- Sienten que han pasado de ser héroes a villanos. Llevan desde comienzos de año enfrentándose diariamente al COVID-19, una pandemia que ha sacado a relucir todas las deficiencias de un sistema sanitario cuyas lagunas vienen años denunciando. El trabajo lleva sin darles un respiro desde marzo y ahora, en plena curva ascendente de la segunda ola, con la cifra de contagios disparada y la presión hospitalaria al alza, la desesperanza se apodera de los profesionales de la sanidad, que lamentan que con los recursos actuales son incapaces de desarrollar lo suficientemente bien su trabajo.

El presidente del Colegio de Médicos de Gipuzkoa, Manuel García, y la vocal y médica de Atención Primaria Emma del Campo analizan para NOTICIAS DE GIPUZKOA la delicada situación profesional que están atravesando. "Ya veníamos reivindicando mejoras y esto ha sido la gota que ha colmado el vaso", coinciden ambos facultativos.

La realidad de la Atención Primaria es realmente delicada. "La situación antes del COVID no era buena y ahora es peor. Se está trabajando muchísimo y se están haciendo muchas cosas que no son visibles con el mismo personal porque apenas ha habido refuerzos. La gente está doblando turnos, haciendo refuerzos... El ambiente es de crispación general y aunque nos hemos acostumbrado, esta segunda ola está siendo muy desmotivadora", reconoce del Campo, que asegura que la tensión y la alta carga de trabajo está pasando factura entre los profesionales. "Se vive con mucha angustia el hecho de que las consultas sean seguras, en el sentido de que se está trabajando tan rápido, con tanto estrés, que piensas si realmente lo has hecho bien y si la atención ha sido buena. Eso genera un gran descontento", admite esta médica de familia. "Es una situación que se vive muy, muy mal porque no se le ve salida, ni aunque superemos el COVID. No se ve un futuro esperanzador", añade.

García completa: "Hay malestar por las dos partes: por la tuya como profesional, porque no estás contento con el trabajo que haces; y por la del paciente, que no se queda a gusto con la atención que recibe".

Del Campo echa mano de ejemplos que se viven en el día a día para reflejar la tensión a la que se ven sometidos los facultativos: "La PCR, por ejemplo, lleva mucho tiempo. Requiere hacer un volante, estar un buen rato explicando cómo es el protocolo. Y claro, cuando lo tienes que hacer tan rápido, a 40 personas seguidas, te quedas pensando si lo has explicado bien o no". La burocracia también dificulta la atención sanitaria: "Cada vez hay que hacer más altas, más bajas, que es algo que se podría externalizar y nosotros dedicarnos a la atención puramente médica". "Es una sensación de estar en modo supervivencia y en Atención Primaria llevamos ya muchos años así", sentencia.

El coronavirus ha puesto en jaque también el modelo de asistencia y, desde marzo, se ha priorizado la atención telefónica frente a la presencial, lo que también dificulta tanto los diagnósticos como los seguimientos. "Tú por teléfono puedes hacer un seguimiento, pero se pierden muchas cosas. Hay pacientes crónicos con los que intentamos hacer un seguimiento junto con el personal de enfermería, pero ellas también están desbordadas y es un caos tan generalizado que no te permite estar a gusto en tu día a día. Y eso, mes tras mes, es algo muy frustrante", admite.

Pero no son los únicos hándicap que tienen que sortear en su trabajo cotidiano. Denuncian que la inestabilidad en la especialidad ha llevado, desde hace "tres o cuatro años", a una elevada rotación de facultativos de un ambulatorio a otro, por lo que la relación entre el médico y el paciente se ha visto muy resentida. "Los pacientes entran en la consulta y te dicen: Eres el quinto médico que veo en dos años. ¡Y es que tienen razón!", exclama. "Imagínate ahora encima por teléfono, cuando no les conoces", añade.

García coincide en subrayar la importancia de esta relación. "La relación médico-paciente está sufriendo muchísimo. Se está perdiendo esa expresión de este es mi médico, este es mi paciente. La gente ya no se conoce. La relación en Atención Primaria se basa en que el médico conoce al paciente y a toda su familia porque lleva equis años siendo su médico. Cuando ese paciente va al médico, quiere verte a ti y es que tiene que ser así".

