- Si para una mujer maltratada es difícil convivir con su agresor, el confinamiento agravó estas situaciones de violencia machista en Euskadi. El servicio del Gobierno Vasco de atención telefónica a las víctimas, Satevi, ha creado conversaciones en clave para poder seguir atendiéndolas incluso en presencia de su agresor, de forma que puedan responder solo con monosílabos. La adaptación del protocolo, que se puso en marcha a raíz del confinamiento en marzo del año pasado, se mantiene vigente para dar respuesta a las cuarentenas que hoy en día se siguen produciendo.

Según explicó ayer la consejera de Igualdad del Gobierno Vasco, Beatriz Artolazabal, la capacidad de adaptación del servicio fue “trascendental” durante los meses que duró el confinamiento. Y es que, en ese periodo, el teléfono 900 840 111 recibió la llamada de 422 mujeres víctimas que seguían conviviendo con su agresor, además de otras 408 que, pese a no hacerlo, seguían sufriendo la misma violencia.

Normalmente, es el lunes el día de la semana que eligen las mujeres para recurrir a este servicio, a media mañana, “cuando han dejado a los hijos e hijas en la escuela, el agresor no está junto a ellas y ellas rememoran la tensión vivida durante el fin de semana”. Esta pauta saltó por los aires durante el confinamiento. “Todos los días eran iguales; ya no había lunes ni domingos. Centenares de mujeres llamaron al servicio mientras convivían con su agresor, aprovechando cuando éste salía a la compra o a sacar la basura”, relató Artolazabal.

En esta situación “tan complicada”, Satevi modificó su protocolo, “para poder atender a las mujeres que llamaban en presencia de su agresor o que eran sorprendidas por él haciéndolas”, de forma que estas solo tuvieran que responder con monosílabos. El protocolo sigue hoy en día operativo, “y ha venido para quedarse”, para dar respuesta a situaciones similares, por ejemplo en casos de cuarentena.

Por su parte, la coordinadora del servicio, Oiane Zarate, detalló que a lo largo del año pasado se recibieron 2.674 llamadas, una cifra ligeramente superior a las 2.645 registradas en 2019. “El teléfono no ha dejado de sonar en ningún momento del día ni de la noche”, apuntó. “Siempre hemos sido un teléfono de respiro, pero más aún en esta situación en la que no los había. Las situaciones de violencia aumentaron con esa convivencia y hubo agresores que nacieron de ella”.

Pero más que en la cantidad, Zarate hizo hincapié en que la pandemia ha modificado el contenido de las llamadas. “Durante el confinamiento en sí había muchas dudas de cómo actuar con los menores, situaciones de incertidumbre, soledad... Se sentían desbordadas, muchas veces con menores a cargo en la vivienda, sin saber cómo evitar que vieran esa situación. Nos llamaron también personas cercanas que habían sido conocedoras por primera vez de la situación de ese allegado pidiendo orientación para poder ayudarle”.

Con la nueva normalidad, las llamadas se centraron sobre todo en cuestiones económicas. “Muchas mujeres trabajan en cuidados o limpieza, se habían quedado sin trabajo y tenían que seguir conviviendo con el agresor”.

La adaptación del protocolo se puso en marcha tras el confinamiento de marzo y se mantiene vigente

El servicio recibió durante ese tiempo la llamada de un total de 422 mujeres víctimas que seguían conviviendo con su agresor