ace unos días fue el Día Mundial del Perro Adoptado. Una jornada para reflexionar sobre nuestras mascotas, las satisfacciones que ofrecen a sus propietarios y las obligaciones que asumen desde el momento en que accede a su domicilio, en lo que a su bienestar se refiere, es decir, una serie de gastos en alimentación, higiene, cuidados veterinarios, paseos diarios y atención, que se verán compensadas sobradamente por su compañía y cariño.

También era momento para que las autoridades competentes se interesaran por el tráfico ilegal de cachorros para su venta con fraudulentos certificados de vacunación y "pedigrís", ese documento que acredita que el perro pertenece a una determinada raza y que, además, posee un mínimo de tres generaciones de antepasados de pureza racial, cumpliendo un estándar determinado, indispensable para concursos de belleza canina. Para nada más. Por último, era, y sigue siendo, una oportunidad para que, las personas interesadas por integrar en su familia a una mascota, antes de optar por su compra, visiten el refugio que la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Gipuzkoa tiene en Usurbil y comprueben la posibilidad de adoptar uno que cumpla sus expectativas, entre los que aguardan una oportunidad de adopción, para satisfacer todas sus necesidades de cariño, compañía, ejercicio o custodia.

El 28 de septiembre, aniversario del fallecimiento del químico Louis Pasteur, descubridor de la vacuna contra la rabia, celebramos el Día Mundial de Lucha contra la Rabia. Una enfermedad vírica que sigue matando a unas 60.000 personas al año, de los que casi la mitad son menores, principalmente en zonas rurales de países económicamente desfavorecidos de África y Asia. La mayoría de los casos humanos son causados por la mordedura de un perro infectado y, sin embargo, es una enfermedad que se puede prevenir, porque desde hace cien años, se dispone de vacuna. En este sentido, desde la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) se persigue erradicar la enfermedad mediante la vacunación de, al menos el 70% de todos los perros del mundo, Euskadi incluida, subrayando el hecho de que, el coste aproximado de vacunar a los chuchos, es 10 veces menor que el de la profilaxis humana.

En 2018 la OIE presentaba el plan estratégico mundial Cero en el 30 que brinda un enfoque progresivo, integral e intersectorial, involucrando a cuatro socios, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Alianza Mundial para el Control de la Rabia (GARC), los cuatro, unidos contra la rabia, con el objetivo de empoderar, comprometer y permitir que los países cumplan el objetivo de eliminar la rabia en 2030, desde un enfoque de Una sola salud, porque medicina solo hay una. Eso de que el conocimiento de un veterinario se termina donde pone animal, y donde pone humano empieza el médico es mentira.

Esos esfuerzos incluyen un mayor acceso a vacunas contra la rabia de alta calidad, con la entrega de más de dos millones de dosis a trece países en Asia y África, a través del banco de vacunas contra la rabia de la OIE, una mejor atención para los casos de mordeduras caninas con posible exposición de las personas a la rabia, mediante la organización de una formación dirigida a más de 450 profesionales de la salud en 70, de los 89 países donde existe la rabia y actuaciones de educación y sensibilización en 62 países.

La Organización Colegial Veterinaria Española (OCV) presentará el libro El poder de la rabia, del que son autores el catedrático de microbiología Dr. Elías Fernando Rodríguez Ferri y el presidente de la OCV, Dr. Luis Alberto Calvo Sáez, en la línea de las actividades de sensibilización que han programado las instituciones internacionales citadas.

Hay que recordar, que, aunque la España peninsular se considera libre de rabia canina, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se encuentran en la frontera con Marruecos, un país donde esta enfermedad es endémica, con una frontera muy permeable a estos efectos, porque los que la controlan tienen otras prioridades. A pesar de ello, parece que en Europa se nos ha olvidado la rabia. De hecho, en diciembre de 2019, un vizcaino originario de Marruecos fallecía en el hospital de Cruces, al regreso de su país natal, donde había sido mordido por un gato infectado. Recientemente, nos recordaba el virólogo Fernando Fariñas, la desesperada llamada, hace unos meses, de un hospital andaluz que no contaba con vacunas ni gammaglobulina antirrábica, para tratar a un hombre ingresado por la mordedura de un murciélago. Sí, los quirópteros -y los gatos- y los zorros, también pueden transmitir el virus rábico.

Vivimos confiados pensando equivocadamente que en la Unión Europea ya no hay rabia y por eso en Euskadi no vacunamos a los perros, craso error por parte de nuestros políticos que, en lo que a este tema se refiere, utilizan los mismos argumentos que los antivacunas para oponerse a su obligatoriedad en nuestros animales de compañía.