egro, verde y negro. Ni siquiera un cortafuegos de 50 metros de ancho fue capaz de contener el incendio. Las pavesas saltaron por encima, volaron decenas de metros y prendieron nuevas zonas. El rastro del incendio que arrasó 1.900 hectáreas entre Navarra, Iparralde y Gipuzkoa hace diez días se hace evidente en el parque natural de Peñas de Aia, en el término municipal de Irun. Allí ardieron 400 hectáreas, todas dentro del espacio protegido. La mayoría especies autóctonas.

Diez días después, el jefe del servicio de Montes de la Diputación de Gipuzkoa, Ismael Mondragon; y el guarda forestal Tomás Aierbe nos llevan en sus todoterrenos a ver la zona dañada. La imagen es penosa. Detrás nuestro hay una parcela arrasada. Son ejemplares de poco más de dos metros, roble autóctono plantado “hace cinco o seis años”, aseguran nuestros guías.

Habrá que esperar al verano para ver cuáles florecen y se pueden salvar y cuáles no, reconoce el jefe del servicio de Montes de la Diputación, pero tienen mala pinta. “Las que se pierdan se podrán replantar el próximo invierno”, añade.

Algo mejor están los robles americanos de varios metros de altura que se hallan en la parcela contigua. Bajo su sombra florece menos maleza en primavera y verano, por lo que el fuego pasó más rápido y les causó menos daños. “Es posible que se salven algunos”, apunta. La vida volverá a los bosques de Peñas de Aia, pero el “daño es grande”, dice.

A las 13.00 horas del sábado, cuando la primera columna de fuego entró a Gipuzkoa desde la zona de Iparralde, saltando la barrera que componen la N-121 y el río Bidasoa, Tomás Aierbe estaba de guardia con otro compañero.

“Llamé por la radio, lo puse todo en marcha y me vine. En un momento empezó a arder un robledal americano, vi que el fuego estaba bajo y me metí con la pala, pero para cuando me di cuenta, al darme la vuelta, vi que por detrás venía una lengua terrible de fuego por la pista que yo había subido, y tuve que salir pitando” hacia una zona segura, como a la que nos ha traído ahora. Una especie de balcón sobre el vértice en el que confluyen Gipuzkoa, Navarra e Iparralde. Ahora el negro lo domina todo.

Fue “tremendo”, asegura Aierbe. Tomás también estuvo en el incendio de Jaizkibel en 2010, cuando la ciclogénesis Cynthia llevó al fuego en volandas por el monte. Allí se quemaron más hectáreas que las que han ardido esta vez en Gipuzkoa, unas 500, “pero desde el punto de vista logístico era mucho más sencillo, no había el peligro complementario que existía esta vez”, explica.

El incendio de Peñas de Aia ha sido mucho peor que aquel. Además de la carretera que conecta Irun con Navarra, “había bastantes caseríos que estaban en peligro y lugares inaccesibles, sin caminos por los que llegar”, reconoce el jefe del servicio de Montes.

la zona “salvaje” de endara

“La única forma era por aire y no se podía volar, por el viento. Se solicitó, pero no se daban las condiciones para hacerlo”, asegura Mondragon. Había varios frentes entrando desde Navarra e Iparralde. “El sábado fue más la ladera del Bidasoa” la que ardió en Gipuzkoa, “y el domingo ya entró en el valle de Endara, tanto por nuestro lado, como del lado de Navarra y es una zona bastante salvaje”, añade.

Allí, en el valle de Endara, encontró mucho combustible. Bosque natural con mucha maleza. Gasolina. “Si el monte está limpio, la intensidad del fuego baja”, asegura Mondragon. “Pero no se puede tener todo como un jardín. Puedes limpiar, pero a los seis meses vuelve a salir. En algunas zonas el ganado hace ese trabajo… Tenemos esperanza de recuperar algunos de los robles del valle de Endara”, añade, pero aún es pronto para saber si sobrevivirán.

“El problema grave que tuvimos aquí es que en esa zona no puedes cortar el fuego. Para cortarlo, tienes que bajar y no había acceso. Había un momento en el que solo podías mirar. Era espectacular, pero dantesco”, asegura Aierbe. Según Ismael Mondragon, conocer el terreno es fundamental y en esas situaciones hay que tener la “cabeza fría” para tomar las “decisiones adecuadas”. Y “en este caso, creo que se ha hecho bastante bien”, precisa.

No debemos olvidar que aunque en Gipuzkoa han ardido 400 hectáreas, el incendio ha arrasado un total de 1.900 hectáreas. “Ha sido uno de los más grandes que ha habido en Euskal Herria. Hay que irse a 1989 para encontrar uno parecido”, añade Mondragon.

Aquel año ardieron en Gipuzkoa un total de 4.300 hectáreas en varios incendios. Con todo, tiene claro que “somos una zona de riesgo medio, no de riesgo alto; no lo es Gipuzkoa, ni Euskadi en general. Y aun así, “estas son situaciones que no podemos evitar. Como consecuencia del cambio climático, existe ese miedo, ya que cada vez hay vendavales más fuertes. Hemos tenido Cynthia (2010), Klauss (2009), y han coincidido esas ciclogénesis con el terreno bastante húmedo, pero si coincide una de esas después de tres semanas secas, un viento así es muy peligroso”, apunta.

