- Iparralde y Hegoalde vuelven a estar tan cerca como lo han estado siempre. Una distancia que se ha mantenido invariable pero que el cierre de la muga a consecuencia de la pandemia del COVID-19 ha convertido en insalvable. Hasta ayer. Y es que, desde la medianoche, ambos lados de la muga vuelven a estar conectados, una situación que se dejó notar a lo largo de toda la comarca a uno y otro lado del Bidasoa.

Donde mejor se escenificó esta rencontre fue en Behobia, donde los comercios se frotaban las manos tras tres meses de sequía. La de ayer era una fecha marcada en rojo para estos establecimientos, que reconocen que durante el tiempo en el que la muga ha permanecido cerrada, la zona ha estado "muerta".

"Ha sido una fecha muy señalada, una reapertura que todos estábamos esperando como agua de mayo", reconocía a mediodía de ayer Rubén Fraile, del establecimiento La Cave. Durante toda la mañana, las colas se habían sucedido en estancos y licorerías y los comerciantes no daban abasto para despachar a unos clientes que han tardado más de tres meses en llegar. "A pesar de que ha habido momentos en que nosotros podíamos abrir porque teníamos alimentación, hemos tenido cerrado porque aquí no había nadie, vendíamos cero", lamenta. Por ello, el bullicio de ayer era muy bien recibido en la zona. "Ha ido muy bien, estamos muy contentos", señaló Fraile, presidente de la asociación de comerciantes de Behobia.

Una charanga ambientaba el lugar en el que unos y otros se aprovisionaban, en su mayoría, de alcohol y tabaco. Con las reglas claras (cada cliente puede comprar un máximo de 10 litros de licores de alta graduación, 110 de cerveza, 20 de aperitivos a base de vino, 30 de vino y cuatro cartones de tabaco), los compradores hacían cola en caja para pagar. "No sabíamos qué esperarnos, si iba a haber gente, si no. Parece ser que no se les ha olvidado dónde estamos, después de tres meses sin que haya habido nadie, es muy importante que el primer día la gente responda", aseguró Fraile, quien, no obstante, no se quita de encima la prudencia con respecto al futuro próximo. "A ver qué pasa en verano. Todavía no sabemos qué va a pasar, si van a abrir los cámpines, los hoteles... Va a ser raro", aseguró.

A escasos metros de allí, Arantza Martín adecentaba su tienda en un momento de menos trasiego. "Les daba igual el tiempo que hiciera; tenían ganas de venir", certificó, y lo mejor de todo, "con ganas de gastar". "Todos los productos que están sujetos a impuestos especiales son mucho más baratos en Hegoalde que en Iparralde; no es que seamos ni más guapos ni más majos, somos más baratos", reconocía entre risas. Y es que si un cartón de Malboro cuesta 100 euros en el país galo, en Behobia pueden comprarlo a 50 euros.

También en Hondarribia se notaba un nuevo ambiente post estado de alarma. Los excursionistas de Iparralde llegaban en pequeños grupos para disfrutar del buen tiempo y la gastronomía de la localidad costera. Muchos, trasladados por Jonatan Txapartegi, uno de los encargados del servicio de barca que une Hondarribia con Hendaia.

Tras tres meses atracados en puerto, Txapartegi reconoció que había "ganas de trabajar". Por el momento han reiniciado el servicio con limitaciones de aforo y la obligatoriedad de usar mascarilla a bordo, circunstancia que no ha causado mayor problema entre los clientes que ayer utilizaron el servicio. "Mucha gente ha venido a preguntarnos si manteníamos el servicio, el horario... Ha ido bien, aunque como hemos abierto hoy, no creo que todo el mundo se haya enterado. Supongo que a partir de mañana ya volveremos a la normalidad", afirmó.

Por el momento, son más los que deciden cruzar la bahía de Txingudi desde el otro de lado de la muga que quienes hacen el trayecto a la inversa. "Vienen más aquí, sobre todo a comprar tabaco y de pintxos, que gente que llevamos a Hendaia", contó.

Pero también hubo quien aprovechó la jornada para disfrutar de las playas del otro lado. Es el caso de Arantxa, María Jesús y Coro, tres amigas que por fin ayer pudieron retomar su costumbre de cruzar a Iparralde "todos los domingos de buen tiempo". "Lo echábamos de menos", confirmaron estas amigas, vecinas de Errenteria, que se conforman con "ir a la playa con un bocata, estar un rato y volver", aunque a veces también aprovechan para pasar el día en la ciudad o incluso se acercan hasta Donibane Lohitzune. "Es una zona que nos gusta mucho", confesaron.

Asiduo a la zona es también el pamplonés Carlos Etayo, que ayer madrugó para volver a su apartamento de Hendaia tres meses después. "Teníamos muchas ganas. En Navarra, cualquier día que sales está todo saturado. Aquí, entre el día que hace, que tenemos playa grande, marea baja... Hay que aprovechar", celebró, extrañado de las pocas mascarillas que se ven tanto en la calle como en los supermercados. "Se lo toman todo con más tranquilidad", dijo.

Tras el mostrador de Boutique de la plage, el errenteriarra Fermín Balbás atendía a los clientes: "Han venido más parisinos que guipuzcoanos. Que haya abierto la muga no sé si nos beneficia mucho porque los franceses van a Donosti y si no podían pasar, se quedaban aquí, pero lo que sí que notamos es que cuando hace bueno, la gente viene con más ganas de gastar que antes, compran más fácil".

La de ayer fue una primera toma de contacto de un verano que todos ellos, esperan que sea lo más normal posible.

"Parece que no han olvidado dónde estamos y eso después de tres meses vacíos, es importante"

La Cave, Behobia

"No somos ni más guapos ni más majos, somos más baratos y tenían ganas de venir"

Chez Pepe, Behobia

"Vienen más aquí, sobre todo a comprar tabaco y de pintxos, que gente que llevamos a Hendaia"

Barco entre Hondarribia y Hendaia

"Ir a Hendaia es un plan que hacemos todos los domingos de buen tiempo y lo echábamos de menos"

Amigas de Errenteria

"En Navarra está todo saturado. Aquí entre el día, la playa, la marea baja... Hay que aprovechar"

Vecino de Pamplona

"Cuando hace bueno, la gente viene con más ganas de gastar que antes, compran más fácil"

La Boutique de la plage, Hendaia