- Justo cuando los gobiernos se congratulaban por el triunfo de la ciencia por la ágil respuesta dada a la pandemia llegó el fracaso estrepitoso de la Humanidad, materializado en una distribución de las vacunas desigual y desacompasada. Lo expresaba hace unas semanas el director de la OMS y lo refrenda en esta entrevista Yahcov Ruiz, cara visible de la plataforma Right2Cure en Euskadi. Reclama el acceso universal a los antídotos que están calmando la voracidad del virus; al menos en los países con más recursos. Una postura en la que tiene mucho que ver Joe Biden porque, a juicio de Ruiz, bastó una palabra del presidente estadounidense en favor de la liberación o exención de las patentes farmacéuticas para que la mayoría de instituciones y gobiernos, incluido el vasco, confirmaran su apoyo a esa medida sanadora.

¿En qué momento se nos olvidó que esto es un problema mundial y optamos por mirarnos el ombligo?

-La mayoría de la sociedad siempre ha tenido presente que es un problema global y que, por tanto, requiere soluciones globales. El problema está en la industria farmacéutica, que en lugar de un problema mundial ha visto la oportunidad del siglo para hacer negocio, obviando que detrás de su avaricia hay miles de muertes.

Mandatarios e instituciones, incluso la mayoría de los ciudadanos anónimos, apelamos a la solidaridad en el acceso a las vacunas para los países con menos recursos, pero esto me temo que es más fácil... ¿Sentido común?

-Este virus ha venido para quedarse, al igual que otros en nuestra historia. El que seamos capaces de convivir con él sin que suponga un colapso sanitario global depende de lo ágiles que seamos a la hora de ofrecer vacunas a todo el planeta, ahora y en los años venideros. La pandemia acabará, el virus no. Cuanto antes seamos capaces de ofrecer vacunas a todo el planeta antes superaremos esta crisis.

¿Se llegará tarde a muchos países?

-Ya vamos muy tarde. Cada día que pasa sin que la mayor parte de la población mundial tenga acceso a las vacunas, son miles de muertes.

Se habla de que tal o cual gobierno ha donado vacunas, pero también se están revendiendo. El propio Gobierno de España lo ha hecho... ¿Y nos extraña que las farmacéuticas quieran seguir con su negocio?

-Algunos gobiernos están donando o revendiendo vacunas cuando tienen excedentes puntuales para que se puedan aprovechar antes de que caduquen. Toda medida destinada a evitar que se desperdicien tan preciados viales es positiva, pero no dejan de ser medidas anecdóticas que en absoluto están permitiendo abastecer toda la demanda mundial. De esta pandemia no salimos regalando las sobras.

La histeria colectiva, querer ser los primeros en tener vacunas y la compra y el encargo de dosis en cantidades indecentes, ¿cree que también tiene parte de culpa en este escenario tan kafkiano?

-Es una consecuencia. El problema original es que pocas empresas tienen las patentes para producir las vacunas y no son capaces de abastecer a todo el planeta. La farmaindustria está actuando como el perro del hortelano, ni produce suficiente, ni deja producir a otros. En este escenario algunos países han optado por tirar de billetera y asegurarse las dosis suficientes para su propia población en lugar de presionar desde un principio para que se liberen las patentes farmacéuticas sobre las vacunas y poder producirlas desde miles de laboratorios en todo el planeta y asegurar así el suministro mundial, y asequible.

La realidad es que la mitad del planeta ha quedado más fuera todavía del orden mundial y nadie asume su carga. Y como siempre también, la sociedad civil organizada tirando del carro... ¿Cómo lo ve?

-Poco a poco reclamos como la liberación de las patentes sobre las vacunas van calando en nuestros dirigentes, que durante este año han ido virando su posición al respecto, pero vamos muy tarde y aún ni siquiera se han adoptado decisiones en firme al respecto. En octubre se reúne de nuevo la OMC para abordar por enésima vez esta cuestión, ahora ya sin la oposición de grandes potencias como Estados Unidos y la UE. Veremos.

Ahora dicen que para mediados de 2022 podría haber dosis para poder inmunizar a toda la población mundial. ¿Se lo cree?

