isitó Miren a su amona Inés en la Fundación Matia y su historia se hizo cuento, el cuento de aquellos juegos de infancia sin tele y sin tecnología, de años duros de guerra y posguerra. Aunque todas las protagonistas de este relato se asoman a las páginas de Miren Matian con nombres ficticios, detrás se esconden las vivencias de María Etxeberria, Amaia Aristegui y Carmen Ruiz. Mucha vida, muchos recuerdos en unas cuantas páginas.

Iñaki Sainz de Murieta ha sido el encargado, tras una mañana de escucha y de aprendizaje, de poner las palabras en orden, y Sofía Herbón las pintó y las hizo imagen por iniciativa de Matia Zaleak, que lanzó el guante que las tres protagonistas recogieron gustosas.

Miren Matian es un encuentro entre generaciones, un cuento que tiene mucho de biografía. Aunque se tuvieron que dejar muchas vivencias en el tintero, el encuentro sirvió para sacar del olvido historias antiguas. "Lo que vivimos en la guerra, cuando no teníamos nada que comer. Cuando teníamos que protegernos en los refugios", evocan estas veteranas pero entusiastas mujeres.

Y en la conversación vuelven a salir las historias, como la de Amaia Aristegui y las babarrunas que no quería comer. "Mi aita me mandó al colegio sin comer, pero me encontré las babarrunas en la merienda y me las tuve que comer".

Al estar este trabajo dirigido a los niños las protagonistas trataron de evocar las vivencias más relacionadas con su infancia, aunque muchas no hayan quedado reflejadas, como la historia de Amaia Aristegui y el gran modisto Cristobal Balenciaga, para el que su padre trabajó y al que recuerda con mucho cariño. No ha olvidado el cambio de los talleres de Balenciaga de la calle Bergara a la que hoy es la Avenida de la Libertad y evoca la visita del modisto a su casa cuando falleció su madre. "Hablaba el euskera muy bien, no se le olvidó", apunta Aristegui que recupera el nombre con el que se dirigía el modisto a su madre: "Le llamaba Margot".

Fueron hablando, y hablando mientras Iñaki Sainz de Murieta tomaba buena nota. María Etxebarria señala con orgullo que sus bisnietas llevaron el relato a su ikastola y alardearon de amona y Carmen Ruiz asegura que Miren Matian es un cuento viajero, ya que lo ha hecho llegar a sus nietos de Cádiz y en Zaragoza.

Aunque las historias en el relato no están personalizadas, es fácil reconocer en las imágenes a las tres mujeres que hablaron de temas que les han marcado en la vida.

"Nos han sacado muy bien. Aquí estuvimos un par de horas contando nuestras historias y las han recogido de manera que las entiendan los niños", asegura María Etxebarria, que tiene muy claro que esta experiencia le ha causado una gran felicidad.

Con el texto ya validado por las propias protagonistas, Sofía Herbón se puso manos a la obra para recoger esos gestos, esas sonrisas cómplices de María, Carmen y Amaia. "Desayunamos las tres juntas y cuando nos propusieron esta experiencia yo no lo dudé, enseguida me apunté", asegura Etxeberria.

A estas tres mujeres no les falla la memoria y aunque, aseguran, que la conversación fue fluyendo con naturalidad "algo" prepararon previamente su intervención, aunque no tuvieron demasiado tiempo para ello.

No hacía falta, con tanta vida a sus espaldas si de algo no carecen las protagonistas del cuento es de historias que contar, que dan más que para cuentos para "libros y grandes".

"Nosotras hablamos y el escritor fue apuntando lo que le parecía más interesante. Muchas veces nos acordamos más de lo que pasó hace años que lo que pasó ayer", aseguran.

A Amaia Aristegui se lo piden sus sobrinas: "Izeba, cuenta lo de antes, y les gusta escuchar. Pero siempre les acabo diciendo que ojalá no vivan lo que nos tocó a nosotras, que la guerra es muy dura y se sufre mucho. Yo les digo: oír lo que es pero espero que no la conozcáis".

De forma sencilla, resumida, este cuento da muchos detalles de una época: del exilio, del trabajo duro, de la falta de libertad y del recorte de derechos, pero sirve también como altavoz para reivindicar cómo el aporte de estas mujeres y otras muchas de su generación ha contribuido a que la situación actual sea diametralmente diferente a la que ellas vivieron.

Lo dice la amona Inés dirigiéndose a su nieta Miren: "La suerte que tenéis ahora es que podréis aprender y vivir en libertad. Aprovechad las oportunidades que tenéis y por las que tantas personas luchamos".

De momento, ahí queda su testimonio en Miren Matian, una edición gratuita que también tiene formato digital y que ha podido ver la luz gracias al apoyo del Kutxa Fundazioa.

"Nosotros hablábamos y el escritor apuntaba y ordenaba lo que decíamos", insisten.

Después llegó el momento de enfrentarse al resultado, que coinciden en señalar que les gusto mucho. Tanto es así que alguna de estas valientes protagonistas se emociona al hablar de qué ha supuesto participar en esta experiencia que no esperaban vivir y que les ha llegado casi como un regalo.

"Nos sentimos orgullosas. Ha sido un aliciente más, una motivación", asegura María Etxeberria. Carmen Ruiz, cuyo rostro es muy reconocible en el personaje de la amona Inés, asiente y sonríe.

Amaia Aristegui habla de "sorpresa" y evoca una conversación que mantuvo antes de que les llegara la invitación y en la que aseguró que ya le había pasado de todo en la vida. Su amigo le contesto: "No digas eso, que igual te vas a ver con que te surge algo nuevo". Fue premonitorio, así ocurrió.

"Quién se iba imaginar esto. Qué le voy a pedir más a Dios. Esto ha sido una alegría para mí pero también para mi familia. He tenido que venir aquí para hacer un cuento, quién me lo iba a decir a mí", concluye Etxeberria.

"Este cuento es para ti, porque queremos hablarte de algunas cosas que han sido importantes en nuestras vidas, queremos que las conozcas y no se pierda. Disfruta, se curioso y pregunta a tu familia y amigos. La historia enriquece y forma parte de nosotros". Ese el consejo con el que las protagonistas de este cuento se despiden de sus lectores.

Ahora toca que esos jóvenes lectores (el cuento está dirigido a niños y niñas de entre seis y nueve años) hagan caso del consejo y escuchen lo que estas mujeres y otras personas mayores que tienen en su entorno les quieran contar.

De momento, pueden acompañar a Miren en su visita a Matia y preguntar después a su amona o a su aitona cómo se jugaba a la kina, a las tabas o a la toka; si conocen a gente que tuvo que huir a causa de la guerra y si palabras como estraperlo pertenecen a su vocabulario.

Y volver un día y otro para oír más historias de sus abuelos que, como la amona Inés a su nieta, les esperan siempre con los brazos abiertos.

"Yo les digo a mis sobrinas que escuchen lo que es la guerra pero que ojalá no la conozcan"

"He tenido que venir aquí para hacer un cuento. Ha sido una gran alegría para mí y mi familia"

"Ha sido bonito podérselo mandar a mis nietos que viven fuera, ha llegado hasta Cádiz y Zaragoza"

Muchas de las historias relatadas no han tenido cabida en este primer cuento, por lo que no se descartan nuevas entregas