¿Pero de dónde surge el fuego? ¿Qué o quién lo origina? “Estadísticamente, marzo es el mes que se registran más incendios y las causas son más negligencias que accidentes, quemas de rastrojos en principio controladas, pero mal apagadas y que se reavivan con el viento”, asegura. En este caso, la investigación aún está en curso y la lleva a cabo la Policía Foral de Navarra, donde se inició el incendio.

“El fuego es peligroso. Es una herramienta barata en algunas ocasiones, pero en el monte por suerte se está utilizando menos cada vez. Ahora los restos de las podas se dejan en montículos o filas y se dejan pudrir. Y aquí en Gipuzkoa la gente cada vez respeta más”, añade Aierbe.

“En los prados damos permisos”, dice Ismael, pero si es posible, es preferible meter la desbrozadora, aunque es cierto que en zonas de mucha pendiente, es más difícil. El fuego hay que emplearlo lo menos posible, y si hay que hacerlo, por supuesto, pidiendo el permiso correspondiente a los guardas”, asegura.

“Un día como hoy (por el lunes), por ejemplo, no se puede hacer quema de rastrojos”, apunta Tomás. Para ello se tienen en cuenta diferentes parámetros como la humedad, el viento y otros. Lo ha visto en su tablet, donde disponen de toda la información actualizada y pueden comprobar el listado de autorizados y sus números de móvil.

Otro de los riesgos son los tendidos eléctricos. “Iberdrola hace un gran trabajo en mantener las instalaciones, pero a veces si se cae un árbol encima de la línea se puede originar un incendio”, asegura el jefe de Montes. Y si se detecta que hay un árbol cerca o algún riesgo, hay que llamar al guarda o a la compañía”, indica.

La prevención es fundamental. “Es muy importante tener limpios los alrededores de los caseríos, que hacen una labor importante para frenar el fuego. Conviene tener limpio un radio de unos 30 metros alrededor del caserío, aunque depende de cada zona. Los caminos, a ser posible, hay que mantenerlos bien, limpiarlos, también pensando en que en alguna ocasión como esta pueden necesitar pasar los camiones. Las podas en las zonas bajas de los árboles también son importantes, para evitar que el fuego suba hacia las copas.

¿Qué se ha quemado? Las 400 hectáreas de monte que ardieron en territorio guipuzcoano eran prácticamente todas de propiedad pública, todas dentro del parque natural. Más de la mitad bosque natural, con especies autóctonas y otra parte plantaciones de roble autóctono joven plantado en la última década, alguna parcela de roble americano y unas 100 hectáreas de pino.

4.300

Hace 32 años, los incendios forestales arrasaron 4.300 hectáreas, el equivalente a más de 4.500 campos de fútbol en Gipuzkoa. Fue el peor año, en un marco de sequía prolongada y vientos fuertes. Le siguen 1975, con 2.124 hectáreas arrasadas y 2002, con 1.155. El incendio de Jaizkibel en el año 2010 arrasó 500 hectáreas en Gipuzkoa y otro incendio en la zona de Igeldo en diciembre de 2015 son los fuegos más grandes registrados en Gipuzkoa.

Marzo, mes de incendios. Si bien en la vertiente mediterránea la campaña de incendios es hacia el verano, como en la mayor parte de España, en la vertiente atlántica y en Gipuzkoa en concreto, la temporada de incendios forestales es desde otoño hasta el final del invierno. Marzo es estadísticamente el mes en que se producen más incendios, apunta Ismael Mondragon. La estadística así lo corrobora. Esto sucede en parte porque “después del frío y las heladas, la vegetación está en parada vegetativa, la savia no circula tanto y los árboles y las plantas tiene menos humedad y los helechos también están secos”, apunta Mondragon.

Jaizkibel y Mendizorrotz. Son estadísticamente los puntos donde más incendios se producen en Gipuzkoa. Son terrenos áridos y el agua desaparece enseguida, lo que provoca que se seque el terreno.

50 guardas forestales. Son los ojos de la Diputación en el monte. Se encargan de controlar las buenas prácticas, extender permisos de quema y también gestionar la tramitación de ayudas públicas, una herramienta de vital importancia, ya que el 80% de los bosque en Gipuzkoa está en manos de 9.000 particulares. Se conceden ayudas públicas para que se gestionen de la mejor manera posible, se arreglen los caminos, se hagan podas y se plante y se cuiden los montes.

121.000 hectáreas de árboles El 61,5% de todo el territorio guipuzcoano es masa arbolada.

“Había zonas en las que no se podía hacer nada más que mirar porque no hay caminos para ir y cortarlo”

Guarda forestal

“La primera reacción fue ir a apagar el fuego, pero vi detrás una lengua terrible y tuve que salir”

“Es importante limpiar los alrededores de los caseríos, que hacen una gran labor contra el fuego”

Jefe de Montes de la Diputación

“ Cada vez hay vendavales más fuertes y si coincide con el terreno seco, es muy peligroso”