La Fiscalía de Gipuzkoa ha mantenido este lunes su petición de cinco años y medio de cárcel para el hombre acusado de abusar de su hija adoptiva, a la que presuntamente sometió a distintos tocamientos de índole sexual cuando la niña tenía siete años, han informado a EFE fuentes del caso.

La acusación particular, representada por la letrada Larraitz Ugarte en nombre de la menor, también ha reclamado la misma pena para el procesado por un delito de abusos sexuales, tras rebajar su solicitud inicial desde los trece años de reclusión que pedía inicialmente por un delito contra la libertad e indemnidad sexual de la pequeña con abuso de superioridad y de confianza.

Por su parte, la defensa, que ejerce el abogado José Luis Cantero, ha reclamado la libre absolución de su cliente, quien ya rechazó todas las acusaciones en la primera jornada del juicio, celebrada el pasado 8 de marzo en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa.

Aquella sesión estuvo marcada por la anulación de la declaración que la menor había prestado en la fase instrucción y que había sido grabada como prueba preconstituida para evitar que tuviera que volver a testificar durante el juicio.

La anulación de esta prueba, solicitada por la defensa, fue debida a que, en el momento de grabarla la pequeña no había sido informada de que podía acogerse a la dispensa legal de no declarar contra su propio padre.

Esta circunstancia, llevó al tribunal a citar a la niña para prestar testimonio en sala este lunes, en una sesión que ha tenido lugar este lunes a puerta cerrada para preservar los derechos de la menor, quien ha declarado a través de una videoconferencia interna, desde una dependencia diferente a la sala de vistas de la Audiencia.

Además del testimonio de la pequeña, en esta segunda jornada de la vista han declarado dos psicólogas, una de ellas en calidad de forense y la segunda como miembro del equipo psicosocial de los juzgados, tras lo que las distintas partes han formulado sus conclusiones definitivas y han expuesto sus informes ante el tribunal, con lo que el juicio ha quedado visto para sentencia.

Los hechos enjuiciados sucedieron entre enero de 2018 y julio de 2019, cuando la menor llegó a Gipuzkoa procedente de Colombia junto a su padre adoptivo y la mujer de este, ya fallecida, que no era la madre biológica de la pequeña.

Los tres se alojaron en primer lugar en casa de un hija adulta del matrimonio, donde presuntamente tuvo lugar el primer episodio de los abusos, aunque después de que varios miembros de la familia se quedaran en paro, todos ellos fueron acogidos en la vivienda de una segunda hija, en una población cercana, donde los abusos habrían vuelto a reproducirse.

Los presuntos abusos salieron a la luz cuando, según declararon dos testigos en la primera jornada de la vista, la menor aprovechó una salida a la playa con una hermanastra mayor de edad para revelar a una amiga de esta que supuestamente su progenitor la sometía a tocamientos de índole sexual.