a pandemia, y especialmente el confinamiento, han obligado a reinventar las formas de ser solidarios y llegar a los más necesitados. Y en esta tarea han confluido La Fundación Hazi, dependiente del Gobierno Vasco, Orona Fundazioa y Diámetro 200, la empresa gastronómica del cocinero Fede Pacha. El reto ha consistido en hacer llegar alrededor de 2.000 menús diarios entre abril y octubre a los más necesitados, a través de organizaciones como Cruz Roja y el Banco de Alimentos, sin olvidar la vocación ecológica y de consumo de productos de kilómetro cero con la que Pacha desarrolla su cocina.

El resultado ha sido tan exitoso que la Diputación de Gipuzkoa reconoció ayer la labor de Orona Fundazioa y Fede Pacha en el marco de la Semana Europea de Prevención de Residuos.

"Lo que hicimos fue articular entre todos una solución para un problema social", explica Pacha a este periódico, mientras cuenta que fue Hazi la que se puso inicialmente en contacto con él para sacar adelante el proyecto: "Yo trabajo en una cocina más o menos grande donde doy de comer a los trabajadores de Orona. Desde Hazi me llamaron para explicarme que estaban buscando soluciones para los alimentos que antes del confinamiento llevaban a la hostelería. Me propusieron que ellos se hacían cargo de los alimentos y la distribución y yo ponía mi saber hacer y los espacios. Además, Orona se involucró económicamente en el proyecto".

La iniciativa consistía en elaborar menús diarios equilibrados y saludables, compuestos por un primer plato, un segundo y un postre, que estuvieran elaborados con productos ecológicos y de kilómetro cero.

Era mediados de marzo con lo cual, tras los permisos necesarios, arrancaron la iniciativa en abril, de la mano de Cruz Roja, organización encargada de distribuir directamente los menús en las casas de los más necesitados. En junio, una vez se levantó el confinamiento y la gente pudo empezar a moverse, fue el Banco de Alimentos el que tomó el relevo a Cruz Roja.

Cuenta Pacha que el gran reto era hacer un menú "equilibrado" y que "pudiera comer todo el mundo". "La base del menú han sido verduras, legumbres y frutas. Los primeros eran o cremas o pistos: al principio cremas porque había algo de berza, puerros, lechugas, patatas... Pero luego ya empezaron a aparecer otros alimentos como calabacín, tomate... De segundo siempre hacíamos potaje, o alubias, pintas de araba, garbanzos... Y el postre tenía como base manzana y kiwi", explica. Además, insiste en que era "muy importante" que los menús fueran "aptos para todos", porque los usuarios de estos servicios "no son solo guipuzcoanos". Eso les llevó a desechar artículos derivados del cerdo, por ejemplo, "para que no hubiera un rechazo". Además, también se tuvieron en cuenta las intolerancias y los alérgenos. "Era una comida lo más limpia posible para que pudiera llegar al máximo de gente y que fuera algo útil", resume.

Pero más allá de la calidad de los menús, Pacha pone en valor el "mimo" con el que han sido elaborados. "Queríamos hacer un menú saludable, equilibrado, pero rico. Hemos cocinado como si fuesen nuestros clientes, como si estuviesen sentados en la mesa. Lo hemos hecho con un mimo y de hecho es lo que hemos estado comiendo nosotros diariamente. Ya que vamos a hacerlo, vamos a hacerlo bien y vamos a cocinarlo como si fuese para nuestra casa", dice.

La experiencia se extendió entre abril y octubre, pero Pacha resta importancia a su papel. "Lo hacíamos porque había que hacerlo, porque había que devolver un poco la suerte que tenemos. Cuando hay que echar una mano, hay que hacerlo de verdad", apunta.

La experiencia ha sido tan positiva que ha supuesto un punto de inflexión en la relación entre Pacha y, por ende, su empresa Diámetro 200, con el Banco de Alimentos. "Estamos valorando colaborar con ellos de alguna otra forma, porque ahora hay muchísima más necesidad de la que había antes. El nivel de colaboración que podemos hacer como empresa es muy pequeñito porque la necesidad es enorme. Por eso pensamos que somos de más ayuda yendo a trabajar siendo voluntarios", confiesa.

Y es que a Pacha le ha marcado la forma de trabajar de la organización solidaria: "La gente no se puede imaginar todo lo que hay detrás del Banco de Alimentos", afirma, al tiempo que añade: "En Gipuzkoa hay mucha solidaridad y mucha sensibilidad pero creo que no somos conscientes de lo que hay detrás. Hay trabajo diario para 30 voluntarios. Es una pasada".

"Queríamos hacer menús saludables, pero ricos. Hemos cocinado como si fuesen nuestros clientes"

Cocinero de Diámetro 200