in brexit, el viaje era de unos seis días: tres para subir a Inglaterra y otros tantos de vuelta. Antonio Barba, transportista que cubre la ruta desde Madrid, lleva 20 días fuera y todavía no ve el momento de llegar a casa. "Tanto para salir desde España como para hacerlo desde Inglaterra los trámites se han complicado mucho", lamenta este camionero de Ciudad Real, de 27 años, tras una tediosa espera este fin de semana en Irun.

Los transportistas que cubren esta ruta saben que están expuestos a quedar atrapados en cualquier momento. "Antes eran unos papeleos fáciles de cumplimentar en Francia. Con el brexit sabíamos que iban a cambiar las cosas, pero no tanto", admite el conductor, poco antes de entrar en el aparcamiento de la Aduana en Zaisa.

Los problemas han ido en aumento desde comienzos de año, tras el abandono oficial del Reino Unido de la Unión Europea. Los vehículos pesados como el de Antonio están obligados a realizar trámites aduaneros en la localidad fronteriza, lo que habitualmente trastoca los planes de entrega previstos. No es, a pesar del engorro, el único contratiempo de estos viajes en trailer a Inglaterra, que siempre dejan un regusto de aventura incierta.

Estos profesionales son testigos de excepción del desesperado sueño de miles de migrantes por tocar suelo inglés. NOTICIAS DE GIPUZKOA charla con este camionero mientras conduce el vehículo pesado por el polígono de Zaisa, a su regreso del Reino Unido. "A ver si me pone el sello la Guardia Civil, me da el visto bueno la Aduana y me puedo ir. Todo esto está muy mal montado. Lo suyo sería un parking más amplio con una oficina incluida para realizar todos los trámites necesarios, como hacen en Francia", observa mientras mete la tercera marcha.

El viaje se ha alargado tanto que le bailan las fechas. Barba echa el freno y coge un calendario. "Sí, cargué los tubos de plástico en Madrid el viernes 26 de febrero". No le dieron el despacho hasta el lunes siguiente y dos días después llegó a Calais, al norte de Francia, donde miles de migrantes procedentes de África, Asia y Oriente Medio arriesgan sus vidas para cruzar el Canal de la Mancha. "Se cuelan en los camiones y tenemos que andar con mucho tiento". Cuando no saltan desde los puentes, dice, se descuelgan desde los techos de las gasolineras mientras ellos repostan. "En otros viajes, he llegado a ver por uno de los retrovisores a unos cuatro o cinco migrantes intentando subir al camión, y a otros tantos por el otro lado".

La pCR de calais

Las multas por trasladar a una persona sin autorización ascienden a más de 2.000 euros. Los profesionales se ven obligados a extremar la precaución. Antonio ha compartido ruta en esta ocasión con su hermano, que viajaba en otro trailer. "Solemos estacionar el camión a unos 300 o 400 kilómetros de Calais porque si te quedas a dormir cerca del punto de embarque, se cuelan para atravesar el Canal de la Mancha".

Así lo hicieron en esta ocasión también, sin parar ni para echar gasoil. El único alto en el camino fue para someterse a la prueba PCR, como exige el Reino Unido. Aparcaron medida hora en Calais. "Dejamos el camión en una calle transitada, frente a un centro comercial. Fuimos los dos a la vez porque eran las cinco y media de la tarde y cerraban a las seis".

Regresaron al camión y mientras merendaban vieron a unos jóvenes que parecían aguardar el momento oportuno. "Mi hermano decía que no, que eran suposiciones mías y que no era para tanto. Yo estaba con la mosca", reconoce el conductor. Retomaron la marcha por una vía que tenía dos salidas: una hacia el tren y otra hacia el barco, a donde se dirigían.

Su hermano conducía por delante. Cuando dejaron atrás la primera conexión, Antonio vio que unos brazos se asomaban del camión que tenía frente a sí. "Varias personas se habían colado y después de cortar la lona pedían salir a gritos del vehículo de mi hermano. Le llamé por teléfono. Paramos en mitad de la carretera. No sabíamos muy qué hacer, y nos aconsejaron no avisar a la policía porque el viaje se iba a retrasar todavía más".

Frenaron en mitad de la autopista, abrieron las puertas y los migrantes se bajaron. Los transportistas tuvieron ocasión de intercambiar impresiones con ellos, que poco después se perdieron en medio de la nada. "Se dirigían a Inglaterra pero debido a la carga que llevábamos se estaban haciendo daño y tenían que bajar".

Todavía con el sobresalto en el cuerpo, los camioneros aguardaban poco después el embarque del ferry que atraviesa el Canal de la Mancha hasta Dover. "Mientras esperábamos pudimos ver como trataban de saltar a los vehículos otros migrantes. Hay vallas y concertinas. Parece un campo de concentración, pero a pesar de todas las medidas de seguridad, se ve a jóvenes que lo intentan, con policías y perros detrás de ellos. Es un espectáculo lamentable".

Llegaron por fin a Inglaterra. Fue el lunes pasado, 8 de marzo, cuando pudo descargar y recoger la mercancía de café . Nuevamente, un contratiempo. "Faltaba un papel de aduanas de Inglaterra". Asegura que los británicos ponen un sinfín de trabas. "Colocan conos en la carretera pero no señalizan bien y están a la caza. Las multas son de 300 libras, que ascienden a más de mil euros si no abonas al momento". Cuenta Barba que es fácil que te revisen el camión de arriba abajo. "Van a cuchillo. Te llevan al parking y te encuentras con otros 500 camioneros a los que ha parado la policía y tienen que pagar la multa".

Cuenta todo ello Antonio durante un viaje a Inglaterra que ha retomado cuatro años después. Lo recordará durante algún tiempo.