l deseo era recíproco y también la añoranza de volver a los pueblos de Navarra donde han forjado relaciones vinculantes. Cuando se fueron al final del verano, no pensaban en una despedida tan larga, pero la realidad de la crisis sanitaria con sus cierres perimetrales les impuso una distancia que han aliviado gracias a sus familias y amistades. Son las gentes de los pueblos como Burgui, y de los campings, que son como pueblos, y tal vez aportan mayor sensación de libertad.

La vuelta imaginada tras el final del estado de alarma no ha sido todo lo cálida posible dadas las circunstancias. No ha habido ni abrazos ni besos. Y a pesar de que el tiempo no ha acompañado y ha hecho que el regreso no fuera perfecto, muchas personas procedentes de la Comunidad Autónoma Vasca no han querido perderse la oportunidad de volver a los valles pirenaicos a donde llegaron un día atraídos por sus montañas, gentes y gastronomía.

En cuadrilla primero, en familia después, se cruzan ya en sus pueblos varias generaciones integradas con el tiempo en su vida cotidiana, fiestas y tradiciones.

En el camping de Urrobi, de Aurizberri-Espinal, de las 111 mobilhomes y caravanas fijas, 38 están arrendadas por familias de Gipuzkoa, Bizkaia o Araba. Es su segunda residencia que ya este fin de semana ha registrado mayor afluencia.

Pero si los pueblos pirenaicos son atractivos, no lo son menos otras zonas de Navarra, destino elegido por turistas habituales que disfrutan de sus posibilidades. Como ejemplo, el camping de Acedo en Tierra Estella va recuperando desde el levantamiento del estado de alarma a su clientela de la CAV y La Rioja. Tras más de medio año de inactivdad, decenas de usuarios regresaron a ocupar sus parcelas y a revisar el estado de sus caravanas y viviendas. Esta instalación turística que está situada en la muga de Navarra con Álava se ha convertido en los últimos años en el camping con mayor capacidad de Navarra, con capacidad para 1.500 personas.