- Enfrentarse al coronavirus ha sido una tarea titánica en las residencias de personas mayores, pero todo esfuerzo acaba dando resultado. Así ha quedado finalmente patente tras doblegarse la cadena de transmisión del patógeno hasta tal punto que ya no hay un solo usuario con carga viral en ninguno de los 65 centros del territorio. Durante 16 días la única afectada ha sido una mujer atendida en la planta sociosanitaria del Hospital de Eibar. Asintomática y aparentemente bien de salud, la paciente venía arrojando un resultado positivo en las pruebas de PCR. El diagnóstico finalmente se ha invertido, por lo que en breve será trasladada al centro GSR Debagoiena de Aretxabaleta, quedando así libre de COVID-19 toda la red foral.

Han sido más de tres meses "durísimos". El necesario despertar a este reto sociosanitario de primer orden quedó fuera de toda duda a partir del 19 de marzo, cuando se detectaron los primeros casos positivos. Ya se venía trabajando previamente, pero a partir de entonces se encendieron todas las alarmas en los 65 centros, que acogen 5.425 plazas. La pandemia desde entonces se ha empleado con especial virulencia en 16 residencias de Gipuzkoa. Se han vivido momentos muy complejos, como lo demuestra el fallecimiento de 168 personas. Pero la pandemia también ha dado pie al esfuerzo conjunto que ha permitido abrir una puerta de esperanza para las 395 personas que finalmente han superado la enfermedad. "Es muy positivo que la red residencial no cuente con nuevos casos por COVID-19, y que todos los centros puedan ir transitando hacia la nueva realidad; pero más relevante es que se sigan extremando las medidas de seguridad y prevención para que todos los centros sigan libres del virus", señaló ayer la portavoz foral Eider Mendoza. "Nuestra prioridad sigue siendo preservar el bienestar y la integridad de las personas mayores y aquellas que son más vulnerables. Por eso, es muy importante que no bajemos la guardia, y que todos y todas sigamos las indicaciones de las autoridades sanitarias, para no ponernos en riesgo a nosotros mismos, ni a los demás".

La Diputación Foral de Gipuzkoa sigue trabajando con el mismo esquema, basado en la coordinación y el contacto diario con las residencias. Aunque ahora mismo la red esté despejada del COVID-19, mientras no haya una vacuna, es cuestión de tiempo que el virus vuelva a dar señales de vida. Así lo asume la diputada de Políticas Sociales, Maite Peña, que reconocía ayer a este periódico que "los datos indican que va a existir un goteo de casos positivos. El riesgo de que entre en cualquier residencia no se ha reducido sino que ha aumentado en la medida en que los centros se han abierto a las visitas, y los usuarios pueden salir al exterior. Las trabajadoras también entran y salen. El riesgo es mayor, y somos conscientes de que en cualquier momento vamos a tener otro positivo. Nuestro cometido es prevenir todo lo posible".

En esa línea, el plan de contención marca a partir de ahora unas directrices para acoger a nuevos usuarios en las residencias. Antes de ocupar una plaza, es preciso pasar la cuarentena en la planta sociosanitaria habilitada en el Hospital de Eibar. "Hay que entrar con PCR negativo y realizar catorce días de cuarentena preventiva". Toda cautela es poca ya que, en ocasiones, hay pacientes que han podido adquirir la enfermedad a pesar de no presentar carga viral en la prueba. "Para mayor garantía, hemos instalado este protocolo de actuación", subraya la diputada.

La unidad de Eibar está preparada para el aislamiento de 24 personas. Los centros también pueden seguir este modelo de trabajo previo al ingreso, pero algunas residencias no tienen tanta capacidad, por lo que deben solicitar a la Diputación el servicio, y estos usuarios son derivados a Eibar. "Seguimos estando en un momento muy intenso. La atención al COVID-19, con todas las medidas que hemos puesto en marcha, ha supuesto un alto nivel de exigencia que hay que mantener. Estamos adecuando la red, y ahora mismo el 40% de las habitaciones son individuales, dejando camas vacías para poder realizar los aislamientos", precisa.

Se ha realizado un estudio de la capacidad de los centros para que sean aprovechados "al máximo" en función de su disposición arquitectónica. En total, se han dispuesto unas 300 plazas libres para responder a un eventual rebrote. Estas medidas vienen acompañadas de prácticas de obligado cumplimiento, como las limitaciones de las visitas, el control de las salidas, el acondicionamiento de los centros, la sectorización y la limpieza. "El buen tiempo nos puede llevar a un mayor relajo, pero es muy importante que se mantenga la tensión, y no solamente dentro de las residencias, sino en todo aquello que las concierne. Es decir, cuando salen a pasear, o cuando el allegado entra en el centro", explica Peña.

Ahora pueden hacerlo dos familiares, que no tienen por qué ser los mismos. Eso sí, es preciso que cumplan ciertas medidas de seguridad, como el uso de mascarilla, sin contacto físico con el familiar, y en lugares habilitados a la entrada de la residencia para que los usuarios no transiten por los centros, reduciendo así las posibilidades de contagio. Los residentes pueden salir, para lo cual es necesario avisar con antelación mientras que el visitante debe esperar a la entrada. "El objetivo es blindar las residencias lo máximo posible, siendo conscientes de que el virus lo vamos a tener de nuevo porque está en la comunidad", asume la diputada.

"Somos conscientes de que lo vamos a tener de nuevo porque sigue estando en la comunidad"

Diputada de Políticas Sociales

"Deben extremarse las medidas de seguridad para que todos los centros sigan libres del virus"

Portavoz foral