- Un 6% de las enfermeras guipuzcoanas ha dado positivo en COVID-19. Así lo indica el Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa (COEGI), que realizó en junio una encuesta en la que participó el 16% de las 5.395 las profesionales que trabajan en el territorio, 853 colegiadas.

En números redondos, ese 6% de positivos supondría que 323 enfermeras han estado contagiadas.

Pero la encuesta del COEGI también deja en evidencia la tensión y el estrés con el que ha desarrollado sus funciones este colectivo, que en un 83% de los casos afirma haberse sentido tensa en los últimos meses.

Los efectos de la pandemia entre las profesionales de la enfermería se ha dejado notar en muchos aspectos, en el físico, una cuarta parte de las encuestadas afirma sentirse cansada al final del día, pero muy especialmente en el emocional.

Y es que, según la encuesta, un 68,8% se ha sentido “rabiosa” y un 67% impotente en estos duros meses, en los que un 57% asegura haber pasado miedo y un 67%, inquietud.

También la tristeza ha sido un sentimiento compartido por las enfermeras en un 48% de los casos.

Con el temor ante un nuevo rebrote haciendo sombra, el 69% del colectivo reclama “más coordinación”, el 59,10% mejor formación; y el 54,2% considera que es necesario disponer de un mayor número de profesionales.

Entre las demandas de las enfermeras se halla disponer de un complemento salarial, en un 50,9% de los casos, y contar con ayuda emocional, el 24,4%. Además, el 20, 4% reclama disponer un alojamiento.

El 53,10% del personal encuestado trabaja en el ámbito hospitalario, el 17,7%, en atención primaria y un 8,7% en residencias de mayores. El 80% son profesionales de la sanidad pública y el 20%, de la privada.

La presidenta del COEGI, Pilar Lekuona, puso el acento sobre la idea de que la resilliencia de las enfermeras no es ilimitada y pese a “el reconocimiento” que han recibido por parte de la ciudadanía creen que “no podrían resistir” un segundo brote por el cansancio acumulado. De ahí que insistan en la necesidad de respetar las medidas preventivas establecidas y “asumir la responsabilidad individual para evitar que el virus se propague”.

Las enfermeras afirman haber sentido rabia, miedo e impotencia y creen que no podrían resistir un segundo brote por puro cansancio