- La ventana de buen tiempo de la que llevamos disfrutando unos días en Gipuzkoa ha llevado a que este pasado fin de semana, muchas de las playas del territorio se hayan llenado de paseantes. Y es en la orilla donde muchas personas se han llevado una gran sorpresa: grandes grupos de pequeñas anchoas varadas en la arena o encharcadas. Es una imagen que ha llamado la atención, pero los expertos advierten de que ni es un hecho inusual ni se debe a la acción del hombre.

Así lo apunta Andrés Uriarte, experto en gestión pesquera de Azti, quien indica que es un fenómeno fruto de los maretones ocurridos la pasada semana. “Está relacionado con episodios de tormentas fuertes en el mar. La semana pasada martes, miércoles y jueves hacía bastante mal tiempo y ha mejorado el fin de semana, que es cuando la gente está encontrando anchoas en las playas”, expuso ayer en declaraciones a este periódico, que amplió: “Son anchoas muy pequeñitas, muy pegadas a la superficie y que se ven muy afectadas por este tipo de situaciones. Es como sucede con las algas, a veces, que cuando hay mucha tormenta llegan a las playas. Esto puede ocurrir también con esta anchoa pequeñita que estaba en aguas abiertas pero cerca de la costa, si coincide en un momento con un gran maretón, les empuja fuertemente hacia la costa. Eso no quiere decir que toda esté contra la playa ni contra las rocas, pero una pequeña o mediana fracción ha llegado tan a costa que han quedado encharcadas”.

El varamiento no es el único peligro para estos ejemplares, que en este momento se encuentran a merced de depredadores como gaviotas, chicharros, verdeles, o macarelas o estorninos, que estos días están aprovechando para “alimentarse todo lo que pueden”. Esto sucede debido, en gran parte, a que en la fase de crecimiento en la que están, nadan en la superficie, llegando a ocupar entre “cinco y ocho millas” de grandes bancos de anchoas. “Estos son los ejemplares que han nacido este mismo año. Suelen tener entre seis y ocho centímetros y es así porque están en fase de crecimiento, en la que están muy en la superficie. En cuanto crecen un poco más enseguida calan a fondo y pasan el invierno más bien pegadas a fondo y la primavera que viene, ya mucho más crecidas, son las que constituyen el objeto de la costera de anchoa de primavera que luego todo el mundo compramos en las pescadería”, cuenta.

Sin embargo, Uriarte lanza un mensaje de tranquilidad. “Lo que ha ocurrido no tiene por qué ser un peligro muy grande. Todo dependerá de la fracción concreta que está siendo sujeta a tal varamiento en costa. Es algo que ahora mismo no sabemos, pero en principio, no tiene por qué ser dramático. Son situaciones naturales que dentro de una mortalidad tan alta, porque todavía son muy pequeñitas, no tiene por qué suponer que vaya a malograr para el año que viene”. Además, añade: “Normalmente esto ha pasado y no se ha asociado con que al año siguiente haya habido un desastre”.