A pesar del rápido avance en el desarrollo de las tecnologías de la información de las últimas décadas, existen sectores que hasta hace bien poco vivían anclados al siglo pasado en lo que a comunicaciones se refiere. El mundo de la pesca es uno de los grandes olvidados de la revolución digital, pues buena parte del progreso en el desarrollo de tecnologías como la del Internet de las cosas se había enmarcado siempre en tierra firme.

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Desde el pasado mes de julio, esto ya no es así. En una colaboración pionera, la empresa de comunicaciones satelitales Hispasat realizó una instalación de un sistema novedoso en la embarcación pesquera hondarribiarra Tuku-Tuku. El propósito principal de la iniciativa no era otro que mejorar muchos procesos en relación a la eficiencia en al actividad pesquera y en la seguridad a bordo, con sensores de dióxido de carbono, vibración y humo conectados a Internet vía satélite.

Estos dispositivos permiten monitorizar parámetros en tiempo real que antes o bien debían ser controlados manualmente o bien ni siquiera se medían, como la detección de ruidos anómalos en los motores del barco, ayudando a la prevención de averías y evitando que el sonido ahuyente a los peces al mismo tiempo. De igual forma, la temperatura de las neveras se controla de forma mucho más exacta para la conservación óptima del género.

"A la hora de trabajar es una auténtica maravilla", explica el patrón del Tuku-Tuku, Norberto Emazabel, a NOTICIAS DE GIPUZKOA, asegurando que aunque siempre ha habido avances técnicos a lo largo de las décadas, este supone "un verdadero salto adelante". En materia de seguridad, Emazabel indica que la nueva instalación resuelve de un plumazo muchos quebraderos de cabeza.

Pero más allá de eso, el patrón asegura que a quienes más les ha cambiado la vida este proyecto es a los propios arrantzales, cuyo bienestar personal se ha visto multiplicado en los últimos meses. Y es que la instalación viene también con conexión a Internet estable para los marineros, cuyo trabajo se ha caracterizado históricamente por el aislamiento absoluto durante sus faenas en alta mar.

Uno de los tripulantes del Tuku-Tuku, Pedro Carrera, considera que la magnitud del cambio es similar a la de la revolución de los smartphones en tierra. "A día de hoy quien no tiene móvil es un bicho raro, y nosotros estábamos así cada vez que salíamos a la mar", dice Carrera, que explica que la única forma que tenían antes los arrantzales de contactar con sus seres queridos era subiendo al puente de la nave y llamando vía satélite con el mismo dispositivo que utiliza el barco para contactar con las autoridades portuarias. Es decir, que todos los marineros mantuviesen una comunicación fluida con sus familias era una absoluta quimera.

Pero ahora, es algo normal. "Cuando termina la jornada laboral y el patrón nos dice que se ha habilitado la conexión wi-fi es el mejor momento del día", explica Carrera, que no cree posible explicar con palabras la felicidad que se sienten aquellos tripulantes que son padres "al poder llamar a sus hijos para preguntarles qué tal les ha ido el día o a sus parejas para decirles que les quieren".

Sobre todo en un trabajo como el pesquero: "A mí me ha pasado de salir de puerto sin ningún tipo de problema y volver 15 días después para enterarme de que un tío había fallecido". Aunque para Carrera, la situación inversa era casi peor: "Cuanto te llevabas un problema personal de tierra, te lo llevabas para toda la faena".

En ese sentido, el arrantzale afirma con rotundidad que "no podría estar más agradecido" por la implantación del proyecto piloto, tanto con su patrón como con la empresa: "A mí me ha hecho más feliz". Si el proyecto resulta exitoso (y todo a apunta a que ya lo es), Carrera espera que otras tripulaciones también puedan beneficiarse de estas ventajas en el menor plazo posible.