- Año 2021. Zestoa: una familia se dispone a dar sepultura en la intimidad a un ser querido, tal y como habían hecho unos meses antes con otro familiar. El funeral ha tenido lugar justo antes en la iglesia parroquial, de cuerpo presente, una fórmula poco habitual ya en Gipuzkoa, pero arraigada aún en determinados pueblos y barrios con marcado carácter rural. Es viernes por la tarde y ya no hay servicio municipal de enterramiento, aunque muchos vecinos desconocen que el Ayuntamiento suprimió por decreto el turno de guardia el 5 de agosto de 2020, ahorrándose 20.000 euros anuales, según reconoció el grupo municipal de EH Bildu en un comunicado el 3 de marzo de 2021. Hasta entonces, no se había anunciado públicamente la supresión del intempestivo servicio que asumieron los empleados municipales cuando desapareció la figura del enterrador.

Actualmente la brigada municipal entierra de lunes a viernes, de 7.30 a 14.30 horas, y fuera de ese horario, hay que contratar el servicio a una funeraria y hacer frente a los gastos, gratuitos hasta hace unos meses porque los asumía el Consistorio. Son dos las empresas que operan en Zestoa, una de Azpeitia y otra de Zumaia. Y en ese contexto, estaba a punto de producirse un hecho insólito, difícil de concebir en tiempos modernos, pero real, como la vida misma.

En la más estricta intimidad, un concejal del municipio cogió las llaves del cementerio y ayudó a la familia a inhumar el cadáver en el panteón familiar, sin ayuda profesional. Cuerdas para bajar el ataúd al obituario, calzos y rodillos para mover la losa de entrada, etcétera. Herramientas que emplean los enterradores profesionales en una maniobra que "requiere de cierta técnica y conlleva su complejidad", aseguran fuentes del sector funerario. Un servicio profesional que podría haberles costado entre 300 y 400 euros.

"Es una petición expresa de la familia, que lo quería hacer así". Los hechos los reconoce este jueves a NOTICIAS DE GIPUZKOA el propio alcalde de Zestoa, Mikel Arregi, Ertxin, después de 57 minutos y 44 segundos de conversaciones telefónicas con este periodista, en el intento de contrastar la información. Arregi en primera instancia asegura que "no es posible" que se haya producido un enterramiento así en el cementerio municipal, pero promete indagar y, al poco, nos devuelve la llamada.

Ha hablado con uno de sus concejales, "el presidente de la comisión de Urbanismo" y Personal, responsable directo de la misma brigada que ha dejado de hacer estos servicios fuera de horas, y este le ha reconocido que fue él, en persona, quien les dio acceso a las herramientas a los familiares del finado y quien supervisó y ayudó en la inhumación. Se lo había pedido una persona cercana, familiar del finado. El concejal "lo hizo con toda su buena voluntad", lamenta el alcalde, resignado ante la constatación de un hecho controvertido.

La polémica está servida. Justo, en un municipio que está tratando de cambiar un "anticuado" sistema de enterramientos y aspira a redactar una normativa al uso en los próximos meses, semejante a la que ya tienen la mayoría de pueblos. Un detalle: el Ayuntamiento de Zestoa no cobra tasas a sus vecinos por inhumar en los panteones familiares, únicamente el alquiler de los nichos para quienes los necesitan, una minoría.

En consecuencia, el servicio era gratuito sin limitación horaria ni de día, y lo sigue siendo ahora, pero solo en horario de trabajo de la brigada: horario de oficina Si es fuera de esa franja (7.30-14.30 horas), hay que contratar los servicios aparte. Esta restricción causó cierta polémica en el municipio, sobre todo por la tardanza en comunicarse. Más de siete meses, desde que se suprimió el turno de guardia, el 5 de agosto de 2020, hasta que se anunció, en marzo de 2021, lo que provocó alguna situación desagradable que el alcalde reconoce que les llevó a disculparse con alguna familia tras un funeral de cuerpo presente en domingo.

Privatización, justicia y religión

El tema tiene muchas aristas. Para entender bien los hechos conviene recordar que Zestoa es un municipio de apenas 3.800 habitantes, tres cementerios, infinidad de caseríos y, donde aún, en el barrio de Aizarna, se sigue dando sepultura bajo tierra, a la vieja usanza, y donde todavía se celebran funerales religiosos los domingos. Impensable en Donostia, o Eibar, por ejemplo, donde hace años que ya no se celebran funerales de cuerpo presente ni se inhuma fuera del horario matinal.

Pero en Zestoa la reformulación del sistema de enterramiento ha suscitado debate político entre las dos formaciones con representación municipal: EH Bildu (seis concejales), que sostiene la Alcaldía, y EAJ-PNV (cinco concejales), en la oposición. Ambas formaciones se enzarzaron en sendos comunicados, el primero de crítica, por parte de la formación jeltzale, el 2 de marzo de este año, por considerar que se había "privatizado" el servicio que antes se prestaba de forma gratuita a la ciudadanía, el de los enterramientos fuera del horario de los empleados públicos. Y criticaba a EH Bildu que lo hiciese tras haber criticado siempre las privatizaciones.

EH Bildu, el grupo municipal en el gobierno, no tardó en responder. Lo hizo al día siguiente. La justicia social era uno de los argumentos subyacentes de su decisión, la de suprimir el turno de guardia para enterramientos. Desde "hace 17 años" los operarios municipales ejercían ese turno de guardia fuera de sus horas de trabajo, y los términos de compensación, según ha podido saber este periódico, estaban recogidos en un acuerdo con el Ayuntamiento y firmado por ambas partes.

El servicio estaba formado por dos operarios de la brigada municipal y dos policías municipales, que cobraban un "sobresueldo" del 12%, aproximadamente, por estar disponibles, pendientes del móvil, y realizar dichas tareas por las tardes y los fines de semana, fuera del horario habitual de la brigada municipal.

El alcalde asegura que era una compensación "injustificable" desde el ámbito público y que "no era nada justo". Dio sus argumentos en marzo de 2021 y anunció el mismo día la adecuación de un espacio público, habilitado en la casa de cultura, para dar servicio a los funerales civiles.

Arregi explicó además que el antiguo sistema beneficiaba a las familias que llevaban a cabo el funeral mediante el rito católico, a aquellas que querían llevar a cabo el funeral de cuerpo presente. Mientras que quienes incineraban, algo más del 40% en Zestoa, debían pagar dicho servicio. "Esta es una cuestión de justicia e igualdad. Desde el momento en el que todos los ciudadanos pagamos impuestos, todos tenemos que ser iguales y eso no se estaba cumpliendo en este momento". La cuerda se tensa ahora tras este episodio que, al parecer, se repitió al menos en otra inhumación en febrero y crea un precedente difícil de gestionar en un asunto sensible.