ilar Jiménez es la propietaria del comercio Muchas Telas, situado en la calle Fuenterrabía de Donostia. El confinamiento le pilló con el almacén lleno de telas. Mientras estuvo en casa no paró de darle vueltas “a cómo reinventarme, pero no se me ocurría nada”.

Pero no se regodeó en su preocupación y mandó telas a donde las necesitaban para elaborar mascarillas o lo que hiciera falta, incluso al Ifema. Las telas plastificadas para manteles se transformaron en batas y elementos integrantes del EPI del personal de algunas residencias. Un largo etcétera de iniciativas que Jiménez llevó a cabo mientras su comercio permanecía con las puertas cerradas y su personal en Erte, todo un quebradero de cabeza.

Pero como Jiménez no es dada a quedarse de brazos cruzados, con la vuelta a la actividad se puso manos a la obra con las mascarillas. Durante el cierre, sobre todo en las últimas semanas cuando se vio que las mascarillas “habían venido para quedarse”, comenzó a investigar sobre qué tejido se debe utilizar para garantizar la seguridad y qué tipo de filtro debe de introducirse en el interior, un TNT (tela no tela).

También desde casa, a través de su blog, fue dando pautas y patrones para elaborar mascarillas. A la vuelta empezó a comercializar kits para confeccionarlas. Pero viendo la demanda, también empezaron a coserlas. Las hacen por encargo con la tela que las clientas elijan y también tienen un stock ya elaborado, todas bien protegidas por un primoroso estuche.

“Las mascarillas nos han salvado el negocio. La gente en el confinamiento se ha animado a coser, y las mascarillas son fáciles de hacer. Cuando abrimos venían solicitando telas para mascarillas y esto me ha permitido ir sacando al personal del Erte. Ahora estamos todas”, explica.

“Lo bueno es que esto nos ha traído nueva clientela y lo que esperamos es que se hayan aficionado a la costura, se animen con más cosas y vengan para ser fieles. He hablado con los dueños de la tienda de Singer (máquinas de coser) y están vendiendo súper bien. Máquinas sencillas, pero al menos hay ventas”, apunta.

“Nos hemos tenido que reinventar. Los proveedores no vienen a visitarnos y compro por foto. ¿Qué compro? Telas para mascarillas. Algodones. He hecho cientos de pruebas y he investigado, y lo mejor es el algodón. Para ocasiones excepcionales se pueden confeccionar con otros tejidos, aunque siempre apuesto por los naturales, como sedas y linos. Géneros que transpiran”, incide Jiménez.

Las mascarillas que confecciona y enseña a hacer (también imparte cursos) tienen tres capas, con el TNT en medio. “A las 30 lavadas el filtro empieza a estar pocho, pero seguro que para entonces quieres otra. Además, si las usas mucho, como nosotras, hay que ponerse una a la mañana y otra a la tarde e ir lavándolas”, apostilla. Los diez euros de coste permiten tener varias de repuesto.