El coronavirus ha provocado la crisis sanitaria, económica y social más grave de los últimos tiempos, una crisis que está impactando de forma desigual en hombres y mujeres. Diferentes estudios y análisis indican que la pandemia ha ahondado la brecha de género: las mujeres son más numerosas en las regulaciones de empleo, han asumido una mayor carga de trabajo y de cuidados, y son más vulnerables ante la pobreza y la violencia.Además, la tasa de desempleo femenina ha pasado del 15 al 18% en un año y la diferencia con la masculina se ha agrandado, una realidad que se ha ido intensificando: siete de cada diez nuevos desempleados en febrero fueron mujeres. Empleadas del sector de los cuidados que ya no tienen a quién cuidar y trabajadoras de hostelería son los perfiles mayoritarios.

También la temporalidad y parcialidad tiene rostro de mujer: dos de cada tres contratos a tiempo parcial en la CAV en 2020 fueron de mujeres, según el análisis de la brecha de género realizado por UGT-Euskadi.

Como ha ocurrido en el pasado, esta pandemia ha visibilizado y magnificado desigualdades ya existentes. La crisis financiera y económica que comenzó en 2008 supuso un parón en los avances hacia la igualdad en el empleo en toda Europa, que todavía no se había recuperado cuando llegó la pandemia.

Uno de los principales factores que influye en la desigualdad en el mercado laboral es la alta segregación de género en todos los sectores. Según un estudio de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo de diciembre, las mujeres europeas eran mayoritarias en 2019 en sectores relacionados con la sanidad (75,8%), la educación (72,5%) o el comercio (62,9%).

El trabajo social y el sector de la asistencia son trabajos prácticamente feminizados (ocho de cada diez empleados son mujeres) y emplean al 8% de las trabajadoras. Según el informe, una cuarta parte del empleo femenino estaba concentrado en estas ocupaciones, la mayoría de las cuales ofrecen salarios bajos y se da la circunstancia de que han sido los sectores con mayor carga de trabajo durante la pandemia.

La segregación de género en el mercado laboral explica también el impacto que ha tenido la pandemia en el empleo de las mujeres. Y es que el sector servicios, donde el 61% de sus empleados son mujeres, ha sido uno de los más afectados por las restricciones.

Los cuidados

Pero si hay algo que ha dejado en evidencia esta pandemia ha sido la necesidad de reformar el sistema de cuidados. “Se necesita reforzar el sistema público de cuidados y se necesita integrar a los hombres en los cuidados”, analiza Inés Alberdi, catedrática de Sociología y exdirectora ejecutiva de Unifem (ahora ONU Mujeres). “Esta pandemia ha demostrado que los cuidados son fundamentales, ahora se ha puesto de manifiesto. Hay que reforzar la atención pública y el gasto dedicado tanto al cuidado de personas mayores como menores”, indica.

Por un lado, el drama que han vivido las residencias durante la pandemia ha dejado en evidencia las carencias estructurales del sector, con plantillas precarizadas, plazas insuficientes y privatización generalizada. Por otro, la pandemia ha obligado a muchas mujeres a teletrabajar con sus hijos e hijas en el hogar, a reducir su jornada laboral o directamente a quedarse en casa.

No es coincidencia el lema escogido por Emakunde para este 8 de marzo: ¿Quién cuida? Hagámoslo visible. Hagamos nuestra parte. Como tampoco lo es la tercera jornada de huelga que se vivió en Euskadi el pasado jueves para denunciar la precariedad del sector de los cuidados. “Menos propaganda y más hechos para ir avanzando hacia un sistema público comunitario de cuidados”, reclamó en las movilizaciones la secretaria general del LAB, Garbiñe Aranburu. La dirigente exigió el reconocimiento político, económico y social de los trabajos de cuidados y pidió mejoras laborales en un sector que “está prestando un servicio esencial para sostener la vida”.

“Hay que mejorar los salarios, hay que contratar a más personal, hay que aumentar los ratios para tener más tiempo para atender a las personas usuarias”, añadió Aranburu. “No se puede permitir que los cuidados sean un nicho de negocio de empresas privadas”, zanjó.

Uno de los sectores más afectados por la crisis sanitaria han sido el de las trabajadoras del hogar. El Gobierno español aprobó el 31 de marzo del año pasado un subsidio por desempleo excepcional por cese de actividad -las trabajadoras del hogar no cuentan con prestación por desempleo-, dirigido a aquellas mujeres que se quedaron sin trabajo a causa del confinamiento. Sin embargo, esta ayuda no abarca a la totalidad del colectivo, ya que en torno a un tercio de las empleadas no tiene papeles.

Salud mental y emocional

Esta sobrecarga de cuidados, el teletrabajo y las condiciones laborales ha perjudicado la salud mental y emocional de las mujeres. Según el estudio La igualdad en época de pandemia. Los impactos de la covid-19 desde la perspectiva de género, elaborado por Emakunde, las mujeres han experimentado en mayor medida problemas de sueño, dificultades de concentración, sentimientos de ansiedad, cambios de humor, dificultad para desconectar de las preocupaciones o irritación.

En un año de crisis y de retroceso en materia de igualdad, y ante una nueva jornada de movilizaciones, es oportuno recordar las palabras de Simone de Beauvoir (1908-1986): “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.

Los datos

78%

Sanidad Las mujeres son mayoría entre el personal sanitario y no sanitario que ha estado salvando vidas en los hospitales y centros de salud: el 78% de la plantilla estructural de Osakidetza son mujeres.

80%

residencias Las mujeres son también mayoría entre el personal que ha estado cuidando de las personas mayores en las residencias: más de 8 de cada 10 personas que trabajan en este sector en el Estado son mujeres.

89,2%

Hogares Las mujeres han asumido en su mayoría el sostenimiento de las vidas de las personas más vulnerables dentro de los hogares: las mujeres representan el 89,2% de las personas cuidadoras no profesionales de personas dependientes.

20.000

Trabajadoras del hogar. El confinamiento conllevó el despido de más de 20.000 empleadas del hogar en el Estado, una cifra que no representa exactamente la realidad, ya que se calcula que un tercio de las casi 600.000 mujeres que trabajan en el sector lo hacen sin papeles.

Como ha ocurrido en crisis anteriores, esta pandemia ha visibilizado y magnificado desigualdades ya existentes