- Mondragon Unibertsitatea (MU) ha patentado junto a la Unidad de Medicina Nuclear de la Fundación Rioja Salud una solución para "mejorar la visualización de las lesiones de cáncer de mama", que consiste en una placa de plomo curva con forma de media esfera que es la que cubre el seno de la mujer y que contribuye a disminuir la radiación dispersa en un 80% "en relación al método convencional", mejora la visualización de las lesiones de los ganglios centinelas y facilita una extirpación más precisa de la parte afectada cuando así se requiere.

A la MU, a la que corresponde el 20% de la patente de este sistema, le ha tocado idear la solución de ingeniería que ha permitido que el prototipo se haya probado con 150 pacientes riojanas.

Ahora resta que una empresa se anime a hacerse con la patente y el prototipo tome cuerpo y se empiece comercializar.

Xabier Chamorro es el ingeniero y profesor en la MU con quien la Fundación Rioja Salud trabajó en este proyecto.

¿En qué consiste este proyecto?

-En la patente se denomina Escudo de Absorción. Nosotros somos ingenieros y hemos tenido que entendernos con los médicos. En Rioja Salud, que atiende a pacientes con cáncer de mama, antes de entrar a quirófano se les hacen pruebas de imagen para que el cirujano sepa dónde tiene que extirpar, se les inyecta un contraste radioactivo para ver las zonas afectadas. El cirujano tiene que saber con precisión cuál es el primer ganglio que está afectado. Tras inyectar el contraste la mama radia un montón, toda ella, y es como ver algo a contraluz. Para distinguir mejor se pone encima de la mama una placa de plomo que la tapa y así pueden ver en concreto los ganglios que hay por arriba.

¿Y qué ventajas tiene la nueva solución?

-A los médicos, que llevan muchos años trabajando en esto, se les ocurrió que en vez de usar una plancha plana sería mejor utilizar una geometría cóncava donde podría introducirse la mama. De este modo se reduciría mucho la radiación y se vería con más precisión lo que interesa. Aquí entramos nosotros como ingenieros.

¿Cuál es aportación?

-Ellos tenían la idea pero no sabían cómo conseguir una geometría de esas características en plomo, que eran lo que querían. Se pusieron en contacto con nosotros, nos explicaron su idea y nos mandaron un dibujo a mano. Para nosotros era algo sencillo, aquí nos dedicamos a eso. Con la idea que tenían hicimos un boceto e imprimimos en 3D en plástico unos diseños previos para ver si querían modificarlos. Ellos propusieron dos geometrías diferentes, las más adecuadas para la mujer. Después hicimos unos moldes de arena anteriores a la elaboración de la pieza de plomo.

¿Cómo siguió?

-Nos pasaron el material que querían usar, el plomo, y con los medios que tenemos en la universidad lo fundimos e hicimos los prototipos que luego probaron, tras pintarlos para no provocar reacciones alérgicas en la piel. Comprobaron que, efectivamente, suponía una mejora importante en precisión a la hora de detectar el ganglio afectado y así la cirugía es más precisa. La intervención resulta más sencilla y la recuperación, más rápida. Además así pueden usar menos contraste, menos radiación.

¿Con qué previsiones trabajan para su aplicación generalizada?

- Se hicieron dos prototipos para testear, se ha visto que funcionan bien pero no se han hecho más. Ha llegado el momento en el que habría que comenzar a fabricarlos en masa, pero para eso alguna empresa debería hacerlo. Nosotros en el ámbito comercial no entramos. Tenemos parte de la patente, proceso que ha costado casi dos años. Hasta lograrla no hemos contado nada, porque era un secreto industrial. Ahora nos hallamos en el punto de difusión para que se fijen en el proyecto.

¿Qué perspectivas hay?

- Hemos visto que el prototipo funciona, que va bien. Ya está protegido intelectualmente y ha llegado el momento de pasar al ámbito comercial.

¿Ha sido este un proceso largo?

- En total, desde que entramos en contacto hasta el momento de publicarse la patente, han pasado casi dos años. La parte técnica de desarrollo del prototipo duró unos seis meses. El proceso de hacer pruebas, analizar resultados y publicarlos se alargó más.

¿Cómo ha sido la comunicación entre médicos e ingenieros?

- Este es el quid de la cuestión. Médicos e ingenieros parece que hablamos idiomas distintos. Ellos se mueven en su mundo y cosas que para nosotros como ingenieros son sencillas de hacer no lo son para ellos y viceversa. Vemos las cosas desde otro punto de vista. Nosotros en MU donde queremos destacar es en esta transferencia de conocimiento, hacer de enlace entre estos dos mundos que hablan idiomas distintos. Si encuentras la forma de comunicar los dos mundos el potencial es enorme, se pueden conseguir muchas cosas. En este caso algo que técnicamente es relativamente sencillo ha tenido gran repercusión para las pacientes. El valor está en evidenciar que se pueden encontrar vías de comunicación entre los dos mundos.

¿Hay nuevos proyectos en cartera en esta línea?

- Este proyecto, por nuestra parte, ha llegado hasta aquí pero la universidad implantó hace unos años el grado y el máster de bioingeniería con este objetivo, formar gente que sean ese nexo de unión entre mundos tan distintos. Son nuevos profesionales encargados de hacer la transferencia entre el mundo médico y la ingeniería.

"El prototipo contribuye a disminuir la radiación del contraste que se inyecta para ver los ganglios linfáticos afectados"