reo que en estas dos semanas he envejecido diez años. Ha sido duro, pero más duro es el día a día de estas personas". Con estas palabras, Imanol Aleson, experimentado ultrafondista azkoitiarra, hacía balance de su exigente reto: cubrir los 800 kilómetros y 56.000 metros de desnivel que separan Cap de Creus (Girona) y Hondarribia en únicamente trece etapas. El objetivo: dar visibilidad a trece enfermedades "minoritarias" a fin de que las personas que las padecen puedan integrarse en la sociedad de la forma más normalizada posible.

Así, en la primera etapa (84 kilómetros entre Cap de Creus y La Vajol) apoyó a quienes padecen sordera; la segunda (75 km entre La Vajol y Setcases) a los afectados por parálisis cerebral; la tercera (58 km de Setcases a Puigcerdá) a la Parálisis Braquial Obstétrica; la cuarta (61 km entre Puigcerdá y Arinsal) al síndrome de Duchenne; la quinta (53 km entre Arinsal y Estaon) al autismo; la sexta (46 km de Estaon a Restanca) a la Artritis Idiopática Juvenil; la séptima (54 km entre Restanca y Estós) al síndrome de Goldenhar; la octava (61 km entre Estós y Goriz) al síndrome de Down; la novena (60 km entre Goriz y Sallent) a la Secuencia de Pierre Robin; la décima (68 km de Sallent a Isaba) al Síndrome de Charcot Marie Tooth; la decimoprimera (75 km de Isaba a Burguete) al síndrome de Angelman; la decimosegunda (63 km entre Burguete y Bera) a la enfermedad de Huesos de cristal y la decimotercera (30 km de Bera a Higer), al resto de diversidades funcionales.

El reto ha sido "espectacular" a la par que "exigente" y durante los últimos trece días le ha llevado al límite en muchos momentos. Sin embargo, Aleson ha podido cumplir el "sueño" de completar la GR11, la ruta que enlaza el Mediterráneo y el Cantábrico atravesando toda la cordillera pirenaica, y hacerlo además con una finalidad solidaria.

"Ha sido muy duro. Los primeros días hizo mucho calor y luego ya empezó la lluvia y el frío. Antes de ayer -en referencia al viernes- llegó a nevar", recordó ayer Aleson, una vez acabada la aventura que ha llevado a cabo de la mano de la asociación a favor de la inclusión de las personas con diversidad funcional Marea Urdina. "La etapa entre Isaba y Burguete (75 kilómetros) fue la más dura de todas. Fue el peor día del reto, lo pasé fatal. Llovió muchísimo, hacía viento, frío... Si hubiese sido por mí hubiese parado, pero tenía detrás a toda esta gente. Tenía que acabar por cojones", exclama.

Pero más allá de las inclemencias meteorológicas, la exigencia de la ruta -que habitualmente se hace en 46 etapas y que Aleson ha concluido en trece, lo que la ha obligado a ejercitarse hasta trece horas diarias- y la soledad han sido importantes hándicap en la aventura. "Ha sido duro y cansado. He tenido muchas horas para darle al coco. Y es que ya no es solo la presión que tú te pones a ti mismo, sino que vas con otra presión porque tienes que responder", reconoció este deportista solidario, que ha superado la aventura gracias a la "rutina". "Te vas metiendo en la rutina de despertarte, ponerte a andar doce o trece horas y volver a descansar", cuenta.

Sin embargo, el esfuerzo ha merecido la pena y fiel reflejo de ello fue el caluroso recibimiento que se vivió ayer en Hondarribia y que emocionó a Aleson. "Ha sido espectacular", reconocía el ultrafondista azkoitiarra, que añadió: "Se me ha hecho más duro el recibimiento que la ruta".

Las limitaciones del COVID-19 restringieron el acto a miembros de la familia de Marea Urdina y del propio deportista. Sin embargo, el próximo viernes, la asociación tendrá la oportunidad de volver a agradecer a Aleson su esfuerzo, en un acto público que se llevará a cabo en Azkoitia

"Si hubiese sido por mí hubiese parado, pero tenía detrás a toda esta gente. Tenía que acabar"

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