Además, el presidente del Colegio de Médicos de Gipuzkoa expone que, según estudios internacionales, cuidar esta relación es beneficioso económicamente para el sistema de salud. "Es más barato por el número de complicaciones, de peticiones de pruebas... Porque no es lo mismo conocer el micromundo de un sujeto o atender a una persona hoy a la que igual no vas a volver a ver en tu vida. En ese caso, por responsabilidad, le vas a pedir más pruebas", explica.

"La Atención Primaria no tiene gente, está hasta arriba de un trabajo invisible y encima la gente se cree que no pegan ni sello", lamenta García, que apunta que desde que comenzó la pandemia las agresiones a los médicos "no han hecho más que crecer". "Hemos pasado del aplauso al insulto", certifica del Campo.

"La plantilla está harta, desmotivada, y el servicio de salud está aguantando el temporal como puede, porque no es nada fácil lo que está ocurriendo", asevera el presidente del Colegio de Médicos de Gipuzkoa.

Pero la crisis no se limita únicamente a la medicina familiar. De sobra se sabe que la presión sobre los hospitales continúa al alza y si esta semana los pacientes COVID ocupan el 30% de las camas UCI, los nuevos contagios de esta semana saturarán todavía más las plazas de cuidados intensivos en las próximas semanas.

La pandemia afecta también en el funcionamiento del resto de la asistencia hospitalaria. El coronavirus ha copado tanto espacio y tantos recursos que el resto de enfermedades han pasado a un segundo plano. "Los enfermos no están llegando y eso es otra desgracia. Se está muriendo gente por COVID, pero también hay enfermos que están agravando su situación porque se retrasan determinadas pruebas o quirófanos", explica García.

Más allá de la presión hospitalaria coyuntural, los médicos advierten una crisis en el sistema sanitario, donde el relevo generacional no está garantizado. "En las especialidades, ya había un déficit de profesionales desde hace tiempo. Las convocatorias de MIR se han mantenido estables en los últimos años, sin que haya habido un aumento de plazas, cuando era previsible que en un plazo de tiempo corto -en torno a diez años- mucha gente nos íbamos a jubilar", expone.

Además, observa un déficit de formación en los residentes. "Tardas cuatro años en formar a un MIR. La formación se basa en tutores, que es una figura básica que es el que va a seguir al residente en toda su trayectoria y le va guiando en las rotaciones y en todo el trayecto. El tutor debería estar mimado, considerado y pagado, pero no lo está", cuenta.

Llegado a este punto, García aclara que actualmente en España "no faltan médicos; faltan especialistas". "Somos el segundo país del mundo en número de facultades de medicina por habitante. En diez años se ha pasado de 28 a 44. Al año salen de las facultades 14.000 médicos y entran 7.000 en el MIR, con lo cual, desde 2010 cada año estamos acumulando un montón de miles de médicos que se quedan en un hiperespacio que no son de especialidad y que no son muchas: lo pseudocientífico, algún tipo de administración sanitaria o te dedicas a la medicina estética. Pero el médico que no es especialista no entra en el sistema", indica.

En esta situación el Gobierno aprobó en septiembre un Real Decreto de medidas urgentes en materia de teletrabajo en las Administraciones Públicas y de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud para hacer frente a la crisis sanitaria derivada del coronavirus. "Este Real Decreto dice que cualquier médico podrá actuar donde sea y cualquier especialista podrá cambiar de especialidad: es decir, yo, que soy especialista de digestivo, puedo pasar a cardiología o a donde haga falta", expone.

Esto, a juicio de García, y del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, es "una locura" que pone en peligro al paciente. Por ello, el foro de la profesión médica llama a la huelga un martes de cada mes a fin de retirar este punto del Real Decreto.

En esta tesitura, y con los contagios por COVID en auge, estos profesionales de la sanidad no ven un futuro esperanzador y advierten: "En algún momento habrá que separar la actividad COVID de la ordinaria, porque si destinamos todos los recursos al virus, el resto quedará parado".

"Se vive con angustia que las consultas sean seguras; se trabaja tan rápido, que piensas si la atención ha sido buena"

"Los pacientes entran en la consulta y te dicen: 'Eres el quinto médico que veo en dos años'. ¡Y es que tienen razón!"

Médica de Atención Primaria

"Hay malestar por las dos partes: como profesional no estás contento con el trabajo que haces; y el paciente no se queda a gusto con la atención"

"La plantilla está harta, desmotivada y el servicio de salud está aguantando el temporal como puede"

Pres. del Colegio de Médicos de Gipuzkoa