-Técnicamente es perfectamente posible; es una cuestión de voluntad. Como decía, este virus ha venido para quedarse, igual que la gripe. E igual que con la gripe, necesitaremos vacunas actualizadas año tras año para proteger a nuestra población más vulnerable, en todo el planeta. El problema es que si bien la vacuna de la gripe se investiga y se desarrollan nuevas versiones cada año, libres de patentes para facilitar su producción y distribución mundial, con las vacunas contra el coronavirus hemos dado un enorme paso atrás.

Y esto ahora, cuando lleguen las vacunas de segunda generación, las esterilizantes, ¿qué va a pasar? ¿Más de lo mismo?

-La propuesta que está sobre la mesa de la OMC, iniciada hace casi un año por India y Sudáfrica y a la que se han ido sumando países de todo el planeta, es que se exima de patentes toda la tecnología, tratamientos, vacunas y medicamentos que permitan luchar contra el coronavirus. Si prosperase debería abarcar tanto a las vacunas actuales como a los nuevos fármacos que se puedan desarrollar.

Estos meses se ha hablado de ‘imperialismo’ y ‘apartheid’ en las vacunas. Son palabras gruesas, de esas que hacen daño o que deberían hacerlo. Me temo que ninguna institución se ha dado por aludida y eso es más preocupante, ¿no?

-La mayoría de gobiernos ha aceptado que las vacunas sean primero un bien de mercado y luego una solución para salvar millones de vidas.

Lo último que he leído es que el Programa Covax reduce sus previsiones de envío de vacunas a países en desarrollo. Que se olviden de los 2.000 millones de dosis proyectadas, que solo dispondrá de 1.400 millones. Es el cuento de no acabar...

-El Programa Covax nació como una solución discursiva más que como una herramienta eficaz contra esta pandemia. Es un lavaconciencias que ha permitido a nuestros dirigentes mostrarse solidarios y que la manera de proteger a todo el planeta era donando vacunas mediante Covax, pero, como nos temíamos, ni se están cumpliendo los compromisos de donación de vacunas, ni siquiera si se cumplieran sería suficiente.

Y digo yo que antes que donar, ceder o financiar esas vacunas a países con menos recursos, ¿no sería más rápido facilitar su producción y liberalizar patentes?

-Efectivamente. Si se hubiera decidido eximir de patentes a las vacunas, tecnologías y herramientas contra el coronavirus cuando se planteó por primera vez en octubre del pasado año, y si se hubieran coordinado esfuerzos para asegurar su producción masiva y asequible, hace meses que más del famoso 70% de la población mundial estaríamos vacunados y ahora podríamos estar hablando de la pandemia en pasado.

Hace 20 años ya se hizo algo parecido con la pandemia del VIH-Sida y el acceso a tratamientos... ¿Qué ha cambiado?

-Y con la vacuna de la gripe, virus que originó una pandemia similar a la actual a principios de siglo, y que desde hace medio siglo se investiga año tras año de forma coordinada entre laboratorios de todo el mundo y cada año se publica la receta de la vacuna sin patentes, para que se pueda producir masivamente en todo el globo y mantener así a raya al virus.

¿Pues qué ha cambiado?

-Quizá hemos acabado creyendo que la economía es una especie de deidad que hemos de venerar por encima de todas las cosas, incluso entregando sacrificios humanos a millares por día, y que no hay alternativa. El beneficio por encima de la vida. ¿Cómo puede ser que las decisiones sobre la solución a esta pandemia, a esta crisis sanitaria, se tomen en la Organización Mundial del Comercio y no en la Organización Mundial de la Salud?

¿Cuántas personas más deben morir para actuar?

-Ya han muerto demasiadas, y muchas podrían haber sido salvadas. No solo en el tercer mundo, también en nuestra ciudad, nuestros ancianos. Lamentablemente, conforme vamos viendo nuestro entorno protegido con la vacuna, olvidamos que la mayor parte del planeta no tiene acceso.

“La farmaindustria está actuando como el perro del hortelano, ni produce suficiente ni deja producir a otros laboratorios”

“Ya han muerto demasiadas personas, y muchas podrían haber sido salvadas. No solo en el tercer mundo, también aquí, nuestros ancianos”