- Con un lenguaje sencillo pero riguroso, el virólogo y profesor de Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid, José Antonio López Guerrero (JAL), se ha convertido en el divulgador científico de cabecera del COVID.

Pedro Simón se resiste a hablar de una segunda oleada del virus pero la consejera vasca, Nekane Murga, dice que "sin duda" ha llegado a Euskadi.

—Técnicamente, yo no diría que estamos ante una segunda ola. Estamos detectando muchos asintomáticos porque estamos realizando muchas PCR. En marzo-abril, en la primera ola, solo detectábamos aquellos ya con síntomas que iban a los hospitales. Es cierto que tenemos muchos brotes, es cierto que en algunos casos hay transmisión comunitaria, es cierto que es preocupante, y por supuesto es cierto que el parámetro de ingresos en hospitales, en UCI y fallecimientos ha aumentado peligrosamente.

Los hospitales vascos se están preparando para acoger de nuevo a muchos pacientes con COVID-19.

—En Euskadi se ha multiplicado por diez el número de ingresos en hospitales en menos de un mes. Estos parámetros son muy preocupantes y si no ponemos remedio ya, y de forma urgente y coordinada, sí se puede decir que estamos en la antesala de una segunda oleada, pero luego habría que ver qué dimensiones alcanza.

¿Qué estamos haciendo mal?

—Hay que hablar de lo que no se ha hecho, de lo que hay que hacer mucho mejor y qué están haciendo otros países que están conteniendo mejor el virus.

Déjeme adivinar. ¿Los famosos rastreadores, por ejemplo?

—Sí, está muy claro que hacen falta rastreadores y en España se está muy por debajo de la media que es de uno de cada 4.000 o 5.000 habitantes. Fíjese, en Madrid hay uno por cada 30.000 y encima se está proponiendo que estudiantes de forma voluntaria y gratuita sean rastreadores, como si eso fuera un campamento de verano.

¿Se reacciona bien con los focos?

—No estamos reaccionando con la rapidez que se requiere. Seguir bien un brote, en cuanto se detecta, precisa dar una respuesta en menos de 48 horas.

Las autoridades sanitarias responsabilizan al ocio de la mayoría de contagios. ¿Habría que cerrar la hostelería?

—El equilibrio entre economía y salud es muy delicado. Pero no creo que sea justo que el conjunto de la hostelería pague por algún brote puntual, ni que haya que poner toda la responsabilidad en el ocio nocturno. Ante focos descontrolados en zonas de ocio concretas, un confinamiento quirúrgico podría ser suficiente. Hay que actuar con contundencia donde no se cumple la normativa. No sé hasta qué punto es eficaz adelantar el cierre de una discoteca una o dos horas porque los clientes pueden ir a la parte de atrás y seguir con la fiesta.

Usted dice que esta no será ni la última ni la peor pandemia. Eso da mucho miedo.

—La pregunta no es si habrá más pandemias, que seguro que sí, sino cuándo. En mi último libro Virus: Ni vivos ni muertos (Editorial Guadalmazán) hablo del SARS-1, del ébola, de la gripe aviar, de la gripe A... y ya digo que vamos a tener más pandemias. ¡Aunque no sabe cuánto me fastidia tener razón! Por desgracia, tenemos esta pandemia y seguramente no será la más grave. Estoy pensando en la gripe aviaria, que tiene un 40% de mortalidad si el virus pasa a humanos. Espero que el paradigma que esta situación ha provocado nos lleve a que, de forma global, haya un mayor control del hacinamiento de animales, control de mercados ilegales, de cualquier tráfico animal, -algo frecuente en el sudeste asiático-, control de la invasión de nuevos territorios, y del cambio climático, que también ayuda a la expansión de patógenos.

¿Qué otras medidas implantaría para evitar la expansión del virus?

—Hace falta que el turismo y los vuelos sean seguros. Para eso, son necesarias más PCR en origen como hace Austria. Si fuera así, tendríamos menos restricciones de países que han vetado a los españoles. Los empresarios que contratan temporeros también tienen que llevar a cabo más controles porque les tienen en condiciones muy precarias. Hace falta mucha pedagogía para los que minusvaloran el poder del virus, es decir, los más jóvenes. Y transmitirlo, sobre todo, en el lenguaje que ellos entienden, las redes sociales. Y para aquellos que sigan sin atender a razones, medidas coercitivas y multas.

Después del confinamiento más duro de Europa, ¿se ha abierto la mano antes de tiempo?

—Es cierto que acortamos los últimos tramos de las fases pensando en el turismo. Pero tal y como nos estamos comportando, con la gente irresponsable que hay, con la poca concienciación, hubiera dado igual si se hubiera abierto la mano un par de semanas más tarde. Tenemos que tomarlo muy en serio y mirar lo que están haciendo vecinos como Portugal e Italia.

¿Confía en que sea efectiva la obligatoriedad de la mascarilla?

—La mascarilla hoy por hoy es la barrera física más importante contra un virus respiratorio, junto con la higiene y el distanciamiento. Pero tengo mis recelos a llevar la mascarilla siempre y en todo momento, aunque estemos a diez metros unos de otros porque eso puede generar una respuesta negativa. Una persona que pasea sola por el monte con su perro puede ser multado por no llevarla, y eso se sale de lo razonable. Aunque todo esto tiene algo positivo.

¿De verdad?

—Como vamos a estar con la mascarilla puesta el resto del año, lo mismo que nos va a servir para evitar infecciones de coronavirus, va a evitar contagios de otros virus respiratorios como la gripe.