DONOSTIA - "No se puede prever nada". Una frase corta, pero elocuente. Ignacio Garitano, el coordinador de del Programa de Vigilancia y Control frente al COVID-19 en Euskadi, ha asegurado esta tarde en rueda de prensa que la mejor manera de evitar una posible tercera ola es reducir la incidencia del virus todo lo que se pueda. No podemos conformarnos, dice, en reducirlo a niveles del verano. Hay que ser "ambiciosos", ha insistido.

No valen pues, los 249 casos acumulados en 14 días por cada 100.000 habitantes, el nivel que dimos por bueno tras los rebrotes del verano. Actualmente, recordó, Euskadi baja la incidencia del COVID-19 a un "ritmo bastante rápido", y lo hace de manera homogénea. La tendencia a la baja se mantiene además, pero sigue situándose por encima de la barrera del semáforo rojo (500), y se sitúa a día de hoy en 570 casos por cada 100.000 habitantes.

No marca un objetivo claro. Una cifra mágica que conllevaría un relajamiento de las medidas de contención. Pero sí se fijó en una referencia, los 50-60 casos por cada 100.000 habitantes que marca el European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC).

"Si no conseguimos un descenso mucho más importante del que se consiguió" en agosto, en torno a los 250, "es problable que la masa de gente asintomática, que ni siquiera vaya al médico, ni haga un test, constituya un peligro para un ascenso importante, como ocurrió en esas fechas; lo deseable es conseguir una cifra como la que se consiguió con el confinamiento estricto". Es lo único que nos permitiría, ha añadido, "tener controlados todos los escenarios".

Sin embargo, la evolución es buena. En la semana entre el 16 y el 22 de noviembre, Euskadi realizó 85.062 pruebas, con 5.910 casos positivos: 3.768 por PCR 2.142 por test de antígenos. Por territorios, los contagios detectados fueron 706 en Araba, 2.501 en Bizkaia y 2.555 positivos en Gipuzkoa; y hubo otros 148 de fuera de la CAV. También fallecieron 97 personas por complicaciones relacionadas con el COVID-19. En la actualidad, hay 8.175 casos activos en Euskadi.

30 días en la UCI

La incidencia acumulada ha seguido disminuyendo; en esa misma semana, se pasó de 816 a los 668 que había a finales de la misma: una caída de unos 20 puntos cada día. Una tendencia descendente que se mantiene durante esta semana; estamos ya en una tasa de 570 de incidencia, y Araba y Bizkaia se encuentran además por debajo de los 500 casos.

El punto débil sigue siendo la UCI, ha dicho Garitano. "De todas las camas abiertas, el 42% están ocupadas con casos de COVID-19". Son 134 las personas que requieren aún de cuidados intensivos. "La situación en las UCI es difícil aún", asegura Garitano, quien sin embargo prevé también una disminución en la presión de las UCI en los próximos días.

Las UCI, ha explicado, se alimentan de las personas hospitalizadas previamente en planta. En consecuencia, señala, en la medida que se reduzcan los contagios y los ingresos diarios en planta, que están reduciéndose, terminarán por aliviarse las Unidades de Cuidados Intensivos, que son, asegura, el "tercer eslabón de la cadena". La "estancia media en esta unidad es de 30 días", por lo que "la mejoría es más lenta, pero esperamos que se vaya recuperando".

Garitano ha aclarado, a preguntas de los periodistas, por qué los test de antígenos arrojan tasas de positividad mucho mayores que las PCR. Eso sucede, ha incidido, porque estas pruebas se les realizan a aquellas personas que acuden con síntomas a un centro de salud, por lo que "es lógico que tengan más posibilidades de ser positivos". Las dos pruebas, dice, tienen la misma validez y sus positivos se reportan de idéntica forma.

También ha afirmado que los casos están bajando de forma homogénea y generalizada. Y que las mayores bajadas se producen en aquellos lugares en los que el aumento previo se ha producido de forma exponencial. "Si conseguimos frenar se aumento exponencial, es más fácil que baje de manear exponencial", añade.