- Al menos tres personas fallecieron y once resultaron heridas como consecuencia de una brutal explosión de gas ocurrida diez minutos antes de las tres de la tarde de ayer en el edificio parroquial de la Iglesia de La Paloma, ubicado en el número 98 de la calle Toledo de Madrid, y que provocó el caos en el centro de una capital que aún no ha vuelto a la normalidad tras las recientes nevadas.

Una doble explosión que se escuchó a kilómetros de distancia destrozó el edificio, que seguía en llamas casi cuatro horas después del suceso, y costó la vida a tres hombres de nacionalidad española, uno de ellos un feligrés electricista que había acudido a arreglar la caldera y otro un anciano de 85 años.

David Santos, de 35 años, padre de cuatro hijos y miembro de la comunidad del Camino Neocatecumenal, había acudido a petición de los sacerdotes a revisar la caldera, que funcionaba mal desde hace días, según informó un portavoz de esa comunidad y confirmó el Arzobispado. Durante horas se le dio por desaparecido.

La tragedia podría haber sido mucho mayor, dado que el edificio alberga la residencia de varios sacerdotes, locales parroquiales y de Cáritas, y sobre todo porque colinda con una residencia de ancianos y un colegio, pero tanto los residentes como los niños resultaron ilesos.

Además, según las fuentes de Emergencias, había once heridos. Uno de ellos es uno de los sacerdotes, que fue trasladado al hospital con quemaduras de carácter grave, según el propio Arzobispado. Otras tres personas fueron derivadas a otros centros hospitalarios con lesiones menos graves.

La explosión, descrita como “brutal” por los testigos presenciales y que causó el derrumbe de parte del edificio, afectó a al menos cuatro plantas del centro parroquial de la Iglesia de la Virgen de la Paloma, en el que hay despachos, un centro de acogida de Cáritas, que estaba cerrado en ese momento, ocho salas de reuniones, un salón y tres viviendas para sacerdotes.

A causa de la explosión fueron evacuados varios inmuebles colindantes, entre ellos el colegio La Salle La Paloma, situado a espaldas del lugar del siniestro, y el geriátrico Los Nogales La Paloma, ubicado en el edificio contiguo al parroquial y cuyos 56 residentes fueron trasladados a otros centros de la cadena. Algunos de esos residentes están contagiados por covid, pero tanto el alcalde como la Policía aseguraron que su desalojo y traslado se realizó con las debidas medidas de seguridad. El Samur Social también trasladó a seis personas de tres familias del edificio colindante que resultó afectado y que ayer iban a pasar la noche en recursos municipales a la espera de que se les comunique si pueden volver o no a sus casas.

La nieve que tantos problemas ha causado en Madrid los últimos días ayudó al “milagro” de que ningún niño resultara herido, según explicó a Efe Carlos Ruiz, padre de Jimena, una alumna del colegio. El patio del centro, ubicado justo detrás del inmueble, acabó lleno de escombros pero nadie resultó herido. “Lo milagroso ha sido que gracias a la nieve no había niños en el patio”, contó Carlos. Jimena añadió: “Tenía mucho miedo, todo el mundo estaba gritando asustado y decían que saliéramos corriendo, los profesores y las cuidadoras del comedor nos ayudaron a salir”.

La explosión dejó a su paso tabiques caídos, agujeros en el tejado y ventanas reventadas, que vecinos y transeúntes se afanaron por retirar de la vía para que pudieran acceder rápidamente los equipos de emergencia, que acudieron con mucha rapidez al tener un cuartel de bomberos a pocos metros y una comisaría muy cercana. Todo ello, unido a la confusión y a los muchos nervios, que mantuvieron en vilo al barrio por el riesgo que corrieron los ancianos y los niños del colegio.

Los pequeños, cuyo patio colinda con la fachada lateral derruida por la explosión, se agolpaban esperando a sus padres y hablando muy agitados entre ellos una vez que fueron desalojados. El colegio La Salle La Paloma comenzó ayer a ser inspeccionado por técnicos del Ayuntamiento y los alumnos continuarán esta semana con las clases online hasta que se evalúen los daños, que de ser estructurales obligarían a buscar una alternativa.

La explosión retumbó en un radio de un kilómetro, sacudiendo los cimientos de los edificios, muchos de ellos con más de un siglo de vida, pues se trata de una zona muy castiza, cercana a la Plaza Mayor.

En el corazón de Madrid. La explosión tuvo lugar en una zona cercana a la Plaza Mayor y que pilota en torno a la iglesia de la patrona de Madrid y las ensortijadas callejuelas que desembocan en dos vías principales: la calle de Toledo, escenario de la deflagración, y la Gran Vía de San Francisco.

La caldera funcionaba mal. La caldera del edificio parroquial llevaba un tiempo funcionando mal y no se había podido arreglar antes debido al temporal Filomena. El técnico David Santos Muñoz, miembro del Camino Neocatecumenal, de 35 años y con cuatro hijos, acudió a revisarla y murió por la explosión.

El alcalde de Madrid acudió al lugar del suceso y se felicitó de que ninguno de los niños del colegio contiguo y de los ancianos de la residencia cercana hubieran resultado heridos pese a la intensidad de la explosión.