- “Hay más garantía de seguridad en una atracción que en un autobús. Nos sentimos indignados porque se está abriendo todo y nosotros ni siquiera salimos en el plan de desescalada”. El enfado de los feriantes es notable. A día de hoy, y a pesar de diseñar ellos mismos -“cuando tendría que ser cosa de los ayuntamientos”- los protocolos de protección, ni un solo Consistorio ha dado luz verde a que puedan instalarse este verano. “Los ayuntamientos asumen que, al no haber fiestas, no hay barracas, pero nosotros queremos tener la oportunidad de trabajar. Vivimos de esto”, apuntan.

Los meses estivales de este año pueden pasar a la posteridad como el verano que no hubo fiestas patronales... ni barracas. “Estamos en una situación desesperada, sin trabajo y sin paro. A pesar de que hemos diseñado el protocolo de seguridad y que nos pusimos en contacto con los ayuntamientos hace dos meses para que nos dejaran instalarnos aunque no hubiera fiestas, la mayoría ni siquiera nos han respondido”, comenta indignado a este periódico el secretario general de la Asociación de Feriantes de Euskadi (AFADE), Alberto Domínguez.

A día de hoy, ni un solo municipio les ha autorizado a instalarse este verano, por lo que, de no darse un cambio en la recepción de sus propuestas, las barracas no saldrán de sus garajes. “No estamos en ninguna fase de la desescalada. Como no va a haber fiestas, se ha dado por hecho que no iba a haber barracas. Nos sentimos indignados porque está abriendo todo y nosotros no podemos. Hay más garantía de seguridad en una atracción que en un autobús”, se desahoga Eusebio Alves, un feriante de Urretxu que desde abril, cuando normalmente arranca la temporada, debería estar girando por toda Euskadi y, en cambio, tiene las instalaciones repartidas entre Donostia y La Rioja, cogiendo polvo.

La indignación de los feriantes llega no por las circunstancias sanitarias, ya que son conscientes de que lo primero es la protección de los clientes, sino por la “absoluta ausencia de respuesta” de muchos ayuntamientos y el rechazo de otros, a pesar de crear un protocolo de seguridad que ha tenido el visto bueno de otras Comunidades Autónomas como la valenciana.

“Hemos estado nosotros detrás de los ayuntamientos, cuando el protocolo lo deberían haber hecho ellos”, explica Alves, que no entiende cómo es posible que los circos sí tengan el visto bueno o que incluso se vayan a abrir las camas elásticas del (centro comercial) Urbil, que están en un espacio cerrado y ellos no puedan colocarse a pesar de que “el nivel de contagio al aire libre sea infinitamente más pequeño”.

Según las estimaciones que maneja AFADE, el porcentaje de contagios al aire libre por incumplimientos en niños es de tan solo 0,02%. “Y eso que es por incumplimientos”, recuerda Domínguez, quien detalla el extenso protocolo de seguridad que han presentado para los diferentes consistorios: “El primer punto que les dejamos claro es que si no iba a haber fiestas, estábamos dispuestos a ir y a vallar todo el recinto para controlar el aforo. Colocaríamos guardias jurados y hasta policías si quieren”.

Además, la desinfección sería una constante. Se limpiaría cada atracción antes y después de cada jornada, serían obligatorios el uso de guantes y mascarillas, los menores deberían ir en la parte trasera de algunas barracas y hasta en algunas, como el canguro, se limitaría cada vehículo a un único pasajero a no ser que fuesen dos personas que acudan al recinto juntas. Pero lo más importante, se procedería al vaciado del lugar cada hora y hora y media, dependiendo del aforo del momento, para desinfectar por completo todo el espacio.

Y todavía hay más. Se establecería una distancia mínima entre las atracciones, se colocarían cadenas para limitar los espacios e incluso, en el caso de que así lo estimasen los ayuntamientos, limitarían el número de las barracas. “Parece que ni les ha interesado, porque lo que nos han dicho que no, ni siquiera nos han respondido por qué”, apunta el secretario general de la asociación.

De este modo, “ahora mismo no hay ningún pueblo que nos deje estar”, y se van a perder fechas tan señaladas como los sanjuanes y los sanmarciales de Irun, en el que su hábitat natural, el parking de Ficoba, “era una oportunidad estupenda porque está apartado, se puede controlar y no se utiliza”: “Nos ha dolido mucho que no se quiera”. La única localidad que parece predispuesta es Donostia, aunque surge un problema, ya que el Paseo Nuevo, la zona en la que se instalan cada año, pertenece al Gobierno Vasco y la autorización tendría que venir desde Lakua. De no darse, los feriantes confían en, al menos, puedan instalar las atracciones infantiles frente al Koldo Mitxelena.

Una temporada normal para un feriante arranca en abril y se prolonga hasta octubre. Los tres primeros meses de ese periodo ya se han agotado, lo que ha llevado a que muchos de ellos “no se hayan dado todavía de alta en autónomos y, por lo tanto, no tengan ni siquiera el derecho al subsidio que se les está dando”. “Hay familias en una situación muy mala, que están teniendo que pedir ayuda”, lamenta Alves.

Otros, como él, han tenido que adelantar gastos como la contratación de seguros y la ITV de los vehículos para un verano que parece no llegar: “Solo queremos tener la oportunidad de trabajar”.

“Yo soy pesimista y no creo que la cosa vaya a mejorar en las próximas semanas. En muchos sitios también les han denegado hacer conciertos o la instalación de las txosnas y ellos verían mal que a nosotros sí nos lo permitieran. Pero una cosa no tiene que ver con la otra, son públicos y situaciones diferentes”, explica Domínguez.

Por lo tanto, a los feriantes vascos solo les queda prepararse “para la catástrofe económica” mientras continúan peleando con los ayuntamientos que deberían organizar sus fiestas patronales en los próximos meses. “Estamos marginados totalmente”, denuncian.

“Estamos en una situación desesperada, sin trabajo y sin paro, y tras haber diseñado un protocolo”

Secretario general de AFADE

“Estamos indignados. Hay más garantía de seguridad en una atracción que en un bus”

Feriante de Urretxu