Trabaja en un gabinete privado de Gros y en el instituto Peñaflorida, en ambos casos prestando atención psicológica. Asegura que desde hace cinco meses se percibe "una ola de malestar mental" entre la población más joven.

¿Qué secuelas psicológicas ha dejado la pandemia en los escolares?

-Inicialmente no aumentó significativamente la afectación psicológica entre adolescentes y población infantil. El cambio ha llegado durante los últimos cinco meses. La demanda en la consulta es exagerada con respecto a otros años. También en el instituto, donde han aflorado muchos más problemas psicológicos, tanto cuantitativa como cualitativamente. Otro tanto ocurre en la red pública, donde hay una saturación de los servicios de atención.

¿Cuál es el cuadro clínico?

-Hay muchos problemas de ansiedad, de crisis de ansiedad. Estamos viendo que los episodios depresivos y trastornos de alimentación han crecido con respecto a otros años, como los problemas familiares que todo ello conlleva. Ahora mismo asistimos a una eclosión después de tantos meses de contención. En el instituto venimos observando también durante los últimos meses un incremento de casos de cutting, esas conductas inadecuadas de adolescentes, que se provocan cortes en las muñecas y los brazos.

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¿Por qué lo hacen?

-Por lo general no tienen una intención autolítica, es decir, no quieren acabar con su vida. Es más bien la manera que encuentran algunos adolescentes de expresar la ansiedad, el malestar y la tensión acumulada durante todos estos meses.

¿Y hay quien intenta dar un paso más allá?

-Sí, también estamos viendo entre el alumnado que han aumentado los intentos de suicidio mediante la ingesta de pastillas. El problema que se plantea cuando es preciso un ingreso puntual en la Unidad de Psiquiatría Infantil es que ahora mismo no hay camas. Los servicios están saturados. Hemos pasado de una situación en la que no había camas por el covid a otra en la que también falta por secuelas psicológicas o psicopatológicas.

El proceso de vacunación parece anticipar una vuelta a cierta normalidad. ¿Las secuelas psicológicas perdurarán?

-Por el momento asistimos a una ola de malestar mental. Ahora mismo hay una eclosión de este tipo de problemas, y que perduren o no en el tiempo dependerá de la evolución de la pandemia. Con toda la cautela, si el proceso de vacunación acaba consiguiendo el fin que persigue, es previsible que la salud mental de la ciudadanía se vaya recuperando paulatinamente. Todo va a depender del tiempo que transcurra hasta recuperar la antigua normalidad, si es que llegamos a ella.

¿Las expectativas frustradas del verano pasado fueron un golpe psicológico?

-Se crearon unas expectativas que no se correspondieron con la realidad, fue un error, aunque no se puede generalizar y hay que tener en cuenta la estructura psicológica de cada persona. Factores como la situación económica, social y familiar son determinantes a la hora de desarrollar, o no, una patología mental.