- La del décimo aniversario del BCC no va a ser una celebración por todo lo alto, al menos por el momento, aunque el director del Baque Culinary Center, Joxe Mari Aizega, confía en que el próximo septiembre, coincidiendo con la fecha de inauguración del centro, se puede llevar a cabo un acto institucional de cierta envergadura.

¿Cuál su balance de esta década?

-Ha sido apasionante, emprendedora, de mucha innovación y mucho trabajo. Pero muy satisfactoria por cómo se han materializado ideas, proyectos e iniciativas.

¿Qué ha cambiado y qué se mantiene de aquel BCC?

-Por una parte, la dimensión. El Basque Culinary Center es una entidad que acoge a 600 estudiantes de todo el mundo, con una actividad grande y variada a nivel de Euskadi, del Estado y también a nivel internacional. También ha cambiado la proyección y la contribución que hace a la economía. Creo que se mantiene el espíritu, la ilusión, esas ganas de emprender, de contribuir con cosas nuevas, de estar pendiente de hacia a dónde avanza la gastronomía...

¿Cuántos alumnos y alumnas han pasado por el BCC?

-En total habrán pasado algo más de 1.000 estudiantes de grado, otros 1.000 de máster y cada año participan en nuestras iniciativas en torno a un millar de profesionales y otro millar de entusiastas. Más de 20.000 personas han pasado por alguna de las propuestas de formación.

¿Cuál es su mayor orgullo?

-Al estar desde el momento cero, estoy muy conectado con la ilusión inicial. El mayor orgullo es que se haya convertido en una realidad muy sólida y reconocida internacionalmente aquella ilusión que tenían un grupo de cocineros, Mondragon Unibertsitatea e instituciones. Una realidad con muchas personas implicadas.

¿Ha contribuido el BCC a romper estereotipos?

-Sin duda. Por una parte, ha contribuido a que se entienda que la gastronomía integra muchos sectores, profesiones y disciplinas. Además, hemos llevado la gastronomía a la universidad, algo que no se había hecho, y al mundo de la investigación. Tenemos un programa de doctorado y un centro tecnológico. Todo ha supuesto un cambio de lo que se entendía como gastronomía y de su contribución.

Vital la unión tecnología-gastronomía.

-Nos hemos dado cuenta de que detrás de un plato bonito hay una realidad muy compleja; hay ciencia, tecnología, mucho desarrollo...Hemos adquirido esa visión 360 grados de la gastronomía que nos ha permitido seguir profundizando. El LABe, el Laboratorio de Gastronomía Digital para promover la digitalización de la gastronomía, hace diez años era inimaginable y ahora es una realidad.

¿Cómo mira al futuro el BCC?

-Queremos seguir creciendo en todo lo creado. Profundizar más en innovación, en investigación. De cara al futuro estamos pensando cómo trabajar más la innovación y el emprendimiento y seguir profundizando en la generación de riqueza y empleo con una dimensión internacional, global. Estamos trabajando en un proyecto de futuro que aproveche todo el talento que atraemos, atraer más empresas líderes mundiales y generar empleo y riqueza en el territorio.

¿Qué forma toma esta iniciativa?

-La de un ecosistema orientado a desarrollar nuevos productos y servicios, trabajando con un consorcio de empresas que pongan aquí sus laboratorios de nuevos productos y sus proyectos de innovación en colaboración con las instituciones.

¿Hay oferta suficiente?

-El sector de la alimentación y la gastronomía está en una transformación permanente que podemos ver incluso en los lineales de los supermercados. Productos que hace diez años eran inimaginables están a nuestro alcance, hay un cambio muy profundo. Y Euskadi creo que tiene la oportunidad de reforzar sus capacidades en el sector y promover innovación y nuevos negocios, atraer inversores, etc. Tenemos un bonito reto y, a su vez, una oportunidad.

¿Hay un espíritu ‘made inBCC’?

-Sin duda. Creo que el BCC no es un centro de formación sin más. Hay detrás una filosofía, unos valores y una forma de entender la gastronomía y la innovación que considero que va calando en el alumnado, y es una de las cosas más importantes que se llevan de aquí.

¿Cómo se ha gestionado este año tan difícil en el BCC?

-Destacaría la capacidad de adaptación e innovación mostrada por el equipo. Hacemos una valoración positiva internamente de cómo hemos hecho ese proceso de adaptación. De marzo a junio las cosas fueron muy complicadas, con 500 estudiantes en casa y manteniendo las acciones de formación, muchas de las cuales necesitan una parte práctica. Fue un ejercicio de reinvertarnos y el trabajo de los profesores y también de los estudiantes ha sido excepcional. Entre todos demostraron que los retos y dificultades se pueden superar.

¿Se ha aprendido algo este año?

-Este curso se ha puesto en marcha una parte de formación online, contenidos audiovisuales que el estudiante puede trabajar en casa antes de venir aquí... Hay una parte importante de cosas que han llegado para quedarse. La situación nos ha obligado a dar un paso adelante en el modelo educativo que mantendremos.

¿La situación que vive el sector ha hecho disminuir el interés por formarse en el BCC?

-Nosotros teníamos esa misma preocupación y hemos visto que los estudiantes han seguido matriculándose. Quien siente esa pasión la sigue teniendo y se forma tomando también en cuenta que este periodo, aunque se está alargando más de lo que pensábamos, pasará y que el sector de la gastronomía y el turismo gastronómico se recuperará. Quienes se están formando, al acabar el grado serán agentes de recuperación y tendrán muchísimas oportunidades.

¿La atracción del BCC llega cada vez más lejos?

-Desde el principio ha tenido alcance internacional pero sí, eso se ha consolidado al se referente fuera de nuestras fronteras. Este curso tenemos alumnos de 32 nacionalidades y te encuentras con personas de Argentina, de Corea, de Cádiz o de Lasarte. Hay una diversidad cultural muy grande que no existía hace diez años

Poca celebración este año, ¿no?

-No es un año para grandes celebraciones. Estamos en el proceso de mirar atrás y agradecer a todos los que han contribuido a que el BCC sea lo que es. Haremos algunos proyectos y encuentros, algunos online y otros físicos. Tenemos previsto hacer a finales de septiembre un gran acto institucional y social, aunque dependerá de lo que nos permita el covid.

“Hay una parte de cosas que han llegado para quedarse. La situación nos ha obligado a dar un paso adelante

en el modelo educativo”