es una manera de ejercitarse en vez de ir al gimnasio, por ejemplo. Muchos escaladores nos dicen que cómo puede ser que no hubiese esto antes".

María destaca que en algunos países la escalada "tiene mucha tradición como deporte y está incluido dentro del currículum oficial de los colegios", cosa que no sucede aquí. Sin embargo, "cada vez son más los centros educativos que se interesan por los rocódromos y meten la escalada dentro de su calendario igual que la natación, por ejemplo", cuenta la socia de The Factory Boulder, que destaca también que la escalada "es un deporte muy completo para los pequeños, se pueden trabajar muchas cosas".

La amplitud de las nuevas instalaciones va a permitir a este negocio situado en Donostia ofrecer una variada gama de opciones a sus clientes: "Por ahora estamos haciendo cursillos para niños y adultos, pero tenemos una sala multifuncional con espacio para hacer seminarios de prevención de lesiones, cursos específicos y hasta formación, por ejemplo para técnicos de trabajo vertical o técnicos de escalada, que es un FP superior con diferentes especialidades. Además, también habrá una sección de exteriores, de salida a escalar en roca".

"De cuatro de la tarde a diez de la noche tenemos cubiertas las plazas en cursillos para niños"

Responsable rocódromo Pío Baroja

"Cualquiera puede escalar, se ha quitado esa idea de que hay que estar súper fuerte"

Dueño de Área 51 Boulder Aretoa

"Tenemos 200 niños en actividades extraescolares por la tarde, es una pasada"

Socia de The Factory Boulder